1. Recuerdos del Pandemónium

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Era una tarde tranquila en el Instituto de Nueva York. Jace Wayland estaba en su habitación sorprendentemente ordenada para un chico de su edad, dibujándose un par de iratzes después de un arduo entrenamiento. Las runas curativas se fundían en su piel, dejando un leve ardor mientras las trazaba con su mano hábil, la izquierda. Había obtenido sus primeras runas a una temprana edad, y al instante comenzó su entrenamiento como guerrero, en la mansión Wayland en Idris. De eso constaban sus primeros recuerdos: runas, armas y su padre, Michael.

Ahora su dormitorio, como todos los del Instituto, no era demasiado grande y contaba con una cama cubierta de sábanas blancas, un par de mesas de luz de madera y un cuarto de baño, pero no se quejaba: tenía una familia, un parabatai y una vida llena de adrenalina proveniente de cazar demonios día a día, y esa sería su vida hasta que sus cenizas se quemasen en la Ciudad de Hueso.

Iba a darse una ducha cuando escuchó un fuerte ruido que parecía provenir de la entrada del Instituto. Probablemente eran sus padres adoptivos, Mayrise y Robert, llegando de su viaje pero ellos nunca entraban de una manera tan... ruidosa, por así decirlo. Luego escuchó voces, voces extrañas y desesperadas...

Salió rápidamente y bajó corriendo los pisos que lo distanciaban de la entrada del Instituto hasta que llegó al umbral y se detuvo de golpe. La causante del ruido era una cazadora de sombras alta, delgada, con un cabello negro por encima de sus caderas, de tez morena al igual que el muchacho que se encontraba a su lado. Se parecían mucho excepto porque el chico era un poco más alto y tenía el pelo rapado y... a alguien en sus brazos: otra guerrera que estaba cubierta de sangre que manaba de heridas que recorrían su cuerpo. Su cabello castaño ondulado le ocultaba el rostro.

—Necesitamos su ayuda. ¡Por favor! —suplicó el chico.

—Está muy débil. Le hice una runa para detener el sangrado pero no responde a mis runas curativas. ¡Está muriendo! —En la voz de la cazadora de sombras había pánico y preocupación.

—¿Qué está pasando aquí? ¿Qué son esos gritos? —preguntaron los hermanos Lightwood: Alec e Isabelle, que acababan de llegar.

Jace, sin apartar la mirada de la chica ensangrentada, le dijo a su parabatai:

—Alec, llama a Hodge y dile que se comunique con Los Hermanos Silenciosos o un brujo. Está muy grave.

Luego, sin pensarlo, tomó a la muchacha inconsciente en sus brazos y, antes de que el otro pudiera protestar, los guio hacia la enfermería. Con grandes zancadas se dirigieron hacia una gran habitación con numerosas camas y Jace dejó cuidadosamente a la muchacha en una de ellas. Le sacó un mechón mojado de sangre y lluvia de la cara, descubriendo su rostro. Se quedó escrutándolo, cada facción como si viera una vieja fotografía y quisiera descifrar en dónde la habían tomado. Hasta que luego sintió las miradas de todos clavándose en él y, al recordar por qué estaban allí, se alejó.

Mientras los demás charlaban entre sí, Jace intentaba hacer memoria...podía jurar que no la había visto hace mucho. Y de repente, una imagen cayó en su mente como un rayo: el Club Pandemónium. Tres noches atrás, había ido con Alec e Isabelle a cazar demonios. Esas cosas que tomaban forma humana iban por mundanas que querían intimidad. Cuando la mundana ilusa lo llamaba para ir a un lugar más oscuro, era el instante donde el monstruo hacía cosas dignas de un monstruo, para luego absorber toda su energía vital. Por esa razón Isabelle los miraba provocativamente, les hacía señas para que se acercaran, engañándolos para que creyeran que quería intimidad llevándolos a un lugar más privado, donde atacaba con su látigo y los inmovilizaba para que él los atravesaran con su espada. Eso fue exactamente lo que hizo la cazadora de sombras que ahora se hallaba inconsciente.

Esa noche su cabello castaño y lacio le llegaba hasta la cintura. Llevaba un vestido rojo y corto, con mangas largas y botas negras hasta los muslos para llamar la atención pero, al mismo tiempo, cubriéndole la piel. Toda la piel llena de Marcas que caracterizaba a todos los cazadores de demonios. Una vez que ella y el demonio estaban aparentemente solos, el otro nefilim lo sujetó mientras la chica que parecía ser su hermana, lo atravesó con su cuchillo.

Jace la había estado observando todo este tiempo y en un momento sus miradas se encontraron. El mundo se detuvo por un instante. Sólo eran ellos dos hasta que un furioso Alec le gritó para sacarlo de su trance y apartó la mirada. Jace Wayland nunca se desconcentraba a la hora de matar demonios y menos por mirar a una chica; las chicas se lo quedaban mirando a él, no él a ellas. <<Eso fue muy ridículo y no va a volver a pasar>> se había dicho. Sin embargo allí se encontraba ella, y tenía un rostro tan familiar...

—Está muy pálida —observó Isabelle—. ¿Cómo quedó así?

—No lo sabemos. Fue algo demasiado raro. —La nefilim que le sostenía la mano apenas podía hablar. Su hermano no emitía palabra, sólo la contemplaba seriamente. Sus ojos expresaban un miedo al que todo guerrero le costaba enfrentar: ver morir a sus compañeros de batalla.

Jace estaba preocupado. Eso no era normal en él. Los cazadores de sombras se herían y morían todo el tiempo y eso nunca lo había perturbado; la muerte era algo esperable. Además, se trataba de una extraña y tener miedo por ella no tenía sentido. ¿En dónde se había metido Alec?

Para responder a su pregunta no dicha, Alec irrumpió en la habitación junto a dos hombres: uno de ellos era Hodge, el tutor del Instituto, que tenía en su hombro derecho a su inseparable mascota Hugo, el cuervo. A su izquierda había otro hombre que aparentaba unos diecinueve años, con rasgos asiáticos y ojos con las pupilas de un gato; su cabello era negro y tenía purpurina azul. Llevaba puesta una chaqueta azul oscuro y unos pantalones de colores. Era muy extravagante. Todos se volvieron hacia él y éste al ver la escena que se daba ante sí, dijo:

—Muy bien. Díganme, ¿qué sucedió con la pequeña Darktail?

***

Hola! Soy la autora de la fanfic y esta es la primera nota de autora que hago en mi vida. La protagonista de la fanfic está basada en mí y tiene mi nombre. Sí, me llamo Victoria :) y lo mismo pasa con Laura, la parabatai de Victoria y mi parabatai en la vida real <3. Aprovecho para agradecerle por ser mi primera lectora, de los capítulos, de la sinopsis y hasta de esta nota. Gracias por haber estado ahí desde el primer capítulo, y por animarme a publicar en Wattpad!

Nuestras descripciones, personalidades y frases son nuestras. Como somos argentinas, van a encontrar algunas frases raras si no son de allá y a veces hablando con <<vos>>, <<tenés>>, <<yetos>> y más palabras así. Pero bueno, yo quería que supieran como se habla en mi país (?

Los personajes y los hechos de esta historia son una mezcla de la saga y los personajes de Cassandra con los míos, así espero que les guste!

Dato interesante: A parte de nosotras, muchos de los personajes de la historia están basados en gente real que conozco.

Bienvenidos y disfruten la lectura :)


Los Hijos del CírculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora