28. El regreso del caos

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Hola!! Bienvenidos a un nuevo capítulo de esta maravillosa historia. Por suerte, esta vez tardé mucho menos en publicar, así que quiero suponer que me detestan menos (?

Entonces, ¿cómo será el despertar de Victoria en la habitación de Jace? ¿Y el reencuentro con Julian después de semejante noticia? Lean y lo descubrirán...

***

Había luz. En medio del oscuro bosque Brocelind, cerca del lago Lyn, ella caminaba con un largo vestido blanco hacia ese alguien iluminado, que opacaba todos sus temores.

—¿Jace?

Jace, rodeado de un aura dorada, se acercó lentamente hacia ella, hasta que quedaron frente a frente. Le corrió un mechón del rostro con dulzura. Victoria le sonrió entre lágrimas mientras él la acariciaba.

—Estoy aquí.

Luego se abrazaron fuertemente, fundiéndose el uno con el otro.

***

Vicky abrió los ojos lentamente. Se acurrucó en la cama, refregando su cara en la almohada. Se sentía como nueva: no cargaba con el peso del más mínimo cansancio; estaba más fuerte que nunca. Hace mucho tiempo no dormía así de bien. Se percató del perfume impregnado su almohada que se filtraba por su nariz. No podía recordar en dónde lo había sentido antes, pero la hacía extrañamente feliz. Se colocó boca arriba y luego de desperezarse, contempló la habitación que la rodeaba. Se sorprendió por el orden y la pulcritud que la envolvía; no recordaba haberse tomado el tiempo de doblar la ropa y ordenar sus cosas. Tampoco recordaba haber hecho la cama, que estaba perfectamente tendida del otro lado, donde ella no había dormido. Decidió que no le importaba así que, luego de cinco minutos más en la cama, se puso de costado para sentarse y levantarse del todo.

No fue hasta que entró al baño y se lavó la cara que se dio cuenta que llevaba la ropa del día anterior. La única explicación lógica era que debió haberse quedado profunda en su última siesta, y habría dormido tantas horas que quedó atontada. Luego buscó su cepillo de dientes y se extrañó al ver que no estaba. De hecho, no había ninguno. Ahora comenzaba a preocuparse; estaba convencida de que no lo había tirado. Buscó a los costados por si se le había caído y en la pequeña puertecilla debajo del lavamanos por alguno de repuesto, pero no encontró nada además de desodorantes y lociones masculinas. Con el ceño fruncido, se levantó lentamente, sin entender qué hacían dichos objetos allí. Regresó al cuarto y volvió a contemplarlo. Sabía que había algo raro, pero no podía distinguir el qué. Sin saber muy bien lo que hacía, abrió un cajón, tal vez para buscar algo que le fuera familiar. Y lo encontró: un cajón con bombachas. Aliviada, sacó una pero al examinarla mejor, se dio cuenta de lo que realmente era: un calzoncillo. Lo soltó dando un gritito y cerró el cajón de golpe. Miró a su alrededor, tratando de descubrir dónde estaba pero no le tomó mucho tiempo; sólo tuvo que fijarse en una prenda, una chaqueta de cuero que Jace le había prestado. Había pasado la noche en la habitación de Jace.

—Por el Ángel —musitó.

Retrocedió hasta tropezarse con la cama, donde terminó sentándose, tiesa de inquietud. <<¿Qué estoy haciendo aquí?>> se preguntaba sin parar hasta que imágenes mentales le dieron la respuesta: ella bebiendo sin parar, estando cerca de Jace, caminando con él en el pasillo, ambos parados en la puerta...

—Oh Dios.

Lo primero que hizo fue mirarse a sí misma. <<Nada pasó. No llevarías tu ropa puesta si hubieses hecho algo estúpido>>. Soltó un suspiro de alivio, recordándose a sí misma que no había la más mínima posibilidad de que algo pasara entre ella y Jace, bajo ninguna circunstancia. Sin embargo, aún la invadía la intriga del motivo por el cual se encontraba allí. Entonces decidió calmarse e ir a su habitación en busca de respuestas.

Los Hijos del CírculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora