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Aaron lleno la tina cómo si padre le indicó para después volver a la habitación donde su padre le dijo que la cargara para llevar a la tina.

—Dejala en él agua, que cubra toda su pierna — le indico su padre quién se había quitado él sacó que llevaba puesto y Tenango su camisa hasta los codos.

En cuanto Marika tocó él agua con un dedo brinco en los brazos de Aaron y se sujeto ma a él, él tacto de él agua con su piel irritada era demasiado intensa era cómo si le pasarán liga por toda la piel.

—Déjala en el agua Aaron — le indicó su padre de nuevo al ver que no lo hacía.

—Le duele — dijo sosteniendo la aún es sus brazos.

—Entiendo que te preocupe, pero así no la estás ayudando, déjala en el agua — le dijo su padre con seriedad.

—Hazle caso, lo llamaste porque confías que él me ayudará o no?— le dijo Marika, que apesar de lo que le estaba diciendo no había aflogado su agarre.

Aaron pareció pensar lo por unos minutos hasta que se despidió y con cuidado la dejo en él agua, la rusa se sostuvo con firmeza del borde de la bañera por él dolor también.

—¿La otra pierna te duele?— le preguntó Felipe, él padre de Aaron.

—No, solo la que está inchada — susurro Marika aprentando él borde de la bañera con una mano y con la otra la mano de Aaron.

Felipe solo la dejo en él agua por escasos minutos hasta que le indico a así padre que la secara de nuevo para después llevarla a la cama donde la acostaron y secaron la pierna.

—Se está irritando — comento Aaron al ver la reacción de la piel de la rusa por dónde su padre pasaba la toalla, Marika solo trataba de no quejarse demasiado, él dolor no había bajado —¿que es lo que le pasa? — le preguntó a su padre.

—Todo parece indicar que esto se debe a una retención de líquido por estar mucho tiempo de pie — le contestó su padre para después buscar algo en su maletín y anotar una una receta — manda por esto — le indico así hijo.

Él lo tomó y salió un momento para decirle a Hernesto que mandara al chófer lo más pronto posible por lo que su padre había indicado.

—¿Que va a hacer?— le preguntó la rusa.

—Sacaremos el exceso de líquido de tu pierna — indicó colocando una toalla doblado por debajo de su rodilla.

—¿Y cómo exactamente hará eso?— le preguntó la rusa sospechando un poco de cómo sería.

—Introducire una cánula en tu pierna y de hay se extraere el exceso de líquido en tu pierna — le explicó.

—Osea que me clavara con una aguja — comentó ella, en ese momento Aaron estaba regresando a la habitación.

—Si, en palabras simples si — contestó Felipe.

—No — negó la rusa.

—Esto no está a discusión — le dijo él.

—Marika no hay manera de que puedas convencer a mi padre — le dijo Aaron.

—Debe de haber otra manera sin la necesidad de agujas — dijo la rusa, cruzándose de brazos.

—Para esto no — aseguro él tocando su pierna para ver si la fiebre había bajado.

—¿Bajo la fiebre?— preguntó Aaron.

—Solo un poco — dijo su padre — debes cambiar un poco tu manera de trabajar, desde ahora ella no podrá estar mucho tiempo de pie — le contó.

—Esta bien — acepto, haría cualquier cosa para que su musa esté bien — pero, ¿Qué pasa si vuelve a pasar?—

—La llevas al hospital, donde le sacaran el exceso de líquido de nuevo, en todo caso tomaré una muestra del líquido que sacaré ahora y lo mandaré a analizar para descartar cualquier problema — me contó.

Quince minutos después el chófer llegó con todo lo que le habían indicado, Marika por su parte tuvo el gran impulso de huir de ahí, pero Aaron se sentó a su lado para que no pudiera hacerlo.

—No te va a doler nada, voy a adormecer él lugar donde pondré la cánula, así que no vas a sentir nada — le dijo Felipe preparándolo todo, pero lo único a lo que Marika le podía prestar atención era a la enorme aguja de 16 cm que pondrían en su pierna.

—No te preocupes, si mi padre te dice que no va a doler no lo hará, él nunca miente en su trabajo — le aseguro Aaron abrazándola por los hombros.

La rusa no dijo nada y se abrazo a él encondiendo su cara en su pecho, mientras Felices empezaba. Aron la abrazo todo él rato mientras drenaban su pierna, la cantidad de líquido que le sacaron de la pierna fue de medio litro de solución salina de un color amarilloso, para tranquilidad de todos, la fiebre también se fue cuando le sacaron todo él líquido.

—Por él resto del día mantén la pierna levantada — le indico colocándole una bandita en la pierna, la cual seguía un poco roja, pero no había nada de que preocuparse.

—¿Puedo hacer ejercicio en la tarde?— le preguntó Marika.

—No — ese fue Aaron que contestó.

—Una caminata tranquila no estaría mal, más para asegurar que lo que pasó no afectó tu movilidad — contestó Felipe.

—Gracias — le dijo la rusa.

—No fue nada — le aseguro él — tengo que hablar contigo — le dijo a su hijo y esté asintio para después ambos salir de la habitación.

—¿Que tipo de relación tienes con esa chica?— le preguntó cuando estuvieron en él pasillo.

—Es mi musa, ha lo sabes — contestó Aaron.

—Tu no tratas a tus musas así — le recordó su padre — ¿Por qué haces el ridículo intento de hacerle creer a los demás que ella solo es una musa más cuando la verdad es muy diferente?— le preguntó su padre.

—¿Por qué te interesa tanto saberlo?— le preguntó Aaron de vuelta, no se sentía para nada cómodo hablando de esos temas con su padre.

—Me agrada, me parece una agradable joven, algo terca, pero sobretodo muy inocente y es mejor que le pongas las cosas claras para que no la lastimes — le dijo él.

—Lo que nunca haría en está vida sería lastimarla — dijo Aaron con seguridad.

—Pues deja las cosas claras, es tu musa o algo más serio — le dijo su padre para después volver a la habitación donde estaba la rusa, despedirse de ella, no sin antes decirle que si necesitaba algo lo llamara y luego despedirse de su hijo, recordándo le que regresaría al día siguiente a almorzar con ambos.

—Tu papá es muy agradable, no entiendo porque Tomas dice que da miedo — me comentó la rusa.

—Mi padre suele dar miedo cuando está molesto y casi siempre se la pasaba molesto con Tomás y conmigo — le explicó él subiendo a la cama con ella.

—¿Por qué?— preguntó con interés.

—Porque siempre nos estábamos metiendo en problemas — dijo acomodando un mechón de cabello detrás de su oreja —¿Segura que ya no te dueles nada?— le preguntó.

—Muy segura, no te preocupes — le aseguró ella — te preocupas demasiado no entiendo porque lo haces —

Porque te quiero...






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