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Después de limpiar lo que había ensuciado del desayuno, se dió una larga ducha, se vistió de manera cómoda y se dispuso a limpiar cómo le había dicho a su amiga, por supuesto acompañada de música en esta ocasión la de Bruno Mars The Lazy Song.

Estaba organizado sus patines, los cuales eran varios, si se iba italia ya no los usaria, el clima a haya no era cómo en Thurso que el clima era frío la mayor parte del año, alla el clima era más cálido, así que tenía que hacer algo con sus 12 pares de patines. Mientras lo miraba pensando en qué hacer con ellos alguien tocó su puerta, confundida fue a ver quién es, al abrir la puerta, con lo primero que se encontró fue con un gran ramo de rosas blancas.

─¿La señorita Marika Suet?─ preguntó el repartidor.

─Si, soy yo─ contestó la rusa confundida de quién le había enviado flores.

─Esto es para usted─ le dijo él joven entregando el gran ramo de rosas─ debe firmar esto─ le dijo él chico pasándole una tableta, donde ella firmó la entrega cómo recibida.

Le dio una propina al chico para después llevar las flores hasta la cocina donde se dio cuenta de que tenían una tarjeta.

Ya te he advertido lo que pasaría si no me haces caso, cuando vuelvas a recibir estas flores estarás en el hospital sin piernas.

Rompió la tarjeta llena de ira y miedo, no entendía que había hecho para que él la molestara de esa manera, ella sabía muy bien que nunca, nunca le dio ni el más mínimo atisbo de confianza, a él ni a ningún hombre, no entendía de donde él había sacado esa obsesión con ella.
Tomó las flores y el resto de los pedacitos de la tarjeta para después salir de la casa hasta donde estaban los cestos de la basura. Antes de tirarlas dentro de los cestos, antes de hacerlo, doblo los tallos tirando las todas dentro del cesto.

─¿No te gustan las flores?─ escuchó preguntas a su espalda asustándola, era Aaron.

─¿Usted qué hace aquí?─ le preguntó al verlo.

─Tu amiga dijo que querías hablar conmigo─ dijo él tranquilo.

─Ella debía decirle que me llamara no que viniera a hablar conmigo─ corrigió ella.

─También dijo que te surgieron nuevas dudas sobre trabajar conmigo y es mejor que estos temas lo hablemos en persona y no por teléfono─ dijo él─ ¿podemos entrar?, hace demasiado frío aquí afuera─ comentó él.

─Si, vamos está casi por tiritar─ dijo ella terminando de tirar el resto de las flores.

─¿No le gustan las flores?─ le preguntó de nuevo entrando con ella a la casa.

─Si me gustan─ contestó ella─ ¿Café?─ le preguntó.

─Por favor─ dijo siguiéndola hasta la cocina ─ ¿Entonces por qué las tiraste?─ le preguntó con curiosidad.

─¿por qué quiere saber?─ preguntó ella un poco incómoda por sus preguntas.
─Solo quiero conocerte Marika, ¿Por qué tiraste las flores si te gustan?─ preguntó..

─Porque no me gusta quién me las envió─ contestó ella sin mirarlo.

─¿Las envió tu ex novio?─ preguntó con interés, odiaba a ese tipo, Marika negó y la verdad le hubiera gustado que hubiera dicho que sí─ ¿Quién entonces?─pregunto.

─Alguien a quién no le debo dar importancia─ contestó ella.

─Fue él mismo que te envió tus patines destruidos y aquella nota amenazandote─ dijo él dejándola sorprendida de que recordara eso─ ¿Te volvió a amenazar?─ preguntó.

─Eso no importa─ dijo ella pasándole la taza con el humeante café.

─Si importa, no es algo que debas dejar pasar así Marika─ le dijo él.

─Usted no está aquí para hablar sobre eso─ le dijo ella.

─Eres muy terca, pero tienes razón─ dijo antes de tomar de su café, prefería no discutir con ella y mejor convencerla para que si se fuera a italia con él, así la mantendría alejada de quién la estaba molestando ─¿ de que me querías hablar?, ¿Qué otras dudas tienes?─ le preguntó.

─¿Cuánto tiempo tendré para aprender a modelar?─ preguntó.

─Hasta el día del desfile, eso será aproximadamente en cuatro meses ─ contestó.

─Tanto─ dijo sorprendida.

─Si, lo principal es la ropa en los primeros dos meses debo ser capaz de hacer la mitad de la línea─ le contó.

─¿Cuantas piezas serían esas?─ preguntó ella.

─ Quince─

─Son muchas prendas, ¿las podrás hacer todas en ese tiempo?─ le preguntó sorprendida.

─ Si es el mínimo de prendas que hago en dos meses─ contestó tranquilo.

─¿Tendré que asistir a muchos eventos?─ le preguntó.

─No demasiados y los eventos solo serán hasta los dos últimos meses, donde también habrá sesiones de fotos y entrevistas para alguna revista o programa de televisión─le contó.

─¿Para hablar de qué?─ preguntó confundida.

─Sobre cómo es trabajar conmigo─ contestó simple─ sobre la ropa que estoy haciendo, sobre lo que se está haciendo para el desfile, cuando llegue el momento, se te explicará cuáles preguntas podrás responder y cuáles no — le explicó él.

—No estoy segura de ser capas de hacer lo señor Greko — le dijo Marika —fuera del hielo soy alguien muy torpe y al final de esto no quiero decepcionarlo— le dijo, Aaron se llenó de ternura por sus palabras, de verdad ella era alguien muy inocente y con más razón no la dejaría en las manos de sus padres y él infeliz de su ex novio.

—Ya tu amiga Greta me había dicho que no eres alguien muy ágil fuera del hielo, pero eso no es algo que no se solucione con clases de un especto y eso es lo que vas a tener Marika— le aseguro él — no te preocupes por no tener experiencia o porque pienses que lo harás mal, todas mis antiguas musas antes de trabajar conmigo, no sabían absolutamente nada de moda y mucho menos de modelaje, además no sabes si podrás hacerlo si no lo intentas, no dejes que otros te digan que no puedes hacer algo, tu eres la única que puede poner limites en tus capacidades—

Marika quedó en silencio metitando sus palabras, tenía un poco de razón, en Rusia todos siempre le decían que hacer, que decir, cómo actuar, que comer e incluso cómo dormir y ella hizo todo lo que ellos le dijeron, y cuando ya no necesitaban nada de ella la desecharon cómo si no valiera nada, pero ahora cómo tenían oportunidad de volver a controlarla, volvieron a su vida.

—Tiene toda la razón, solo yo debo decidir de que soy capaz y de que no— dijo ella y Aaron sonrió encantado.

—Me alegra escucharte decirlo, ¿Entonces ya no tienes dudas?— preguntó él para confirmarlo.

—No, ninguna, trabajaré con usted señor Greko— dijo ella segura y escucharon que tocaban la puerta.

—¿Esperas a alguien?— preguntó con interés él italiano.

—No — dijo ella caminando hasta la puerta, Aaron se quedó en la puerta de la sala mirando todo los patines de la rusa —Ivan— escucho decir a Marika

Mi MusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora