Un día cualquiera me encontré con una amiga de varios años atrás, su nombre era Ámbar; nos tomamos un café y se dió tiempo para conversar tranquilamente.
Ella era una mujer fuerte de carácter, con belleza y determinación. Sabía que quería decir algo pero me hacía entender que no estaba segura de que le entendería o que le creería; y ya después de unos minutos de disuadirla reveló que era lo que le atormentaba, y a partir de aquí empieza su historia.
¿Sabes?, Yo me fui a vivir con mi esposo cuando recién nos casamos a un rancho hecho de latas de zinc, estábamos empezando así que como todo fuimos avanzando poco a poco. Siempre trataba de mantener el orden y la pulcritud, y como tal no me molestaba aún el hecho de vivir en una casa de zinc, lo que no me gustaba era la zona, es por la avenida 0 con calle América.
¿Ese no es el lugar al que le llaman...?. -Interrumpí. Sí, calle infierno. -Responde para luego seguir su historia.
Esa es la parte alta del sector H, no me gustó desde el principio pero era lo que nos daba el presupuesto en el momento, así que nos tocó adaptarnos mientras nuestra situación mejoraba.
Siempre quise saber porqué le decían así. -Le dije. Yo lo descubrí, en los días que estuve ahí me di cuenta porqué le decían así; hubiera preferido nunca averiguarlo por mi cuenta. -Responde dándole un sorbo a su café.
Sabrás que la parte alta del barrio está en su mayoría desocupada, hay muchos terrenos a la venta y casas que nadie quiere comprar. Cuando no tenía mayores cosas que hacer intentaba conocer el lugar, iba a diferentes bodegas y entraba por diferentes callejones, te puedo decir con total seguridad que en casi todas las casas de ese lugar hacían brujería, por donde quiera que pasaba olía a tabaco, habían algunas ramas cortadas colgando de las puertas, y desde algunas ventanas desde afuera se podían ver algunos altares a no se que santos.
Los primeros días viviendo ahí fueron incómodos, y bueno, los siguientes también... Recuerdo que una noche mi esposo no había llegado, y yo no quería estar más en la casa, eran como las once la noche y fui a la parte alta del barrio, me daba más miedo estar adentro de la casa que afuera en esas horas, te podrás imaginar que tan seria era la situación.
Obviamente estaba solo, así que me senté en una banca al lado de un poste de luz en la parte más alta del sitio, de modo que podía ver todo el barrio; si alguna persona caminaba por allí yo la podía ver, y ahora que lo pienso mejor fue bastante estúpido e innecesario haberlo hecho.
No tenía miedo de lo que me pudiera pasar; me sentía segura de algún modo, duré un rato allí detallando el panorama en silencio; miré en todas direcciones y recuerdo que no había nadie, pero al mirar de un extremo de la calle al otro, en el poste de luz más próximo como a unos doce metros apareció una persona que se estaba recostando allí; ¿Cómo llegó tan rápido? no lo sé, el hecho es que no podía verle nada más que el cuerpo, porque el poste en el ángulo que yo estaba me limitaba la vista.
No le di atención, pero si estaba alerta. Así que cada ciertos momentos le miraba como para ver qué acciones tomaba el sujeto, y solo estaba allí. No se movía, por como lo pude ver solo se apoyaba con un pie sobre el poste, y sus manos colgaban. No había nada raro en eso, parecía que esperaba a alguien, sin embargo no podía ver la parte superior de los hombros, y me daba la sensación de que ocultaba su identidad. Sin embargo estaba distraída y al parecer el sujeto solo estaba allí sin más, pero me decidí fijarme en verle el rostro porqué me intrigaba el hecho de no poder verle la cara y reconocerlo, no le quité la mirada de encima durante un buen rato, después de unos minutos el sujeto se movió como buscando algo en sus bolsillos quedando expuesto a mi ángulo de visión, pero no me vi la cabeza, te juro que no le presté atención a ese detalle, pensé que por lo lejos estaba viendo mal, pero el sujeto buscaba algo en sus bolsillos como si estuviera desesperado, miré en otra dirección como para no ser tan obvia de que le estaba mirando, pero me quedé con la curiosidad, ¿Un hombre sin cabeza?, era muy irreal para ser cierto, volví a mirarle y el sujeto estaba en el mismo lugar pero parado en dirección hacia mí, abrí más los ojos para fijarme bien en lo que veía, pero en efecto no tenía cabeza, solo podía verle hasta el cuello. Me dieron ganas de vomitar en ese momento por el susto, creo que no puedo explicar la sensación tan horrible que sentí, pero tanto el terror no era ese, sino que el sujeto venía en dirección mía a paso rápido; ay dios, me acuerdo todavía y me dan ganas de llorar.
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Intra Infernum-Historias Reales De Terror
ParanormalSiempre hay alguien detrás de ti y no hablo precisamente de un ser vivo, espíritus, demonios, entes que buscan manifestarse de algún modo para poder sentir nuestro miedo, y así después de alimentarse de el puedan hacerse más fuertes, más visibles, m...