25. In memoriam

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Hola!! Tanto tiempo!! Perdón de nuevo, este capítulo tardó más de lo que esperaba, hasta ahora es el más largo que he escrito. Afortunadamente, el próximo va a ser mucho más corto!!

Aviso: ya lo había publicado en mi perfil, pero por si no lo leyeron, les doy la agradable noticia de que esta fanfic va a tener secuela!! (Ya sé lo que piensan: va a salir en el 2025) jajajaja Voy a intentar de que no sea así. El punto es que no voy a parar de escribir hasta terminarla, así que no dejen de leer!!

Dejo lo demás para el final, ahora disfruten el capítulo ;)

***

Todo iba igual que la mañana anterior: los chicos entrenando; Vicky pegada a Julian, quien se encontraba de mejor humor ahora que dormía en una habitación, como todos los demás; Hodge encerrado en la Biblioteca... Reinaba la calma hasta que Vicky recibió un mensaje de fuego. Creyendo que era de parte de sus padres adoptivos, abrió el sobre con rapidez, esperando una contestación de los tantos mensajes de fuego que continuó enviando sin recibir respuesta. La decepción se reflejó en su rostro cuando vio que no eran ellos los emisores, sino que en su lugar estaba escrito el nombre <<Agustina Crosswell>>. Sin leerlo, lo hizo un bollo y lo arrojó a un pequeño cubo de basura que se encontraba en una esquina de su habitación. Luego bajó a entrenar con Lau.

—¿Es que no se cansa de ser una molestia? —gruñó su parabatai, disparando una flecha hacia una diana—. Por el Ángel.

—Lo sé —concordó Vicky, lanzando un cuchillo—. Es un grano infectado con pus en el trasero.

Lau lanzó una carcajada que la hizo dejar de disparar.

—Muero por ver esas faltas de ortografía. Juro que no entiendo cómo alguien puede ser tan imbécil.

—Yo tampoco. —Vicky dio en el blanco.

—Entonces, ¿no vas a leerlo? —preguntó, volviendo a disparar.

—No. Estoy harta de leerla y escucharla. Lo único que hace es provocarme más ganas de matarla, como si ya no me sobraran.

Más tarde, fue a ver cómo se encontraba su hermano; Hodge por fin tenía buenas noticias: había contactado a Catarina y ella había accedido a revisarlo esa tarde.

—¡Jules! ¿Estás emocionado por lo de hoy? —preguntó saludándolo con un abrazo.

—Voy a ver a una curandera —contestó con desgano, mientras mordisqueaba una dona—. Gran cosa.

Vicky sintió una pequeña punzada de dolor; Julian utilizaba el mismo tono que cuando era prisionero.

—Pero eso es algo bueno —refutó, disimulando su pena con una sonrisa—. Piénsalo, puede darte algo para que mejores más rápido y así vas a estar más cerca de volver a salir y cazar.

—Sí, supongo. —Se quedó callado unos segundos. —¿Alguna noticia de Angeline y David?

—No —respondió Vicky, dejando de fingir entusiasmo—. Ya perdí la cuenta de cuántos mensajes de fuego les envié. Debe haber algún problema en general con la comunicación, no lo sé.

Jules no contestó.

—¿Qué sucede? —quiso saber su hermana, con un claro dejo de preocupación.

—No es nada —respondió con aspereza—. Sólo quería volver a casa, es todo.

—Lo sé, yo también... Pero el Instituto es cómodo, ¿no? Y estamos en un país nuevo, en una de las ciudades más bellas del mundo, podemos...

—Vicky, ¿qué les dijiste de mí? —le cortó Julian.

Vicky dejó de hablar abruptamente y no emitió palabra intentando comprender a qué venía aquella pregunta.

Los Hijos del CírculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora