Dirty Laundry [Drarry]

18. Trap

«He pasado tanto tiempo sin escribir aquí...

Creo que fueron las mejores vacaciones de mi patética vida. Nunca me divertí tanto ni me sentí tan querido, hasta que volví a esta horrible casa y volví a ser miserable.

Aunque el remate con Draco estuvo más que bien... me moriría si alguien leyera esto y supiera lo patéticamente cursi que soy, pero como lo extraño...

A veces se enciende la luz de mi brazalete y estamos un rato con la luz azul, me gusta pensar que es porque él también me extraña a mí, y que sepa que todos los días duermo abrazado a ese peluche de serpiente que me dio, como si fuera la rama de un árbol del que le estoy cayendo. Lo poco que duermo, en realidad.

Se supone que estoy de vacaciones, pero estoy más cansado que nunca. En casa de Ron las pesadillas no eran tan frecuentes, pero desde que llegué aquí, es como jugar a la ruleta rusa entre un sueño húmedo que involucre a Draco en faldas, en cuero, o ambos, o la horrible muerte de Cedric en bucle.

Además, me la paso escuchando las noticias a escondidas, buscando diarios en cada basurero o puesto o lo que sea para poder saber si Voldemort ya comenzó su genocidio.

A eso hay que agregarle que todo el tiempo todo es súper tenso en esta casa. Cuando llegué no me dijeron nada sobre qué Dudley me vio con Draco en el centro comercial, ni una palabra de nada, absolutamente nada. Solo miradas frías que me juzgan. Quizás les intereso tan poco que ni siquiera les importa...

Pero bueno, de igual forma, si me corren de la casa me puedo ir a vivir con Sirius o algo así, y honestamente eso espero. Es más, he pensado en salir del closer e inventar que me prostituyo para que me echen de la casa y poder irme con Sirius o simplemente vivir en el bus noctámbulo, total toda mi vida aquí cabe muerta de risa en una triste maleta.

Solo quiero que estos días pasen rápido, nunca he estado tan ansioso de volver a clases, y jamás hubiera pensado que iba a estar tan ansioso de ver a Draco. Quiero saber en qué animal se puede convertir, espero que en un hurón para así reírme de él y ver esa carita de enojo y odio que me pone.

Bueno, escribir de estas cosas no es seguro en esta horrible casa, así que volveré a hacerlo cuando vuelva a Hogwarts.

Ahora sé qué clase de estúpido tiene un diario.

Yo.»

Harry soltó un suspiro silencioso y miró a las hortensias entre las que se estaba escondiendo, mientras sonaba un comercial de cereal en la tele. Desvió la vista de las flores para observar a la señora Figg, que tanto le recordaba a la loca de los gatos, más aún porque en ese momento fruncía el ceño y susurraba cosas para sí misma. Ahora que Harry estaba consciente de las cosas, creía que probablemente iba a terminar así, en una casa suburbana con cincuenta gatos.

De todos modos tenía éxito con los animales en general, y el gato de Hermione lo adoraba por alguna razón. Siempre se ponía sobre sus piernas y buscaba su mano para que le hiciera cariño tras la oreja o en el cuello, incluso se dejaba acariciar la panza. Solo lo hacía con él y Hermione.

Por una parte Harry estaba aliviado de estar oculto entre esos arbustos, porque últimamente la señora le ofrecía mucho té. Sabía que eran británicos, pero no podía entender quien en su sano juicio tomaba el té con como cincuenta grados, las aves que volaban caían asadas al suelo y en ese pavimento se podía freír un huevo en treinta segundos.

Después de un silencio, comenzó a escuchar a los Dursley hablar sobre lo popular que era Dudley por andar tomando el té sepa donde. Harry sabía que no era precisamente té la hierba que andaba tomando, y no en la casa de nadie, sino que en el parque. Poco le importaba en todo caso, mientras no le robara la suya, que cuando podía la fumaba cuando se iban del parque.