Capítulo 13

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Hay un antes y un después de momentos como el que Angie había vivido aquella noche, y cuando lo analizó, una y otra vez, supo que las cosas ya nunca volverían a ser como antes

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Hay un antes y un después de momentos como el que Angie había vivido aquella noche, y cuando lo analizó, una y otra vez, supo que las cosas ya nunca volverían a ser como antes. No importaba que nadie los hubiera visto allí aquella noche, bastaba conque ella supiera lo que había pasado, bastaba con la culpa que cargaba sobre su hombro, el enfado, la rabia y, sobre todo, la decepción que sentía hacia sí misma.

Angie observó por la ventanilla empañada del vidrio de la camioneta. Como un símbolo de la debacle que se cernía sobre ella, el domingo amaneció lluvioso y decidieron adelantar el regreso. No dijo nada, no emitió un solo sonido durante el camino, sus lágrimas estaban atascadas en su garganta, formando un nudo que hacía que casi se le secara el aliento, pero no iba a llorar, ella nunca lo hacía.

Se sentía la peor persona del universo y cerró los ojos para fingir que dormía y evitar posibles preguntas complicadas. El ambiente estaba cargado y eso podía notarse. Nadie dijo nada, quizás el peso era demasiado, quizá todos lo podían leer en sus ojos, era una mala persona, una mala amiga, una mala novia. ¿Cómo podrían perdonarle? ¿Cómo podría perdonarse ella?

Bastian también tenía la mirada perdida en la ventanilla, pero sus pensamientos iban por otro lado. Él quería luchar por ella, quería hacer las cosas bien, se sentía culpable por haberla puesto en esa situación, pero todo se le salió de las manos. Jamás hubiera querido hacerla sentir mal y eso lo hacía sentir peor. Lo único que podía ahora era tratar de poner las cosas en su lugar, iba a hablar con Dulce e iba a terminar esa relación.

Por otro lado, sentía una calma que no había experimentado antes, había huido de esos sentimientos por Angie desde hacía años, convenciéndose de que ella no era para él, de que ella no sentía igual, de que no quería interponer una relación amorosa y perder a su familia, porque eso eran ellos, su familia. Había tratado de amar a otras muchachas, pero siempre acababa encontrándola de nuevo a ella, su mundo iniciaba y acababa en ella, y al fin lo había dicho en voz alta, para ella, para él mismo, para las estrellas y la luna de esa noche. Había aceptado que la amaba, y sabía que a ella no le era indiferente, la había visto mirarlo, había visto el temblor en sus labios, el deseo en su piel. Pero Angie era demasiado perfecta, demasiado correcta, y sabía que lo que había sucedido entre ellos la estaba matando por dentro.

Ojalá pudiese acercarse a ella, ojalá ella se lo permitiera, ojalá pudiera decirle que todo estaría bien y que lo solucionarían juntos. Pero Angie ni siquiera le había mirado aquella mañana, y por lo que podía adivinar con lo bien que la conocía, no lo miraría en mucho tiempo.

***

El lunes siguiente, Angie no sintió ganas de levantarse. Se imaginó que ir al colegio iba a ser como meterse al foco de un huracán y no encontraba fuerzas para ello. No hallaba motivos para seguir con su rutina, levantarse, bañarse, despertar a Maxi, bajarse a desayunar y verlo a él.

Se levantó quince minutos más tarde, se dio una ducha rápida, se vistió, se peinó y le pidió a su padre que se encargara de Maxi por ella. Luego, tomó una manzana y caminó hacia el colegio para evitar cruzarse con Bastian.

Lo que Angie creía que sabíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora