Capítulo 41

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Maxi llegó a la casa de Dulce y golpeó, su padre le atendió y le dijo que la llamaría, solo fueron un par de minutos, pero para él fue una eternidad

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Maxi llegó a la casa de Dulce y golpeó, su padre le atendió y le dijo que la llamaría, solo fueron un par de minutos, pero para él fue una eternidad. Dulce bajó y salió a recibirlo.

—¿Maxi? ¿Qué haces aquí, sucede algo? —inquirió.

—¿Puedes hablar? ¿Tienes tiempo? Debo decirte algo...

—Sí, claro... ¿Quieres pasar?

—Mejor si vamos a algún sitio. Te invito un helado, ¿quieres?

Dulce asintió y le pidió que le esperara unos minutos, ingresó a la casa, trajo su teléfono, un poco de dinero y se despidió de su padre.

Caminaron en silencio hasta llegar a una heladería muy bonita que quedaba en un barrio tranquilo muy cerca de la casa de Dulce. Ella deseaba saber qué era lo que iba a decirle Maxi, pero esperaba que él comenzara a hablarle.

—Dulce... no sé ni siquiera por donde empezar y no quiero que tomes a mal lo que vengo a decirte. Lo he pensado muchísimo y sé que puede salir todo mal, pero tampoco puedo quedarme con los brazos cruzados sin hacer nada y ver que la felicidad se me escapa de entre los dedos...

—Me estás asustando —dijo ella mirándolo.

—No, no quiero asustarte ni hacerte sentir mal, no quiero que nada cambie entre nosotros, tú seguirás siendo mi mejor amiga... eso no tiene por qué cambiar... quiero que lo tengas claro.

—Creo que ya sé por dónde vas a ir —susurró ella con temor.

—No creo que lo sepas... —dijo él y ella negó.

—Sabía que iba a llegar este momento, solo esperaba que no fuera tan pronto...

—¿De qué hablas? —inquirió él.

—Estás enamorado, ¿no? —quiso saber.

Maxi se quedó helado y un par de minutos después asintió.

—Lo sabía... —susurró.

—¿Y eso te pone mal? —inquirió él, ella se encogió de hombros.

—No... sabía que en algún momento iba a suceder, es lógico... solo no quiero perderte y sé que digas lo que digas va a pasar, porque ninguna muchacha en su sano juicio querrá que sigamos siendo amigos cercanos, no conociendo mi historial —dijo con tristeza.

—No entiendo nada... —zanjó Maxi.

—¿Quién es? Solo espero que sea una buena chica, alguien que te valore y te respete...

Maxi comprendió entonces que Dulce no tenía idea de que hablaba de ella.

—¿Ese era tu miedo? ¿Que yo me enamorara de alguien más y perdamos lo que tenemos? —preguntó.

—Sí... entre otros, pero todos incluyen que se acabe esto —dijo y se señaló a ella y luego a él. Maxi sonrió.

—Es una chica hermosa, perfecta, aunque ella no se ve así. Cuando estoy con ella siento que el mundo es un lugar mejor... a veces pienso que somos el uno para el otro, es como si tuviera la certeza de que ella es la indicada... puede ser que sea muy pronto para eso, pero es lo que siento —dijo mirándola con ternura.

Dulce sintió una profunda tristeza invadir su alma.

—¿Cómo pasó? —preguntó.

—No lo sé, cuando la conocí, ella me dejó muy en claro de que solo seríamos amigos y yo no buscaba nada más, pero pasó el tiempo y yo... no pude evitar enamorarme de ella. Lo debo admitir, tengo mucho miedo porque no quiero perderla como amiga, pero si no lo intento, también pienso que podría perder mi mejor oportunidad de amar a la chica de mis sueños...

Dulce lo observó, al principio pensó que hablaba de alguien más, pero de pronto algunas de sus palabras tomaron otro sentido.

—Sé que tienes miedo, Dulce, yo también lo tengo... no quiero perder lo que tenemos y no quiero hacerte daño, pero me gustas tanto que ya no logro aguantar las ganas que tengo de besarte cada vez que te miro. Y no quiero que pienses que te busco como te buscan los demás, a mí me importas tú, toda tú, tu alma, tu corazón, tu mente, y por supuesto, también tu cuerpo. Yo quiero besarte cada vez que te veo y poder abrazarte, atraerte a mí, quiero secar tus lágrimas cuando estés triste y reír contigo cuando estés alegre, no quiero que perdamos esto que tenemos, solo quiero que sea mucho mejor...

Dulce se quedó inmóvil. Lo miraba absorta y no terminaba de procesar lo que oía.

—¿Estás enamorado de mí? —inquirió.

—Sí, estoy enamorado de ti, Dulce. Me gustas toda tú... y no sé cuándo comenzó, no lo sé, pero sé que cada instante que pasamos juntos me ha traído hasta aquí. Y hablé con Angie, ella cree que yo me refería a Luis, pero le hablé de ti y de lo especial que eres para mí, y ella me dijo que no perdía nada con decírtelo, y aquí estoy, abriéndote mi corazón. No tienes que responderme nada, no tienes que hacer nada que no desees, solo quería que lo supieras, Dulce...

—P-pero...

—Yo sé que tú estás en un proceso personal y lo comprendo, de verdad, no quiero presionarte a nada, ni siquiera sé si yo te gusto como tú a mí. A lo mejor ni me has pensado de esa manera, a lo mejor me ves como un hermano... y si es así, lo comprenderé. Lo único que quiero asegurarte es que nada cambiará, seguiremos siendo los mismos, lo prometo, pero ya no podía callar este secreto a mi mejor amiga, a la mujer que más me conoce en este mundo.

Dulce no sabía qué decir, estaba confundida, aturdida. Por un lado, se sentía feliz de saber que era ella la chica de la que Maxi se había enamorado, pero por otro, no se sentía segura de poder ser lo que él se merecía.

—Maxi... yo...

—No tienes que decir nada, en serio, solo necesitaba que lo supieras.

—¿Cómo pretendes que luego de esto todo siga igual? —inquirió ella.

—Yo no volveré a hablar del tema —dijo él—, tú no tienes que hacer nada.

—Yo te dije que no quería nada más que una amistad, te lo dejé bien en claro —suspiró ella y se llevó las manos a la cabeza—, ahora todo será distinto...

—No tiene por qué ser así, Dulce...

—Sí, lo será, yo lo sé.

—Dulce, por favor...

—No, Maxi... esto era lo único que no podía pasar entre nosotros.

Luego de aquello, Dulce se levantó y se fue, dejándolo solo y confundido.

Toda la emoción que Maxi había sentido y que lo había llevado a declarar su amor se había convertido en tristeza y rabia. No comprendía muy bien la reacción de la muchacha, pero sabía que debía darle su espacio y él también necesitaba el suyo propio.

Volvió a su casa, se dio un baño y se metió a la cama. Esa noche no pudo parar de regañarse a sí mismo por haberse dejado llevar por el ímpetu de sus emociones y no haber pensado mejor las cosas.

Esa noche, Maxi creyó que la había perdido.


¿Qué tal? ¿Creen que Maxi hizo bien en decirle a Dulce lo que sentía?

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¿Qué tal? ¿Creen que Maxi hizo bien en decirle a Dulce lo que sentía?

Lo que Angie creía que sabíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora