Capítulo 9: Reencuentro

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Un día libre, significaba que podía hacer lo que quisiera, pero sentía que hubiera preferido quedarse con él a ayudarlo con cosas del trabajo, su socio hacia que el trabajo se sintiera placentero.

Ed su amigo apenas recibió esa llamada de que Louis tendría el día libre, era para que ya lo estuviera arrastrando a beber, como los bares estaban cerrados en donde estaban, le hizo la sugerencia de ir a su casa y tomar una siesta para prepararse para la noche.

Romeo lo esperaba maullando, esperando su comida, él sirvió un poco de comida para gatos que compró en un supermercado. Hoy no comería con Harry, así que tendría que preparar con lo poco que le quedaba, guisantes y espárragos. Como jugo nada menos que la limonada endulzada con leche condensada.

Se sirvió un buen plato de guisantes, que preparó con tomates y cebolla, dentro de un caldo que había dejado ayer. Al menos comer esto, tendría que comerlo en cantidad si pensaba beber hoy bastante, para estar en pie mañana.

Cuando fueron las ocho en punto, Ed tocó el timbre de su casa, lo vio con esa sonrisa, colgando de brazo una chica que no había visto antes, parecía muy linda.

— Louis, una amiga.

— Hola — le hizo señas con los dedos a Ed.

Por supuesto su amigo entendió que no le creyó el hecho de que fuera solo una amiga.

— Heather y yo nos conocimos en el trabajo. Ya sabes días de oficina.

— Un gusto conocerte — le sonrío Louis.

Heather era la única chica que iba con un chico, en este bar, pues se trataba de uno gay, sabía que Ed lo trajo para que ligara con algún chico pero bueno eso era lo menos que quería.

Las luces rosa iluminaron el pequeño bar, una gran drag queen salió del escenario, Louis sintió que se le hacía familiar pero no pudo reconocerla del todo. La drag se empecino en cantarle solo a él y bailarle. Le pasaba sus plumas rosa por su cara y lo miraba una y otra vez. Cuando puso su mano sobre su pierna vio el anillo que le regaló alguna vez a alguien.

Se levantó de la silla y fue a acercarse donde estaba Ed, de todos los lugares tenía que estar él justo aquí, sabía que le gustaba vestirse de mujer en ocasiones, pero no que bailara como drag en un bar. Sentía que ya estaba asfixiado.

— Louis.

Estaba sin el vestuario y con la cara lavada, pero restos de labial. No sabia que hacía con ese anillo puesto si ahora tenía novia.

— Quiero hablar contigo — le intentó tocar el rostro aunque él se resistió.

— Yo no, adiós.

Agarró su billetera dispuesto a irse y vio de repente a su socio entrando al bar, se le hizo sumamente extraño que estuviera en un lugar como estos.

— Hola Louis — lo saludó al verlo.

Vio que el mismo chico del centro comercial estaba de nuevo, se preguntó si estarían saliendo de nuevo.

— No sabía que solías frecuentar esta clase de sitios.

— Un bar gay, desde luego Louis, hay muchas cosas que no conoces de mí aún. Te pediría que me digas cuál es la mejor bebida de este lugar, pero veo que estás muy bien acompañado.

— No, él solo es una molestia que gracias a ti tengo una excusa de librarme.

Lo agarró del brazo para llevarlo a la barra de licores, la llegada inesperada de Harry sirvió para que Daniel no viniera a decirle cosas indeseables.

— Está mirándote.

— Que me mire todo lo que quiera.

— Si tú lo dices — sonrió.

— Por cierto Harry, nunca pensé que te gustara venir a estos sitios. No pensé que fueras...

— ¿Gay? Pues no del todo lo soy. Me voy a casar con una mujer pero también me gustan los chicos.

Lo quedó mirando mientras decía eso, metiendo la pajilla en su boca y relamiendo sus labios rosados. Se dio cuenta de que él lo estaba observando y le dedicó una sonrisa pícara.

— Bueno, nunca he tenido una relación estable con un chico, uno que otro pasatiempo cuando era más joven, pero desde hace 3 años que estoy con Fiorella solo la deseo a ella.

— A mí nunca me han gustado las chicas, pero si tuve novias en mi descubrimiento.

— Sabes Louis, eres muy buen chico y además atractivo, no entiendo cómo te metiste con un tipo como el de allá atrás.

— Era encantador, sabía usar esa lengua para debilitar las más altas barreras de mi corazón.

— ¿Acabas de decir lengua?

Harry se mordió los labios y lamió  la fresa que estaba en su delicioso cóctel.

— Eres un malpensado.

— Cómo no serlo, con lo que acabas de decir.

— ¿Y qué hay de tu reconciliación con tu prometida? ¿No deberías estar enredado de sábanas con ella?

— Volvimos a discutir luego, sus padres la llamaron por un asunto de vida o muerte que resultó ser una cañería tapada.

Exigieron que los ayudara a arreglarla, para luego llamar al plomero y que pudiera arreglar el desastre que empeoramos.

— Tu prometida parece poner a su familia por encima de todo, eso no está mal, pero debería darte también un espacio.

— Lo sé, Louis sabes eres bueno escuchando. Si no me hubiera atravesado contigo, tal vez estuviera totalmente borracho vomitando y cantando en este bar, canciones de desamor. Empiezo a considerarte algo más que mi socio.

Se acercó a su oído, lo que le produjo cosquillas a Louis, con su voz grave y el aire caliente que desprendía su boca.

— Te empiezo a ver como un gran amigo.

Le dio un beso en la frente y lo abrazó, parecía un niño pequeño.

Un celular comenzó a sonar, él se tuvo que levantar para contestar, era su madre, Anne.

— Que hijo tan maleducado, no le dices a tu madre que te vas a casar ¿Pretendes que lea el reportaje por revistas? Por supuesto que no, acabo de llegar, ven a buscarme al aeropuerto.

¿Café o té? L.S Donde viven las historias. Descúbrelo ahora