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Marika se la paso dormida todo la mañana con Aaron a su lado velando su sueño, le sorpresa mucho que durmiera tanto la verdad, cómo atleta consideraba que su nivel de resistencia sería más alto, pero contando con que era la primera vez, podría consideras que era normal.

A media mañana Tomas le envío un mensaje, prácticamente burlándose de él acerca de e donde Aaron había dejado su autocontrol, al parecer había ido a hablar con él, pero cómo ellos estaban ocupados no pudo. Aaron solo ignoro su mensaje, lo que más le interesaba era la reacción de Marika una vez que despertara, no sabía cómo se comportaría una vez que lo hiciera y eso lo tenía muy nervioso.

Mirando su reloj se dió cuenta de que casi sería la hora de almorzar y ella aún seguía dormida, por lo que desicion despertarla, si algo pasaría, pasaría de todos modos, así que no ganaba nada retrasa do el inminente momento.

—Marika — la llamo al mismo tiempo que la movía, ella frunció él ceño, quejosa, Aaron se preguntó porque tenía que ser tan tierna, — Marika despierta es medio día y tienes que comer — le dijo Aaron quitando el cabello que cubría su rostro, pero no daba resultado, así que la destapó por completo, dejando su hermoso y desnudo cuerpo a te su lujuriosa vista.

Marika al sentirse destapada se empezó a remover buscando la sábana, entonces algo hizo clip en su cabeza recordando todo lo que había pasado con él diseñador y se sentó en la cama de golpe, al ver a Aarón junto a ella y darse cuenta que estaba completamente desnuda se cubrió con lo primero que tuvo a la mano, que en este caso fue una de sus almohadas.

—Alfin despiertas, tienes el sueño pesado mi Piccola — dijo Aaron con una sonrisa en los labios mientras que la rusa estaba llena de vergüenza en ese momento.

—Ahh...yo… — no tenía ni las menos idea de que decir en ese momento, se sentía con demasiados sentimientos encontrados.

—Marika, no debes de estar nerviosa o preocupada por lo que pasó antes, mucho menos apenada — le aseguro Aaron, pero ella nisiquiera lo miraba, miraba a cualquier otro lado —¿Te arrepientes?— le preguntó temiendo en cierta parte su respuesta

_No, no es eso….que nunca había hecho nada así y ahora me siento muy confundida — dijo ella aún sin mirarlo, él hizo que la mirara.

—Entiendo que te puedas sentir así, pero no debes porque estarlo, ninguno hizo nada malo o algo de lo que nos te vamos que avergandar, así que no te preocupes ¿Si?—

—Esta bien, confiaré en ti — le dijo ella y él sonrió.

—Me alegra escucharlo, ¿Te sientes bien?¿ No te duele la espalda o algo?— le preguntó.

—No, estoy bien — contestó aunque sentía ciertas cosquillas en sus partes íntimas no le diría eso.

—Bien, en ese caso ven levántate y cámbiate para almorzar — le dijo levantándose y extendiéndose su mano para ponerse de pie, pero ella no estaba muy convencida de hacerlo ya que estaba desnuda.

—Marika recuerda que ya te vi desnuda, casi todos los días te miro semi desnuda no tienes porque avergonzarte — le recordó él, pero sus palabras no la convencían del todo, pero al ver que él tampoco se sería, tomo su mano, pero continuaba cubriéndose con la almohada.

Aaron aunque se quería reír por la situación no lo hizo y la llevó hasta el baño para que se aseara mientras le buscaba ropa una vez lista ambos salieron hasta el jardín donde Hernesto había dispuesto todo para que almorzaron.

—Asi que en mi cama si estás cómoda durmiendo — le dijo, cómo le había dicho, ella no se sintió nada incómoda o entumecida cuando despertó.

—Asi parece, tu cama no es tan blanda — contestó tranquila tomando de su jugo.

—Entonces dormirás en mi cama — le dijo tranquilo sorprendiendola y provocando que escupiera un poco de su jugo.

—¿Y dónde dormirá usted?—  le preguntó confundida limpiándose y Aaron le dió un beso.

—En mi cama, ambos dormiremos juntos — contestó cómo si fuera lo más normal y natural del mundo.

—¿Por qué?— preguntó confundida.

—Para que estés cómoda y puedas dormir bien — dijo tranquilo, no podía decir le sus verdaderas intenciones, al menos no con las palabras exacta y en ese momento no conocía otras.

—Pero si no estoy incómoda y estoy durmiendo bien Aaron, no es necesario que compartas tu cama conmigo — le dijo.

—Tal vez no lo sea pero quiero hacerlo, no quiero que estés incómoda Marika — le dijo él.

—Ya te dije que no lo estoy — repitió ella.

—¿Vez que no es difícil tratarme de tú?— le preguntó con una sonrisa en los labios.

—No cambie de tema — le dijo ella y él intento besarla, pero ella lo detuvo colocando su mano sobre los labios de él — además no me vas a convencer que duerma en su cama — le advirtió, él le quitó la mano de su boca

—Ya lo veremos mi Piccola — le dijo antes de cobrarle esos dos besos.

El resto del día se la pasaron peleando con lo mismo, Argón insistiendo en que ella durmiera en su habitación y ella negándose, así hasta que llegó la hora cuando ella se puso a hacer ejercicio, Aaron intentó convencerla de que no lo hiciera, por los que le había pasado, pero ella aseguró que estaría bien, más si él le daba el masaje que le había enseñado en la mañana y así lo hicieron, una vez ella termino fueron a la habitación de ella, dónde Aaron le empezó a hacer el masaje.

Marika estaba un poco distraída y nerviosa mientras Aaron le estaba haciendo él masaje, ma sporqur solo podía recordar lo que había pasado en la manada y no paraba de sonrojarse cada cinco minutos.

—Aun no a sábado bien — comento Aaron de repente y ella lo miro sin entender de que le estaba hablando — la pequeña herida que tienes aquí, no ha sábado —

—La había olvidado por completo, no me duele para nada — le dijo ella — supongo que por esa parte es bueno no sentir dolor — comentó.

—No tanto, porque también pueden sufrir una lesión grave, no saberlo y desangrarte — le contó sin dejar de tocarla, le encantaba su piel, era tan suave incluso en los lugares donde tenía cicatrices su piel era suave.

—Si, es cierto, pero nunca me he puesto en situaciones que me hagan sufrir heridas de ese tipo — dijo ella — ya ha Sido suficiente masaje — le dijo.

—¿Segura?— preguntó él no queriendo soltarla

—Si solo debe hacer un masaje de cinco minutos nada más — le aseguró ella y él la beso —no se le escapa una, ¿Verdad?— preguntó ella con cierta diversión.

—No y tampoco se me escapara alguna oportunidad que tenga para besarte...




Mi MusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora