Capítulo 27: Ludopatía

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Meses después

Dados rojos en el suelo, su rímel corrido, un par de partidas más perdidas, su idea de recuperar el restaurante con el juego fue una pérdida. Todos los días llegaba al casino, la mala suerte la acompañaba.

—Una partida más— dijo con su boca adormecida del alcohol.

—¡No más Fiorella!

Ella se levantó sin poderse poner de pie, cayendo en los brazos del gerente del casino. La razón por la cual la chica se mantenía con vida era por el jefe, ella era una deudora y a las personas como ella, acababan con su vida.

La llevaron a rastras del casino, el jefe salió del salón y la miró, le dio unos boletos de avión en su mano.

—Son tu boleto de salida Fiorella, no puedo protegerte más, olvídate del restaurante y sigue con tu vida en Londres o sino tú y tu familia estarán muertas para una semana.

Fiorella agarró los boletos y fue mandada en un carro conocida rumbo a su casa alquilada con su familia, quienes le dieron un caldo para la borrachera y la ayudaron a subir a la cama.

—Siempre nos culpaste de haber perdido todo en el juego y tú Fiorella, eres mucho peor.

— El niño ha pasado llorando desde que te fuiste ¡No puedes tomar por el amor de tu vida! Lo estás amamantando.

—No me importa.

Miró al niño

—Ese niño te dará lo que necesitamos.

Harry miraba fotos de bebés y en lo bello que sería tener un hijo. Louis lo pilló en medio de eso, se le acercó al hombro y lo besó. Estaban pasando tiempo juntos en su apartamento.

—Piensas en el bebé, podemos ir a Italia si lo deseas.

—¿No te molestaría Louis?

—No, para nada, es tu hijo y yo lo aceptaría sin problema hasta incluso jugaría con él.

Harry se dió la vuelta y lo besó, se veía tan hermoso con ese suéter azul.

—Eres el mejor y además hueles delicioso.

Sintió el aroma de su cuello con perfume de tintes cítricos. Acarició su cabello y puso la cabeza sobre su hombro.

Elliot vestía elegantemente, hacía tanto frío, estaba nevando, miró a Stefan que comía un perro caliente. Él sostenía un vaso con cerveza.

—Esta delicioso, lo probé antes de llegar acá.

—Elliot me pregunto ¿Cómo lo haces?

—¿Cómo hago para?

—Para no querer tener sexo, me resulta imposible de creer, amo el sexo, con la mayoría de mis parejas no hemos pasado de la semana para tener nuestra primera vez.

— Si existe el sexo sin amor como es tu caso ¿Por qué no habría de existir el amor sin sexo? Tengo una forma diferente de expresar el amor, sin el sexo.

Elliot se acercó a él y lo besó, se sintió dulce y tierno, algo que nunca antes había probado Stefan. Lo miró con esos ojos verdes y su cabello ondulado, era tan hermoso.

Estaba dispuesto a arriesgarse a terreno insólito, había creado un vínculo con Elliot como ninguno.

Gemma se puso a preparar huevos con pancakes para ambos, era la invitada pero quería mostrar sus dotes de cocina, su hermano la vigilaba, metiendo dedos en el chocolate.

—Harry que mal hábito tienes ¿Louis cómo lo soportas?

—Las maravillas del amor.

Harry se chupó los dedos y ayudó a revolver a su hermana.

Fiorella llevaba el cabello corto y se lo había tinturado de rojo, ya no más rubia, lo había hecho para protegerse en Italia, pensaba retomar el rubio luego de tiempo instalada en Londres.

Sus padres la acompañaban, iban a dormir en un motel a las afueras de la ciudad, uno un poco feo, pero era para lo que tenían. Ella tendría que cocinarles.

Fue al supermercado a comprar la  comida para la semana cuando vio a alguien conocido, se trataba de Liam, amigo de Harry, se escondió detrás de una revista, él se la quedó observando y no dejó de seguirla con la mirada. Volteó un momento para pagar algo y ella pensó que no la había visto y se apresuró a quitarse la revista para comenzar a pagar los productos, él la vio por el rabillo del ojo. No podía creer que esa mujer estaba de nuevo aquí. No eran buenas noticias.

¿Café o té? L.S Donde viven las historias. Descúbrelo ahora