Capítulo 25

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Cerca de las nueve de la mañana, Dulce preparó un desayuno ligero y fue a despertar a Maxi

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Cerca de las nueve de la mañana, Dulce preparó un desayuno ligero y fue a despertar a Maxi.

—Despierta, dormilón —dijo ingresando al cuarto—. Tenemos muchos planes para hoy, ¿lo recuerdas?

Maxi murmuró algo ininteligible y se cubrió la cabeza con la almohada.

—¡Arriba! —dijo Dulce insistiendo.

—¿No podemos dormir un poco más? —pidió.

—No... tenemos que ver la forma de llegar a la playa, que no queda muy cerca, luego almorzar algo y vamos a una feria que está cerca. Hoy será un día muy especial.

—Dulce —dijo Maxi sentándose en la cama y tallándose los ojos—. No creo que lo de la playa nudista sea buena idea, lo he estado pensando y se me ha ocurrido que quizá podríamos dejarlo en una de esas fantasías que no se cumplen nunca...

—¿Qué? ¡No! Yo también quiero conocer ese sitio y no me animaría a ir sola.

—No es lo mismo para ti —se quejó—. ¿Qué sucede si...? —dijo y señaló sus partes íntimas.

—Mira, lo que he leído en internet es que no está muy bien visto que suceda, pero a la vez es algo natural. Si llegara a suceder puedes ponerte boca abajo.

—Vaya... eso sería incómodo —murmuró y Dulce se echó a reír.

—Lo sé, pero también puedes ir al agua... Eso sería lo mejor, nos quedamos allí y esperamos que pase —respondió con naturalidad.

—No lo sé...

—También he leído que no debemos quedarnos mirando fijo a nadie, eso es como mala educación... hay que mostrarse de los más natural...

—Sí, pero... o sea... no sé cómo explicarte esto, pero... el simple hecho de verte desnuda a ti será... muy fuerte... —susurró y se tapó la cara con la almohada, sentía las mejillas coloradas.

A Dulce ese gesto le pareció más que tierno y sonrió.

—Digo lo mismo —añadió—, pero qué más da. Será un secreto entre los dos que nunca le contaremos a nadie —murmuró—. Vamos, nos divertiremos, además solo somos amigos y eso le quita tensión al asunto.

—Sigues siendo una chica hermosa —añadió él.

—Y tú un chico guapísimo —respondió ella y le guiñó un ojo—. No me hagas rogarte más...

—Está bien —aceptó Maxi finalmente—. No sé cómo logras hacerme hacer todas estas cosas...

Dulce sonrió y se acercó para darle un beso en la mejilla.

—Eres genial, Maxi. He preparado desayuno, te espero en el comedor —añadió antes de salir.

Maxi negó con la cabeza y la vio partir, Dulce era divertida, espontánea, arriesgada, cariñosa y tan dulce como su nombre, le gustaba mucho su compañía, pero no estaba seguro de que la hazaña que vivirían esa mañana fuera a salir bien. Suspiró y se levantó para prepararse, cargó algunas cosas en la mochila y se imaginó que en un par de horas más estaría completamente desnudo en una playa junto a una de las chicas más hermosas que había conocido en su vida, y por más alentadora que parecía esa idea, en el contexto de la playa y con personas, también desnudas rodeándolos, no iba a ser algo demasiado cómodo.

Lo que Angie creía que sabíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora