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—¿Qué le hiciste?— preguntó Aaron molesto a Giada y ella lo miró confundida y sorprendida.

—¿De qué hablas Aaron?— preguntó ella 

—¿Qué le hiciste a Marika?— preguntó él de nuevo molesto.

—Pero de qué estás hablando, yo a ella no le echo nada, ¿ Cómo me consideras capaz de hacerle algo?— se quejó molesta.

—Lo creo porque te conozco y conozco a Marika y se que algo le hiciste por cómo actuó, se que algo pasó así que no intentes engañarme — dijo él con seguridad 

—¿Y tanto la conoces para estar seguro de que no es ella la que está mintiendo para que estés molesto conmigo?— preguntó ella ofendida.

—Si, estoy seguro, Marika no es así y si tú no me dirás la verdad, bien, adiós Giada — se despidió y la dejó ahí de pie con la boca completamente abierta.

Para la italiana no había duda, esa con la que él había dicho que salía era la rusa, no podía ser de otra manera, tenía que ser ella, nunca lo había visto defender a otra mujer así aparte de su madre, pensó mientras salía de la casa del italiano.

Aaron subió hasta su habitación buscando a Marika y la encontró hecha un ovillo en su cama, él de inmediato se acercó a ella y la abrazo.

—¿Qué fue lo que pasó?, ¿Qué fue lo que ella te dijo?— le preguntó.

—¿Tuviste algo con ella?— le preguntó en ruso.

—Piccola, no te entiendo — le dijo él besando su cuello.

—No quiero que la veas de nuevo, no quiero que hables con ella de nuevo, ni con ninguna otra, solo quiero que estés conmigo — dijo mientras se giraba y se pegaba a su pecho, Aaron no entendió absolutamente nada de lo que ella dijo ya lo había dicho en ruso de nuevo.

—No me gusta verte así, Marika sabes muchos idiomas, busco otro en él que nos podamos comunicar mejor — le dijo él acariciando su cabello lo que la hizo sonreír un poco.

Pero Marika no dijo nada más y se quedaron así un rato hasta que la rusa estuvo menos enojada y si, celosa, muy celosa de aquella rubia despampanante que había encontrado cuando llegó, en verdad quería que él no volviera a ver a esa mujer, a pesar de todo lo que él le había dicho, sobre que confiara en él y lo que sentía por ella, tenía miedo que esos sentimientos cambiaran y ya no le perteneciera, que le perteneciera a esa mujer en su lugar, podría pasar, ella era una mujer muy hermosa mucho más que ella, para un hombre cómo Aaron no sería muy difícil fijarse en ella.

*******

—Te lo dije él poco interés, si es que alguna vez lo tuviste de Greko, se evaporó, yo me encargaré de esto ahora — dijo Maximilian con seguridad.

—¿Y cómo lo piensas hacer si se puede saber?, Ella se ve muy dulce e inocente, pero no te aconsejo que te confies de ellos, una palabra de ella Aaron estará sobre ti, él está completamente loco por ella — le dijo Giada.

—Lo se y esa será justo mi ventaja — aseguro él 

****

Aaron aunque siguió insistiendo respecto al tema, no pudo saber lo que pasó, Marika ya no seguía tan molesta, a menos que se lo preguntara y cuando él le preguntaba de nuevo le contestaba en ruso en un tono muy molesto.

—Nunca pensé que te vería celosa, de verdad que no — dijo Greta en ruso también llena de diversión después de que su amiga le contara todo lo que había pasado. Ya no le importaba si estaba bien o mal decirle, necesitaba desahogarse con él alguien, además confiaba que su amiga seria discreta y no la metería en problemas.

—¿Crees que hice mal?— le preguntó.

—Lo único que considero que hiciste mal fue decirle todo aquello en ruso, debiste hacerlo en italiano para que lo entendiera y estuviera bien derechito —  dijo Greta y Marika la miró con horror — no me mires así que tengo razón — se quejó su amiga.

Marika siguió hablando un poco más con su amiga, pero de cómo iba con su nuevo cargo, así hasta que Aaron llegó y se despidió de ella.

—He estado pensando en algo para resolver esto de que no te entiendo cuando me hablas en ruso — le comento subiendo a la cama con ella, Marika se pegó a él abrazándolo. Después de lo que pasó con Giada ella se había vuelto muy cariñosa con él y siempre que podía lo abrazaba, incluso lo había besado varias veces durante el día cuando él menos se lo esperaba, eso fue lo que le hizo pensar en lo que diría a continuación — cuando vuelvas a estar molesta cómo hoy no me hables en otro idioma que no sea ruso…., No podrás besarme ni tocarme, ni nada de nada, hasta que no me digas eso que te molesta — le dijo y ella se levantó de un salto de su pecho para mirarlo sorprendida.

—¿Que?, ¿Por qué?, Eso no es justo — se quejo ella, lo había dicho en francés, eso sí lo había entendido él italiano.

—Lo siento mío piccolo, pero así será desde ahora — le dijo él acariciando su mejilla.

—Entonces….esta noche...tu y yo ….. bueno...— murmuró nerviosa mientras su cara de ponía muy roja, Aaron contuvo sus ganas de lanzarse contra ella y comérsela a besos.

—No, a menos que me digas qué pasó con Giada, en cualquier otro idioma que no sea Ruso — le dijo él.

—Она меня... (Ella me…)— empezó a decir para después bufar frustrada porque no podía evitar enojarse al solo recordar lo que ella le dijo.

Así que sin más tomó la almohada de Aaron, para después acostarse dándole la espalda al italiano, él cual no sabía si reír, morirse de ternura con su actitud o estar igual de frustrado que ella porque no le decía que estaba pasando o más bien que había pasado. El resto de la noche la rusa dormido abrazando la almohada del italiano, mientras que él esperó hasta que se quedara dormida y así abrazarla, que ella no pudiera tocarlo no significaba que él no podía.

Al día siguiente Marika despertó cómo cada día para salir a correr, no sin ante ir por su botella de agua y saludar a Hernesto.

—Señorita Marika, apesar de lo que usted piensa del señor Greko él es alguien que se toma muy literal lo que le dicen, él no es alguien que se deja guiar por la percepción — le contó — a lo que me refiero es que apesar de que él es un hombre que trabaja mucho con mujeres, no las entiende por completo, cómo por ejemplo él aún no entiende que la causa de su molestia a de ayer es causa de los celos que le tiene a la señorita Giada — 

—¿Se los podría explicar?— le preguntó ella con interés, él le sonrió.

—Es mejor que lo haga usted misma señorita — le dijo.

—Ya he demostrado que no soy muy buena para eso señor Hernesto, pero le agradezco mucho en consejo — le dijo ella antes de salir, dejar la botella de agua, hacer sus estiramientos y empezar su carrera de la mañana.

Marika se quedó pensando en lo que le dijo Hernesto, lo más seguro es que él tuviera la razón, porque Aaron a pesar de todo nunca entendió qué era lo que la tenía molesta, o más bien no se dio cuenta que esa molestia en realidad eran celos. Aunque desde cierto punto de vista se podría decir que era algo fácil de decir y expresar, para la rusa no lo era y eso era lo que más le molestaba.

—Algo debió pasarle — dijo Aaron.

—Solo ha pasado un minuto señor — le recordó Hernesto, mirando cómo su jefe alternaba la vista de reloj a la puerta esperando ver a su musa pero esta no llegaba.

—Un solo minuto me basta para saber que algo le pasó a mi musa...

Mi MusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora