El camino de vuelta al Instituto era totalmente silencioso. La luz de la luna ya alumbraba las veredas donde Jace andaba callado mientras el viento despeinaba su melena dorada. Vicky caminaba cabizbaja, con la bendita caja colgándole de un brazo sin fuerza. Se chocaba con los mundanos que miraban confundidos al pasar, que no podían verla porque se había puesto un glamour, al igual que Jace, y la hubiese atropellado un auto de no ser porque éste la detuvo a tiempo.
—¿Quieres morir o qué? —le preguntó sosteniéndola de un brazo.
Vicky se soltó, enfadada.
—Yo debería preguntarte eso. ¡Solo a ti se te ocurre pelearte en un bar lleno de hombres lobo y para colmo, con el líder de la manada!
—No peleamos —replicó Jace.
—Claro, porque nos fuimos a tiempo —repuso Vicky, aún molesta.
—¿Qué esperabas? —Jace no estaba de mejor humor. —Yo no dejo que nadie me hable de esa forma.
—Estaba dolido —replicó con voz sombría—. Perdió a un ser querido gracias a dos cazadores de sombras que se supone que debían protegerlo, no torturarlo. —Negó con la cabeza—. Tenía todo el derecho de hablarnos como quiera.
—Nosotros no le hicimos nada —volvió a replicar con sequedad.
—Yo sí —lo contradijo, mirándolo a los ojos por primera vez desde que salieron—. Lo único que hice fue ocultarme como una idiota detrás de un sillón y quedarme observando mientras mataban a alguien inocente cuando podría haber hecho algo. —Cerró los ojos con fuerza. —Lo peor fue que después nos agradeció.
Jace hizo un intento de suavizar su voz.
—Nos agradeció porque le trajimos a la niña a salvo y...
—Fue lo mínimo que podríamos haber hecho.
—Yo también me quedé detrás del sillón cuando tendría que haberlos matado sin esperar un segundo —le recordó—. Supongo que eso me convierte en un idiota.
Vicky negó con la cabeza.
—No, no lo entiendes. No te querían a ti, me querían a mí. —Dio un suspiro y fijó la vista en el suelo. —Fue mi culpa, Jace.
Sin poder mirarlo, Vicky continuó con su camino. Pero Jace se volvió hacia ella, compasivo.
—Ellos lo mataron, no tú. Y no sabías que te buscaban hasta hoy. No tenías forma de prevenirlo.
—Pero fue por mí —repuso sintiéndose miserable—. Es como si yo lo hubiera hecho. Una niña se quedó sin padre. Por mí. Los dos sabemos lo que eso duele.
Se quedaron en silencio hasta que un momento después, Jace habló.
—Fue por la persona que te busca, sea quien sea, él es el culpable.
—¿Y si no fue el primero? —preguntó Vicky aún apenada—. No sabemos a cuántas personas habrán matado antes.
—Por lo menos, ahora no van a matar a nadie. Los hombres lobo se encargarán de eso. Y luego la Clave también.
Vicky no contestó. Siguieron caminando lentamente.
—Esos hombres...—empezó a recordar—, dijeron algo sobre una Copa. No crees que se estén refiriendo a...
—¿La Copa Mortal? —adivinó Jace—. Lleva años perdida.
—Lo sé. Entonces no entiendo —se lamentó, al borde de la frustración—. De todas las personas, ¿por qué creerían que la tengo yo?
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Los Hijos del Círculo
Fiksi PenggemarJace Wayland y los hermanos Lightwood estaban solos en el Instituto de Nueva York cuando un grupo de desconocidos irrumpe en su hogar: dos hermanos con una chica en brazos: Victoria Darktail, a quien Jace reconoce. A medida que pasa el tiempo las hi...