Dirty Laundry [Drarry]

40. Time, time, time hasn't told anyone else yet

—Esto es una estupidez.

—Tú hazlo, va a ser genial. —se rió Draco.

—Sí tienes claro que Harry nos va a matar, ¿verdad? —le dijo Pansy.

—Bueno, tampoco creo que sea para tanto si en un año se puede ir a vivir con Sirius y nada más tiene que estar unos meses atado a esos horribles Muggles.

—Sí, quiero ver la cara de Harry. —dijo Ron.

—Bien. Allá voy. Nos vemos en un rato.

Pansy avanzó hasta el número 4 de Privet Drive y tocó el timbre, que resonó por toda la casa.

El tiempo desde las vacaciones de invierno pasó en un parpadeo. Con los TIMOs, los exámenes, toda la carga académica y relaciones interpersonales caóticas, fue como si no tuviéramos tiempo para procesar lo que estábamos haciendo y solo lo hacíamos, hasta que llegó el verano y esas vacaciones se estaban pasando igual de rápido, como si el tiempo nos quisiera robar la juventud.

—Diddy, cariño, abre la puerta. —dijo Petunia que estaba en la cocina picando tomates.

Dudley se levantó de mala gana y abrió la puerta con pesadez, sin esperar encontrarse con la chica más hermosa que jamás hayan visto sus ojos. Su cabello negro, corto y liso, con un flequillo que caía suavemente sobre sus cejas, una argolla plateada en su respingara nariz y unos carnosos labios pintados de negro, que estaban inflando un globo de chicle de menta. Sus ojos grandes, con largas pestañas y un Perfecto delineado. Su delicado cuello adornado con un choker negro y una cadena plateada con un dije de mariposa incrustado con diamantes que destellaba sobre su top negro que estaba sobre una ajustada falda del mismo color, con botones plateados en el centro, la cual estaba a la altura de su estrecha cintura.

—Um... hola —dijo ella—. ¿Está Harry en casa?

—¿Harry?

—Harry Potter. ¿Está? —asintió ella.

—¿Quién es, Pumpkin? —Petunia se acercó a la puerta mirando extrañada a Pansy.

—Hola, soy Pansy.

—Está preguntando por Harry. —dijo Dudley.

—¿De donde lo conoces si se puede saber? —Petunia la miró de arriba a abajo.

—Oh, bueno... Es un poco vergonzoso. Estaba cargada de libros y se le cortaron los frenos a mi... bicicleta, cerca de una de las propiedades de mi padre —asintió ella jugueteando con su collar de mariposa—. Y Harry me ayudó. ¿Está en casa?

—Tráelo cariño —dijo Petunia dándole unas palmaditas en el brazo, entonces Dudley subió—. ¿Quieres pasar?

—En realidad, lo esperaré aquí —ella se asomó hacia adentro y vio a Harry bajando—. ¡Harry!

—¿Pansy? —bajó más rápido y salió de la casa para verla y agarrarla de los hombros—. ¿Qué haces aquí? —le susurró.

—¿No estás feliz de verme?

—Digo... sí, solo...

—Ya nos vamos. —Pansy miró a Petunia y se fue del brazo de Harry, prácticamente jalándolo lejos de la casa.

—¿Qué verga, Pansy? ¿Quieres que me maten? ¿Qué haces acá?

—Tranquilo, les inventé que me salvaste la vida y se lo tragaron o qué sé yo. Son horrendos esos Muggles. En fin. Vinimos a verte. —le dijo caminando hasta aquel parque.

—¿Vinimos?

—Yep.

Harry alcanzó a ver una cabeza rubia platinada sentada en un columpio y otra roja girando en aquel juego.