Capítulo 40

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Hacía dos días que Angie no atendía las llamadas de Bastian ni le respondía los mensajes, en el colegio decidió ignorarlo por completo, lo que no era muy difícil ya que en realidad allí no solían compartir mucho tiempo juntos

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Hacía dos días que Angie no atendía las llamadas de Bastian ni le respondía los mensajes, en el colegio decidió ignorarlo por completo, lo que no era muy difícil ya que en realidad allí no solían compartir mucho tiempo juntos.

Esa tarde, Bastian decidió ir a buscarla, ya se estaba cansando de su desplante y quería preguntarle de qué se trataba todo eso. Sabía que Maxi había ido al gimnasio y que sus padres aún no regresaban de trabajar, por lo que Angie estaría sola en casa.

Llegó e ingresó sin hacer ruido, golpeó la puerta de su habitación, pero nadie contestó. Abrió pensando que estaría dormida, pero no había nadie en la cama, así que se sentó allí y esperó.

No tuvo que esperar mucho, Angie envuelta con una bata rosada y con la cabeza liada en una toalla del mismo color, ingresó a su habitación.

—¿Qué haces aquí? —inquirió al verlo.

—No me atiendes el teléfono y no me contestas los mensajes, vengo a ver qué sucede —respondió él y luego la miró de arriba abajo con descaro.

—No me mires así, estoy enfadada —zanjó la muchacha y se sacó la toalla que tenía liada a la cabeza dejando suelto su cabello húmedo.

—¿Qué he hecho? —inquirió él—. Sé que te has enfadado porque no me encontrabas y comprendo que estabas preocupada, lo siento, solo necesitaba un tiempo para pensar y estar solo, no creí que fueras a enojarte por eso.

—No me enojo por eso sino porque al menos me hubieras escrito a avisar. Además... —dijo y se volteó a verlo—, solo no estuviste, ¿no? Dulce me dijo que estuvo contigo.

—Sí, bueno, pero yo no la llevé, ella llegó sola —explicó él—, yo ya estaba allí. Tampoco podía echarla —añadió.

—No... ¿Por qué ella conoce tu lugar especial y yo no? —se quejó entonces con un gesto de niña triste que a Bastian le movió las entrañas y se acercó a ella.

—Porque una vez ella se sintió mal por algo y la llevé allí, es un lugar de mucha paz donde suelo ir a pensar... solo eso...

—¿No es tu sitio con ella?

—No, tontita, no tengo un sitio con ella ni con nadie, pero podría tener uno contigo —susurró—. Buscaré un sitio perfecto para que sea solo nuestro, ¿quieres?

Angie asintió.

—¿Sigues enojada? —preguntó.

—Un poco, no me gusta que me excluyas de tu vida, yo solo quiero estar allí para ti —susurró.

—Lo sé, discúlpame por eso —respondió él—. ¿Me dejas abrazarte?

—Sí —dijo ella y el la envolvió en sus brazos.

Quedaron en silencio por un rato hasta que Bastian la separó un poco para mirarla a los ojos.

—¿Qué traes abajo?

Lo que Angie creía que sabíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora