Capítulo 35

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Era viernes por la noche, Angie estaba en la cocina de su casa preparando unas bebidas para subir a la terraza donde le esperaban Bastian, Dulce y Maxi

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Era viernes por la noche, Angie estaba en la cocina de su casa preparando unas bebidas para subir a la terraza donde le esperaban Bastian, Dulce y Maxi. Hacía mucho que no se reunían así, pero era el cumpleaños de Dina, y sobre la hora, la madre de los mellizos había decidido dar una pequeña fiesta con sus amigos más íntimos.

—¿Angie? —dijo Dina cuando ingresó a la cocina—. ¿Has visto a tu padre?

—¿No está en el patio? Se supone que iba a prender el fuego para asar la carne —respondió.

—Ah, iré a buscarlo.

Dina se volteó como para salir, pero luego volvió a mirar a su hija.

—Qué bonita te ves con ese vestido —dijo entonces.

Y es que Angie no era de usar faldas, pero ese día le pareció que podía ser un buen momento para utilizar el vestido con flores que había comprado el verano pasado y que nunca se había puesto.

—Gracias —respondió con una media sonrisa.

Su madre se acercó a ella y le tomó de la mano con cariño.

—Parece que el amor te ha hecho florecer —sonrió.

Angie se quedó congelada tras aquellas palabras, no sabía qué decir y Dina sonrió ante su reacción. En ese mismo instante, Bastian ingresó a la cocina.

—Hola, vengo a buscar las salsas —dijo como si se escusara.

—Pasa... están allá —dijo Dina guiñándole un ojo—. ¿No te parece que Angie está hermosa hoy? —añadió.

—Está hermosa... siempre... —respondió él y Dina volvió a sonreír.

—Les dejo, voy a ir a buscar a tu padre. ¿Quieres que le lleve las salsas yo? —inquirió Dina.

Bastian no tuvo tiempo de responder, la mujer le sacó los potes de las manos y salió de la cocina no sin antes cerrar la puerta.

—Ella sabe algo... estoy segura de que ya nos descubrió —dijo Angie al verla salir.

—Me ofrecí a buscar las salsas porque sabía que estabas aquí y ya no puedo aguantarme las ganas de besarte, estás hermosa —dijo y se acercó a ella.

—Te digo que mi madre sabe lo nuestro... —replicó Angie ignorando al chico.

—Pues no le veo nada malo, si es por mí que lo sepan todos —agregó y colocó su mano derecha en el cuello de Angie para atraerla a un beso.

La muchacha se dejó llevar, pero luego se separó.

—¿Dónde están Maxi y Dulce? —inquirió.

—En la terraza, nos esperan... —susurró casi sobre sus labios.

—Vamos...

Angie se apartó de él, tomó la bandeja con las bebidas y salió dejándolo allí. Bastian suspiró y esperó unos minutos antes de seguirla.

Lo que Angie creía que sabíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora