Capítulo 32: La primera vez

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Ella portaba gafas de sol y mecía su bebé entre sus brazos, el pequeño niño llamado Edward como su supuesto padre, tenía una expresión seria delante de su madre, quien intentaba fallidamente hacerlo reír.

—Hasta no puedo hacerte reír, es el colmo, pero no te preocupes, muy pronto no tendrás que soportarme y  habrá alguien que se encargará de ti.

Harry cruzó por la puerta de aquél restaurante, había recibido un mensaje de Fiorella diciendo "Necesito tu ayuda", obviamente él había ido corriendo tras ella, para saber qué sucedía, si algo había pasado con su hijo.

—¡Fiorella dime que él niño está bien!— exclamó angustiado.

—Lo está, amor, pero te digo algo, necesito un pequeño favor tuyo, espero que no te moleste. Necesito ir a trabajar hoy en la tarde y me preguntaba si puedes quedarte con él o tienes alguien que lo cuide.

—No hay problema con ello, estaré ahí para mí hijo siempre, aunque esté demasiado molesto contigo por irte y alejarte de mi hijo durante tantos meses.

—Eres un rayo de sol Hazz— le dio un beso en la mejilla y él torció la cara— Perdóname.

—Ya lo hice.

Ella se marchó supuestamente a trabajar, hoy iría al casino a jugar con lo poco que tenía.

Para su suerte había logrado capturar la atención de uno de los jugadores de póker, quien la habia invitado a un trago, solo un par de coqueteo más y le regalaba varias tiradas de póker y ¿Por qué no? Varias apuestas a la ruleta.

—Soy un amuleto para los jugadores, dicen— ella sonrió pícaramente.

El bebé lloraba sin remedio, no sabía qué hacer, cómo cargarlo o qué decirle. Estaba a punto de ponerse a llorar por no saber Que hacer. Louis entró por los gritos del bebé y lo cargó en sus brazos de tal forma que lo calló.

—¿Cómo hiciste eso?

—Solo lo cargué en una posición cómoda, lo tenías de una forma tan incómoda que él no paraba de llorar, aprendí a cómo cargarlos gracias a mis hermanos gemelos, yo me encargaba de ellos cuando mamá no podía.

—Gracias, no sé qué hubiera sido de mí, si no entrases por esa puerta. Te pediré un pequeño favor que obviamente tendrá pago. Lo que te pediré es que por favor te quedes con el niño esta tarde cuidándolo, te doy el día libre. Aquí están las llaves de mi apartamento, te doy dinero para que le compres lo necesario.

Le entregó las llaves y unos billetes, con un gesto de preocupación de un padre.

—Lo haré Harry, siempre puedes contar conmigo.

Harry le sonrió, mientras los ojos verdes le brillaban. Era justamente los pequeños detalles que le habían hecho amarlo tiempo atrás.

Louis cargaba al bebé en sus brazos mientras abría la puerta de su carro y lo colocaba en el asiento trasero con cinturón de seguridad, manejaba despacio y cada vez que podía miraba hacia atrás para ver que todo estuviera bien.

Harry vivía en un penthouse, así que tenía que subir 25 pisos en el ascensor mientras sostenía al bebé, que viéndolo bien no le hayaba parecido a su padre, era muy parecido a su madre, tenía el cabello rubio y los ojos azules tal cual como ella.

Cuando llegaron él se dispuso a prepararle un tetero para luego mecerlo en sus brazos cantándole canciones de cuna, hasta que el bebé apretó los puños y se aferró a su camisa y cerró los ojos, era tan inocente. Nada parecido a su madre que era el mal propio.

Mientras Louis cuidaba el bebé, Fiorella tomaba y jugaba una y otra vez gastando el dinero de su acompañante, quien al ver que no  ganó la última partida, la apretó por el brazo fuertemente.

—Ya has jugado demasiado, me voy del casino, paga tu misma el resto de las tiradas. Eres hermosa, pero demasiado adicta para mí gusto.

Le dio un beso en los labios y le metió un billete entre medio de los senos.

—Esto es para el taxi.

Fiorella lanzó el vaso de vidrio que llevaba en la mano con whisky y rompió en llanto, saliendo del casino, con la pestañina corrida y apretando a trago.

En el ascensor iba uno de los accionistas del casino, quien fumaba y la miraba por el rabillo del ojo.

—Pareces pérdida ¿Está todo bien?

—No quiero que el juego termine nunca— le dijo en medio de su llanto.

—He visto tu discusión con uno de los jugadores, también me he dado cuenta lo mal que has jugado hoy, te diré un secreto hermosa, nunca se debe jugar desde la ansiedad, estás dejando que tus emociones te controlen, en el juego hay que tener la cabeza fría. Si quieres que te enseñe más secretos sobre el juego, hermosa, acompáñame a mi casa.

El hombre alto y con rasgos israelíes, parecía tener entre unos 36-40 años, era de buen parecer y parecía ser un salvavidas que ella necesitaba con urgencia tomar para no ahogarse en el mar de oscuridad que la estaba consumiendo. Se acercó a él y lo beso irrumpiendo en el pequeño espacio que los separaba, él acarició su pierna descubierta y apretó su trasero, cargandola y correspondiendole con tal deseo.

Harry estaba cansado del trabajo y cuando llegó a su apartamento se encontró con Louis, durmiendo el sofá, se veía tan hermoso y puro así, tuvo la necesidad de acariciar sus mejillas y palpar sus pestañas, que hicieron que él de un sobresalto se levantara.

—Hazz estás aquí.

Como le gustaba cuando él decía ese apodo.

—Quería darte las gracias por ayudarme con el bebé, eres una gran persona Lou.

—No fue nada, solo hice lo que cualquiera haría.

—Cualquiera no haría lo que haces, creo que por eso me enamoré de ti.

Quedaron frente a frente mirándose a los ojos, los labios de ambos eran una tentación para los dos, lentamente se fueron acercando y cuando estuvieron a punto de besarse el llanto de un bebé hambriento irrumpió el momento lleno de tensión y deseo.

¿Café o té? L.S Donde viven las historias. Descúbrelo ahora