Capítulo 2

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El timbre de la casa sonó a las ocho y un minuto, si había algo que Angie debía aceptar era que Bastian podía ser de todo, menos impuntual, y ese era el único punto que tenía a su favor

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El timbre de la casa sonó a las ocho y un minuto, si había algo que Angie debía aceptar era que Bastian podía ser de todo, menos impuntual, y ese era el único punto que tenía a su favor. Marita le abrió la puerta y lo dejó pasar, se sentó a la mesa en su lugar de siempre y saludó a la familia de su mejor amigo, que hacía muchos años atrás había pasado a ser también su familia.

—Buenos días, Bastian. ¿Cómo dormiste? —preguntó Dina, la madre de Maxi y Angie.

—Bien, Dina... no me puedo quejar —respondió—. ¿Qué hay de nuevo por aquí?

—Nada, lo mismo de siempre, Angie nerviosa por el primer día de clases y Maxi dormido —añadió la mujer.

—¿Yo? ¿Nerviosa? ¿Por qué habría de estar nerviosa? —inquirió Angie con el ceño fruncido.

—No arrugues la frente, corazón, te arrugarás muy pronto —dijo su madre con dulzura.

—Eso es lo que yo siempre le digo, Dina, tanta queja y pronto se verá como si fuera nuestra abuela —añadió Bastian divertido.

Angie puso los ojos en blanco y se decidió a comer. Aquella dinámica era así cada día desde hacía muchos años, y lo único bueno era que pronto acabaría. Solo un año más y todo cambiaría.

—Es el último primer día, es lo que la tiene entusiasmada —explicó Maxi—, como si fuera que mañana no será el último segundo...

—Las últimas veces son importantes —añadió Angie mientras se llevaba un pedazo de pan tostado a la boca.

—¿No serán las primeras? —inquirió su madre.

—No, las primeras tienen su magia porque son el primer contacto de alguien con una experiencia, pero la última es la que se queda en la memoria —explicó—. Imagina que alguien de aquí muriera mañana —añadió y luego señaló a Bastian con el tenedor—, él, por ejemplo —rio y él hizo un gesto llevándose ambas manos al pecho como si se sintiera ofendido, Maxi se echó a reír mientras Dina y Mateo la miraban con diversión—. Si Bestian muriera mañana, en su velorio, todos diríamos algo como: «y pensar que ayer estábamos compartiendo nuestro último desayuno con él». No creo que nadie se acuerde del primero, ¿entienden mi punto?

—Tiene sentido —dijo Dina con una sonrisa—, pero las primeras veces también son importantes, marcan hitos, cambios en la vida —añadió—. El primer beso, tu primer novio.

—No, Dina, de esas cosas ella no sabe nada —bromeó Bastian con un gesto y Maxi volvió a reír.

—Es mejor así —añadió en el mismo tono de broma su padre, Mateo.

—Bueno, ¿alguien puede recordarme cuando me volví la diversión de esta familia? —añadió—. Y —volvió a mirar a su madre—, ¿no es acaso aún más importante el último beso? Después de ese ya no hay otro más... ¿No quieres acaso ser el último beso de la persona que amas?

Lo que Angie creía que sabíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora