Internado Maldito

0 0 0
                                    

    Yo tengo una ligera discapacidad intelectual, pero eso no me hace del todo inútil ni tonto como mi familia piensa, no no no, desde niño soñaba hacer muchas cosas, pero, ser como soy me limita en casi todo, o la gente me limita, un poco de las dos cosas, ya ahora estoy en una silla de ruedas pero no siempre fue así, mi familia no me quería, te lo juro, no me querían nada, nadita, se decidieron por deshacerse de mi enviandome a un internado para gente de mi clase, con problemas dónde según ayudan a qué las cosas mejoren para nosotros; pero eso son patrañas, mentiras, nada era como pintaba ser, prefería estar muerto antes de seguir ahí, aunque de todos modos iba a morir en ese lugar.

    He superado el promedio de vida que me dieron los doctores hace muchos años y no pienso morir aún, tengo sesenta años ya, ¿sesenta?, si, creo que sí,  por ahí va la cosa y aún con esta edad y con mis limitaciones puedo recordar perfectamente todo lo que sucedió en mi juventud, en especial el día que me llevaron al internado aquel; san Miguel arcángel se llamaba o se llama, no sé si aún esté funcionando, espero que no.

    —No digas dónde es, no queremos una demanda por difamación, así hayan pasado años la gente suele ser delicadita con eso..., de hecho, casi nos metemos en un problema por ello.  —Le dije mientras lo miraba detallando su lucidez.

     —Ah caray, como sea, a ver, empezaré en la mañana del día en que me estaban entregando al diablo...

    —Iras a un bonito lugar, un internado, allí estarás con gente como tú... así de, tu clase. —Le dice la madre de don Romulo, quien me cuenta la historia.

    —Pero mamá, no quiero ir por allá, yo quiero ir a una escuela normal, me he portado bien, yo no soy tan tonto como ustedes creen, a mí no me importa que se burlen de mi. —Responde Romulo con cierta dificultad en el habla.

    —Pero a nosotros si nos importa que se burlen de nosotros por tener un hijo enfermo; así que súbete al carro ahora mismo que ya hice tus maletas. —Responde su madre con desprecio.

    Desganado y con pesadumbre, Romulo le responde:

    — ¿Al menos puedo irme a despedir de  mi amigo José?

    —No, después, súbete al auto, vamos rápido que tengo cosas que hacer. —Le dice su madre sin el más mínimo interés en cambiar de opinión.

     —Descuida hijo, todo estará bien, es por tu bien. —Dice su padre a pocos metros del auto sin que se le notase genuina preocupación por él.

    Romulo lo entendía o al menos lo veía de ese modo, querían que el ya no estuviera en la casa, se avergonzaban de su hijo. Agachó la cabeza y triste aceptó la decisión de sus padres. Durante el viaje en el auto no hacía más que llorar,

    —Ya bájale a tu drama, pareces una niña llorando por todo, mira el lado bueno de todo, aprenderás cosas nuevas, verás a gente nueva y tratarán de curarte... —Dice su madre.

     —Yo no estoy enfermo, no tengo nada, solo que no pueda hablar bien y que no me pueda mover bien no me hace menos que los demás... —Responde enojado.

    —Pues lo eres, eres diferente a los demás y lo debes de aceptar, no naciste siendo normal, como tú hermano, el es normal, ya estás grande, debes aceptar las cosas como son. —Contesta con cierto tono de desprecio.

    Callado tragandose las lágrimas, no dijo más nada, lo vio innecesario.

    Cuando pasaron las horas de viaje, al fin cuando el auto se detuvo frente a lo que parecía ser una mansión muy pero muy antigua, parecía un lugar decadente, de ahí una mujer con una bata de color blanco salió a recibirnos, su madre no tardó ni tres minutos en hablar con ella para luego de sacar una faja gruesa de billetes y dárselo a la mujer con una muy mala discreción, después de eso le dijo que me bajara del auto y sacara las maletas.

Intra Infernum-Historias Reales De TerrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora