El hermoso peluche de felpa

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Todos alguna vez nos hemos arrepentido de alguna decisión que tomamos, y en esta historia soy yo quien se arrepiente de haber llegado a casa con un maldito peluche de felpa.

Sucede que hace algunos días fui a casa de mi tía para entregarle algún encargo de mi madre, pero antes de tocar la puerta de su casa; en el bote de la basura que daba a la calle había un peluche grande, era un oso de felpa color marrón claro con orejas de color oscuro; tenía ojos de botones que aunque no estaban muy bien cosidos, los podía cambiar por unos de plástico y conservarlo, no estaba roto ni estaba sucio, de hecho olía a colonia de alguna marca conocida. Así que lo saqué de allí y lo metí en mi morral ya que el camión de aseo estaba a solo unas calles; era en ese momento que debía decidir o no lo volvería a ver.

No le dije a mi tía lo que había hecho, supuse que me diría que lo botara por alguna razón que no me importa; así que luego de entrar a su casa noté un aire de misterio en el lugar, los que ahí susurraban cierto tema el cual no podía deducir.

Dejando eso de lado, estaba feliz por la nueva adquisición para adornar mi habitación, no sabía porqué lo habían dejado en la basura y tampoco quería saberlo, bien dicen la basura de unos es el tesoro de otros, así que le compré ojos de plástico y luego de ponérselos había quedado como nuevo, luego lo puse sobre un cajón de ropa al frente de mi cama, quedaba perfecto; me encantaba.

Uno de mis defectos como persona es el perfeccionismo, todo debe estar en orden, alineado, una cosa debe conjugar con la otra, la ropa puesta en orden por colores, los zapatos juntos debajo de la cama; y hasta mis útiles personales los pongo de forma horizontal por orden de tamaño. Así que recordaba con total certeza la forma en la que había colocado el peluche; de manera erguida con la cabeza mirando al frente de la cama, en dirección a mis pies.

Mis padres habían salido de la casa por unos días así que me tocaba cuidar a mi hermano menor de solo tres años, quien estaba durmiendo en su habitación ubicada al lado de la mía. Me puse los audífonos mientras estaba en la cocina preparándole la comida a mi hermano, y como no tenía mucha experiencia en eso, estaba del todo concentrado. Al tiempo que licuaba lo que sería la cena del niño, bostecé y cerré los ojos. Sentí algo suave frotarse sobre mi pierna izquierda, les juro que creía que era mi gato, se sentía de la misma forma así que ni me tomé la molestia de mirarle. Fue cuando giré mi cuerpo para tomar un utensilio que miré el suelo para no pisarle la cola, y no estaba ningún gato.

Miré al rededor buscándole y no lo encontré. Me causó curiosidad y fui hasta la habitación de mi hermano a ver si estaba allí, y si, estaba al lado de él durmiendo y por como estaba, no se había movido en bastante rato.

Ignoré lo sucedido y fui a mi cuarto para buscar el cargador de mi teléfono. Prendí la luz, y al salir, con el rabillo del ojo vi que el peluche estaba con la cabeza inclinada en dirección a la puerta; con su cuerpo doblado como si alguien lo fuese movido de ahí.

Oso estúpido, quédate quieto si quieres vivir conmigo. -Dije con burla al tiempo que lo acomodaba en la misma posición que al principio, erguido y mirando a la cama.

En ese momento un vecino de esos que hablan mucho tocó a la puerta, lo atendí por educación y mientras intentaba mantener una conversación yo cada vez le hacía más mala cara para que se fuera, me pedía no sé qué favor; y yo tenía hambre así que no tenía muchas ganas de escuchar los detalles de su trágica vida; fueron los tres o cinco minutos más largos de mi existencia.

Luego de volver a la cocina para llevarle la comida a mi hermano, entré a mi cuarto para apagar la luz puesto que lo había olvidado, y vi que algunas de mis camisas estaban desordenadas. Molesto fui hasta el cuarto de mi hermano quién estaba sentado en la orilla de la cama totalmente quieto.

Intra Infernum-Historias Reales De TerrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora