Capítulo 3

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No tuvieron mucho tiempo para hablar, el timbre que anunciaba el inicio de clases sonó apenas cruzaron la puerta y la voz de la directora Carmen inundó cada rincón de la escuela

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No tuvieron mucho tiempo para hablar, el timbre que anunciaba el inicio de clases sonó apenas cruzaron la puerta y la voz de la directora Carmen inundó cada rincón de la escuela. Los alumnos de último año eran requeridos en la biblioteca, así que Angie guio a Dulce y una vez allí buscaron un espacio.

La mirada de Bastian se fijó en ellas, pero no había ningún sitio disponible cerca, así que tuvo que conformarse con un lugar cerca de la puerta.

—¿Me estás diciendo que la amiga de Angie es tu chica de Punta del Este? —inquirió Maxi con diversión—. Vaya, este sí que será un año interesante.

—Angie me tiene que ayudar con ella —zanjó Bastian con decisión.

—Eso es justo lo que quiero ver —respondió Maxi al tiempo que se sentaba—. Es realmente hermosa —añadió viéndola de lejos.

Dulce era delgada y alta, tenía el pelo negro azabache lo que resaltaba con más fuerza la profundidad de sus ojos verdes. A Maxi le parecía una chica triste, como si estuviera cansada, pero, ante todo, le pareció extraño que su hermana la conociera. Se suponía que entre Angie y él no había secretos y ella no le había contado nunca sobre esta chica.

—¿Cómo la conoce? —inquirió en voz alta.

—Ahora que lo pienso, creo que se conocieron hace unos años, cuando ella fue a aquel campamento... ¿Lo recuerdas?

Maxi volteó a ver a su amigo.

—¿Tú como sabes eso? —quiso saber.

—Eh... bueno... fue un año complicado y tú no estabas... —explicó nervioso. Había pasado tanto tiempo que había olvidado todo aquello—, creo que me lo mencionó alguna vez —añadió para restarle importancia.

La directora Carmen ingresó a la clase y por unos instantes Bastian se perdió en sus recuerdos.

Angie nunca se había visto tan triste como aquel año, tenían quince años, pero la perfecta vida de sus mejores amigos había dado un giro completo. Sus padres se habían separado y se habían llevado a cada uno a una ciudad.

—Nos intercambian como si fuéramos juguetes —se quejó Angie una vez.

Dina se había quedado con la casa con Angie, y Mateo se había llevado a Maxi a mil doscientos kilómetros de distancia, a casa de sus abuelos, donde se refugió un tiempo. Aquel verano, Dina había entrado en una especie de depresión por lo que mandó a Angie a un campamento por un par de meses. Bastian aun recordaba cuando la vio regresar, era un fantasma, la tristeza había calado en su alma y se había llevado hasta el último resquicio de su alegría.

Bastian había creído que tener a Maxi lejos y tener que convivir con Angie iba a ser su peor pesadilla, sin embargo, cuando la vio así, supo que ese solo sería el menor de sus problemas. Algo se le rompió en el pecho y supo que debía hacer algo. Primero pensó que solo lo hacía por su amigo, después de todo era su hermana, su todo... pero luego... luego solo lo hizo.

Lo que Angie creía que sabíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora