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Después de que Aaron se tortura a si mismo tomando las inecesarias medidas a Marika, prácticamente huyó de la casa para calmarse un poco.

Mientras que Marika simplemente volvió. Ala que sería su habitación por esos meses, de verdad que era muy distraída e ingenua que no se entraba de cómo tenía al diseñador, así que pasó él resto de la tarde acomodando la ropa que había llevado, además de hablar con su amiga Greta por video llamada de cómo le estaba lleno, solo tenían una hora de diferencia, así que podían hablar sin problemas, ya su amiga había salido de trabajar.

Aaron no regreso en toda la tarde, por lo que al final ceno sola y después de un baño en la tina se fue a acostar, pero tardó mucho en poder quedarse, dormida, la cama era demasiado suave a lo que estaba acostumbrada, por lo que no podía dormir en ella. Por suerte para ella había un mueble en la habitación, así que tomo las sábanas y se acostó en él.

Aaron llegó pasada las diez de la noche, había ido a la ciudad donde paso un rato con su padre, tenía casi un mes sin verlo, aunque ambos vivían en la misma ciudad, aunque en ellos no era muy raro, antes estaban más alejados, pero cuando su madre enfermo, se volvieron un poco más cercanos para hacerla feliz y su padre de apoco fue aceptando que lo que le gustaba era diseñar ropa, ya cuando su madre estaba por morir le hizo prometer a ambos que no se distanciarían del otro y hasta el momento lo cumplían.

La casa estaba en completo silencio, tampoco esperaba que alguien estuviera levantado con lo tarde que era. Ya en él segundo piso, en lugar de ir a su habitación, tomo él camino opuesto, a la de Marika. Con cuidado abrió la puerta de su habitación, frunció él ceño al no verla en la cama, por lo que entró en la habitación. Para ver qué estaba acostada en el diván que estaba cerca de la ventana.

¿Por qué estaba acostada ahí?

—Marika — la movió un poco para despertarla, pero ella solo se quejo un poco y continuo durmiendo —Marika hay una enorme cama en la habitación y tú te acuestas en un incómodo diván, Marika despierta — le removió de nuevo, ella murmuró algo que no entendió para nada y continuo durmiendo, ajena a qué él estaba en la habitación — está bien — dijo para quitarle la sanada y ver qué llevaba una pijama larga de dibujos de paletas.

¿Por qué a ella se le miraba sexi?

Sacudiendo su cabeza para dejar de pensar en eso la tomo en brazos, ella miro algo más, tal vez en ruso porque él no entendió nada y la llevo hasta la cama donde la recostó para que descansara mejor.

—Marika, Marika, si no fueras mi musa — susurro él sentado a su lado en la cama acariciando suavemente su rostro — muy difente sería lo que estuviera pasando en esté momento — dijo acariciando suavemente su labio inferior.

Deja de tener pensamientos maliciosos Aaron.

Se regaño así mismo para después ir a su habitación, tomo una ducha helada y después se tiró en su cama para dormir, le esperaba un largo día en la mañana. Más no fue mucho lo que pudo dormir, unas cinco horas a lo mucho cuando estuvo despierto de nuevo, quería empezar a trabajar ya, había tantas cosas que quería diseñar para Marika, pero eran las cuatro de la mañana, no la podía despertar tan temprano, debía dejarla descansar, pero cómo él no podía seguir en la cama, se levantó y fue hasta su estudio dónde tomo uno de sus cuadernos, para después ir a la habitación de Marika.

Ella seguía justo cómo él la había dejado, no se había movido en lo absoluto, lo que lo sorprendió mucho, pero ignorando ese detalle tomó una silla del tocador y la acercó un poco a la cama en un ángulo donde la pudiera ver bien y empezar a dibujar la.

Marika despertó por la luz en su cara y al moverse, sintió un gran dolor en su cuello, por lo que llevo su mano hasta ese lugar, para después también sentir un dolor en su hombro.

—Ah— se quejo, entonces se dió cuenta que estaba acostada en la cama — 

—¿Marika?, ¿Estás bien?— se acercó Aaron de inmediato a la cama para ayudar.

—¿Usted qué hace aquí?— preguntó aún con la mano en el cuello y un gesto de dolor en el rostro.

—Bocetos, ¿Estás bien?— le preguntó de nuevo.

— No mucho, tengo todo él cuerpo entumecido — contestó — ¿Cómo es que estoy aquí?, Me había acostado en él diván— dijo ella, quitando lentamente su mano de su cuellos tratando de provocarse él menor dolor posible.

—Yo te acosté en la cama, ¿por qué estabas durmiendo ahí?— le preguntó él. 

—La cama es demasiado blanda — empezó a decir y la escucho hacer crujir sus hombros, cuello —  no estoy acostada a dormir en ellas, por eso me había acostado en él diván no podía conciliar él sueño — le continuo diciendo, haciendo crujir toda su espalda para después dejar salir un suspiro de alivio.

—¿Osea que necesitas una cama ortopedia? — preguntó.

—No, solo una que sea más firme que está — contestó tranquila, pero sintiendo un poco de molestia en su cuello aún.

—Mejor una ortopédica, no dejaré que estés incómoda — dijo él seguro.

—La comodidad es para débiles que le temen al triunfo — murmuró ella — es lo que decían mis padres cuando no estaba de acuerdo con algunas de sus técnicas — le contó.

—Que interesante manera de motivar — comentó él.

—No tienes idea— dijo ella masajeando su cuello

—¿Aún te duele?— le preguntó.

—Un poco, pero se me pasará después de un baño — aseguro ella.

Aaron no estuvo muy convencido de sus palabras, pero la dejó sola para que se diera una ducha y él ir a su habitación para hacerlo también, para luego esperarla en el comedor para desayunar, mientras la esperaba recibió un mensaje de su amigo.

¿Ya tiraste la toalla?

Adiferencia de ti amigo, si te ho fuerza de voluntad.

Veamos cuánto te diga esa fuerza

Aaron negó guardando su celular, para ver justo que Marika estaba entrando al comedor con una bata larga puesta.

—Buenos días— salió ella.

—Buenos días, ¿Ya te sientes mejor?— le preguntó.

—Si, solo necesitaba una ducha fría y listo — contestó ella mientras Hernesto le servía el desayuno.

—Cuando tengas la cita con tu terapeuta hablaremos con él para que te recomiende una cama adecuada para ti — le dijo él.

—Eso no es necesario señor Greko — le dijo ella.

—Te he dicho muchas veces que me llames por mi nombre — le dijo él.

—Y yo le dije que lo intentaré — le recordó ella — además una de esas camas son bastantes costosas —

—Y tengo dinero más que suficiente para comprarla — dijo él — se comprará Marika y no hay discusión —

Ella no dijo nada al respecto, sentía que pelear con él sería completamente en vano. Una vez que ambos terminaron de desayunar fueron hasta el estudio de Aaron.

—Quítate la bata y sube — le indicó él acercándose hasta una de las mesas para tomar lo que necesitaba, mientras Marika un poco avergonzada de quitó la bata y subió al pedestal.

Cuando Aaron giro para ver la, respiro profundo mientras se deleitaba la mirada con su hermoso cuerpo, ella era simplemente perfecta, con su maravilloso cuerpo muy bien proporcionado.

Simplemente perfecta.

Nisiquiera la cicatriz que le había dicho, que en realidad era grande y cubría casi todo su muslo opacaba su completa perfección.

Mi MusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora