Ojalá el demonio no hubiera dicho nada. Ojalá hubiera sido un buen demonio y se hubiera quedado callado antes de que lo mataran. Se hizo un silencio...el silencio de la calma antes de la tempestad. Hasta que se desató el caos: Evan se abalanzó encima del demonio mientras que entre Lau, Izzy y Vicky intentaban apartarlo.
—¿QUÉ QUISISTE DECIR CON <<LA CHICA>>? ¡HABLA COSA ASQUEROSA!
—Evan cálmate, por favor —imploró su hermana, todavía pasmada.
—Sólo dicen tonterías —le recordó Isabelle—. Jace, encárgate de él.
Pero Jace se había quedado atónito ante ese apodo. Sólo lo había escuchado una vez, cuando los asesinos de su padre quisieron atacar a Vicky. Ella siempre había sido el blanco; sólo arremetieron contra él porque era un obstáculo, porque no dejó que le hicieran daño. Y justamente Jace, que conocía todas las tácticas de pelea posibles desde niño, se percató de que en ningún momento atacaron con el objetivo de matarla, a pesar de que tuvieron oportunidades de hacerlo. Recordó la sangre de su padre sobre sus pies... Si su padre, quien le había enseñado todo lo que sabía, no pudo con ellos, definitivamente le hubieran quitado la vida de haberlo querido. Claro que contaba con la ayuda del mejor cazador de sombras de su edad, pero esos eran otros detalles...
Volvió en sí cuando escuchó una risa inmunda. El demonio estaba feliz por el revuelo que había armado y por otro lado, Evan no paraba de protestar.
—Ev, es sólo una coincidencia...
Vicky también tendría que haberse quedado callada.
—¿No te parece demasiada coincidencia?
—Ev, es un demonio. Isabelle tiene razón, no tienes que escucharlo.
Sin embargo, Evan tenía razón: era demasiada coincidencia.
—Explícate, engendro —le ordenó Jace al demonio con voz grave, amenazándolo con su espada.
—Por favor Jace, tú no —le suplicó Vicky colocándose a su lado—. Ya sabes cómo son.
Vicky, Evan y Laura habían aprendido a lo largo del tiempo que hablar con un demonio, al cual se lo estaba amenazando de muerte, era como hablar con Pinocho: algunos enunciaban los más absurdos disparates para salvar su pellejo, y otros con más experiencia, sabiendo que eso no pasaría, se llevaban cualquier secreto de vuelta a su dimensión. Sin embargo, Jace no le hizo caso y siguió mirando al demonio esperando una respuesta.
—No es el primer demonio que nos cruzamos que jura saber dónde está Valentine, Jace —advirtió Alec.
—Dime, ¿por qué iba a ayudarte sabiendo que lo vas matar de todos modos? —apeló Vicky—. Son idiotas, pero no tanto.
Jace, que todavía miraba al demonio con recelo, se volvió hacia ella para responderle. Pero el monstruo que estaba en el suelo aprovechó la distracción de su atacante y trató de herirlo para librarse de su agarre. Afortunadamente, Jace fue más rápido.
—Quieto —volvió a amenazarlo—. Explícate de una vez.
El engendro volvió a reírse otra vez, sin decir una sola palabra. Vicky se hartó y sacó su propia espada. Iba a matarlo cuando volvió a hablar.
—¡Valentine ha vuelto! ¡Todos los Mundos Infernales lo saben!...¡Puedo decirles dónde está!
Vicky y Jace se miraron.
—Es suficiente, estamos perdiendo tiempo —declaró ella—. Sólo se está burlando de nosotros.
Jace, al fin resignado, se decidió a matar al demonio y éste empezó a gritar mirando a Vicky.
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Los Hijos del Círculo
FanfictionJace Wayland y los hermanos Lightwood estaban solos en el Instituto de Nueva York cuando un grupo de desconocidos irrumpe en su hogar: dos hermanos con una chica en brazos: Victoria Darktail, a quien Jace reconoce. A medida que pasa el tiempo las hi...