Estaba con su hermano, Julian, correteando el bello jardín de césped verde en su antiguo hogar en Argentina, cuando eran unos pequeños niños de seis y ocho años, el mayor a pocos meses de cumplir nueve.
—¡Niños —llamó la voz de su madre—, es hora de la merienda!
Los niños se miraron e hicieron una carrera hacia la puerta corrediza que daba hacia el interior de la casa. Ansiosos por la leche y las galletas de chocolate que tanto les encantaban, llegaron apurados hacia al umbral, donde se encontraba su madre esperándolos.
—Niños, quiero que conozcan a alguien.
Se volteó, hacia ese alguien que puso sorpresa en la cara de los niños.
—Vicky.
Era la voz de Evan. Le acariciaba el hombro con cuidado, intentando despertarla. Había logrado dormirse al finalizar el capítulo de Orgullo y Prejuicio. Después de bastante tiempo, por fin pudo tener un sueño agradable.
—Ev, ¿qué hora es? —inquirió Vicky con voz ronca.
—Temprano —le respondió él—. Son como las siete.
Antes de que ella le pudiera preguntar por qué la despertaba a esa hora, Ev añadió:
—Hodge nos llamó, dijo que hace tiempo sospecha sobre una madriguera oculta de demonios, no muy lejos de aquí. Debemos ir a echar un vistazo.
—Ah, está bien —dijo refregándose los ojos—. Ahora bajo.
Evan asintió.
—Bien, allá te espero.
No se veía mejor que ella; seguramente él también había tenido problemas para dormir. Una vez que se marchó, Vicky se lavó la cara y los dientes y se vistió lo más rápido que pudo de cuero negro, lo típico para ir a cazar demonios.
Bajó a la cocina a los trotes, temiendo que todos estén listos esperándola, pero sólo se encontraba Evan y el olor a café proveniente de la moderna cocina del Instituto. Como era de esperarse, Ev también estaba vestido.
—Genial, no soy la última —celebró Vicky.
Evan apenas sonrió.
—Ev —dijo yendo hacia él—. ¿Estás bien?
—Seguro —contestó, obviamente sin convencerla—. ¿Tú lo estás?
—Claro que lo estoy.
—Te llamé un rato antes para hablar. Ayer Lau dijo que necesitabas estar sola y por eso no fui a verte.
—Ay, Ev. ¿En estos dieciséis años no aprendiste a no escuchar a tu hermana? —Lo abrazó estrujándolo con fuerza. —Sabes que puedes hablarme cuando quieras.
—Lo sé —repuso soltándola—, pero cuando se trata de ti...es diferente. Lau siempre sabe mejor que yo lo que quieres.
—Sí, es verdad... La mayoría del tiempo. Pero eso no quiere decir que no puedas desobedecerla de vez en cuando. —Vicky le apoyó una mano en su hombro. —No me olvido que mi hermano y tu parabatai son la misma persona. Tendrás mi apoyo cada vez que lo necesites.
Ev esbozó una sonrisa; el cariño que sentía por ella se le salía de los poros. Acto seguido, volvió a ser el Evan de siempre.
—Pero hoy no te salvas. Quieras o no, tendrás que comer algo.
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Los Hijos del Círculo
FanfictionJace Wayland y los hermanos Lightwood estaban solos en el Instituto de Nueva York cuando un grupo de desconocidos irrumpe en su hogar: dos hermanos con una chica en brazos: Victoria Darktail, a quien Jace reconoce. A medida que pasa el tiempo las hi...