Ofrenda De Paz

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Las palabras tan cargadas de furia por parte del Sovietico hicieron tensar al omega, quien como única respuesta se aferra más al fornido cuerpo del contrario. Tal acción alerta al alfa, el cual con toda la delicadeza del mundo alza al más bajito de sus muslos, haciendo que sus piernas se enrollen en su cintura, y así dirigirse a su cama, donde coloca a su amado, le regala una dulce caricia en su bonito rostro, y luego se da la vuelta rumbo a su armario, del cual saca otra camisa y se la coloca.

México mira atento las acciones del más alto, su aroma comienza a ser bastante fuerte y varios gruñidos salvajes escapan de su garganta, estaba más que clara la enorme furia del Sovietico. Importandole poco el aura asesina que rodea al mar alto, el tricolor saltó de la cama y corrió tras Rusia al ver que este ya iba rumbo a la puerta de la habitación, el latino intuyo que se dirija a buscar a Finlandia para muy probablemente matarlo.



-Aguanta ¿A dónde vas? -

Comenta mientras intenta detener el avance del eslavo sujetándolo con un abrazo de la cintura, cosa que no funciona, incluso el omega es arrastrado como muñeca de trapo. Así que de un salto se sujeta del fuerte cuello del más alto y rodea su torso con sus piernas.

-voy a matar a ese infeliz de una manera lenta y dolorosa, nadie tiene derecho a tomarte a la fuerza -

-Tú igual casi lo haces…. ¡Dos veces! -

Las palabras del mexicano hacen que Rusia detenga su andar de manera abrupta, de nuevo sintió ese peso en su conciencia, dio un suspiro y volteo a ver al pequeño omega, quien le estaba dando delicadas mordidas en su ancho hombro, eso lo hizo sonreír de manera tierna. Una vez más se dirigió rumbo a la cama aun con México aferrado a él como una pequeña garrapata, de un movimiento ágil, Rusia gira al hispano quedando así los dos frente a frente para poder ver a los ojos al tricolor latino, quien tiene la mirada agachada.

-¿Estás bien? ¿De verdad no te hizo daño?-

Ante las palabras del Sovietico, México alza su rostro un poco, esperaba encontrar una cara aún colérica por parte del alfa, y claro que estaba más que furioso, su ser clamaba por ver muerto al idiota nórdico, pero también estaba preocupado e incluso angustiado por el Omega. De manera delicada, el euroasiático acaricia la mejilla del más bajito, quien por primera vez no rechaza el afecto de Rusia, incluso restregaba su rostro en la mano ajena, como si de un gatito se tratase. Ambas miradas colindan una vez más, Rusia se cerciora que su amado no tenga ninguna herida a la vista. Su ceño se frunce al notar los rasguños en las muñecas del omega, las toma con cuidado y comienza a repartir besos y pequeñas lamidas que curiosamente alivian el dolor punzante que había estado experimentado todo el día en esa zona lastimada.


-Ni siquiera sé por qué diablos estoy aquí ¡Se supone que yo te odio!

Rusia da una pequeña risa ante las palabras del contrario, recibiendo como respuesta un pellizco en su pezón, el Sovietico sólo hace una pequeña mueca de dolor rápidamente se soba la zona lastimada, y ahora es el turno de México de reír.

-Bueno, se supone que yo no debería haberme  enamorado de un omega hombre, ya que hasta hace un par de meses  me consideraba cien por ciento heterosexual-

-Finlandia también decía ser heterosexual, también juraba amarme y que nunca me haría daño…Pero hoy me demostró su verdadera cara ¿Quien me asegura que no harás lo mismo? Ya intentaste desvirgarme¿quién me asegura que cuando baje la guardia no me harás daño? Además, nada podrá borrar lo que hiciste con América y con sus padres… -

México guarda silencio al notar la penetrante mirada violeta del contrario sobre él, debía admitir que era intimidante, y su omega interno le ordenaba que bajará la mirada a modo de sumisión, pero el latino en ningún momento se doblegó, incluso encara al alfa, quien tras unos segundos de seriedad le roba un pequeño beso al más bajito.

BittersweetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora