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—Hola pequeña mia— la saludo besando la comisura de sus labios, sonriendole.

—¿Que haces aquí?— le preguntó confundida de verlo ahí, además de que supiera dónde vivía, todo él mundo parecía saber dónde vivía.

—No terminamos de hablar ayer, ¿Puedo pasar?— preguntó, con

—Si pasa — dijo ella por educación, la sonrisa del ruso desapareció cuando vio a Greko en la sala de Marika.

—¿Él que hace aquí?— preguntó Iván molesto, Aaron no entendía lo que dijo, ya que lo había dicho en ruso.

—Estaba hablando con él respecto a trabajar con él — dijo Marika Tranquila.

—Entiendo, ¿Ya le dijiste que cambiaste de opinión?— me preguntó con interés.

—No, estaba confirmando el día en que nos vamos— contestó la rusa y el rostro de Iván se llenó de ira.

—Deja de estás diciendo estupidez Marika, tú no serás su modelo— le dijo Iván.

—Tu no puedes decidir eso Iván, solo yo y ya lo hize— contestó tranquila, Aaron seguía sin entender nada de lo que decían, pero si entendía que lo que le decía Marika, al ruso idiota no le agradaba para nada.

—Estas tomando una muy mala desicion Marika— le dijo él.

—La mala decisión sería regresar con las personas que me desecharon cómo un trapo viejo— dijo ella.

—Esas personas te lo dieron todo, ellos te hicieron quién eres ahora— le dijo él, en un tono un poco alto que no le gustó a Aarón.

—Eso no es cierto, que soy ahora es solo por mi y nadie más — dijo ella en tono calmado. Para completa sorpresa de la rusa, Iván se acercó a ella tomándola del brazo con brusquedad.

—Me tienes harto Marika, volverás a Rusia y punto— le dijo él amenazante, asustando la, nunca lo hacía visto de esa manera y menos con ella.

Por supuesto Aaron no se quedó mirando cómo le hacían daño y en seguida se acercó para que él soltará a su musa.

—Tu no te metas, esto es entre nosotros— dijo Iván molesto ahora sí, en un idioma que él entendía, mientras que Marika se refugiaba detrás de él italiano.

—Si le haces daño también me incumbe, déjala en paz— le dijo.

—Tu no tiene ningún derecho en decirme que hacer— le dijo Iván tomando una postura altiva, dispuesto a pelear si era necesario.

—Y tú no lo tienes para tratarla de esa manera— dijo Aaron tomando la misma postura.

—Ivan, vete— dijo Marika recuperando la voz de repente, no quería que ambos se fueran a los golpes en su casa.

—Marika….

—Yo si tengo derecho a decirte que te vayas, esta es mi casa y quiero que te vayas, olvida que existo cómo hace tres añod— le dijo ella.

Ivan intento acercarse a ella de nuevo, pero Aaron se atravesó en su camino para que no lo hiciera, ambos se miraron con unas grandes ansias de golpearse mutuamente. Marika tomo él brazo de Aaron.

—Ivan vete, ahora— demando ella.

—Te vas a arrepentir de esto— le advirtió él antes de salir de la casa dando un portazo.

—¿Estas bien?— le preguntó Aaron a la rusa.

—Si, lo estoy— contestó acariciando la parte donde Iván la había sujetado— nunca pensé que Iván me trataría de esa manera — comentó ella.

—Tarde o temprano todo el mundo termina sacando el cobre—

**********

—¿Cómo fuiste tan estúpido?— le preguntó furioso él padre de Marika a Iván después de contarle lo que había pasado con Marika en su casa.

—De supone que ya la habías convencido, ¿Cómo fue que la perdiste así?— preguntó la madre de la rusa.

Mientras ellos seguían insultando a Iván Olga miraba toda la escena encantada, estaba feliz de que Marika no regresará a Rusia a patinar, no le interesaba que se volviera modelo o lo que sea que haga con su vida, lo que no quería era que volviera al patinaje.

—Yo iré a mi habitación — le dijo a su madre sin perder su felicidad, su madre asintió igual de feliz que ella por las noticias.

Así que sin más nada que hacer ahí, salió de la habitación de sus tíos para ir a la suya que estaba a dos habitaciones más a la derecha.

—Necesito hablar con usted señorita— le dijeron antes de que entrarán a la habitación, al girar se encontró con el mismo tipo que la ayudó para que los guardias no la sacaran del hotel.

—¿Sobre qué?, No ha servido para nada, aunque eso ya no me interesa, Marika se va a Italia muy lejos de mi, ya nada me interesa, así que adiós— dijo Olga para después entrar a su habitación y dejar al hombre completamente furioso.

Marika lamentaría no haberle hecho caso.

********

Después de un rato de que Iván se fuera de la casa de la rusa, Aaron se quedó un poco más con ella hablando y asegurándose de que ella estuviera bien, además que Iván no se le ocurriera esperar a que él se fuera para volver e intentar hacerle algo.

También acordaron que al día siguiente, se verían para desayunar, firmar el contrato y al medio día viajar a Italia.

—Aún no se que haré con mis patines — comentó ella mirando los doce pares que tenía en la sala.

—¿Por qué tienes tantos patines?— le preguntó él, ella tenía patines cómo si fueran zapatos normales.

—No son tantos, en Rusia tenía más, pero no me los pude traer todos — comentó con cierta tristeza, haciendo un pequeño puchero, Aaron miró sus labios lo cuales se le antojo tanto besar que se sentío ridículo por ello, él no podía hacer eso, ella era su musa y debía respetarla cómo tal.

—Podrías llevarte los también— le propuso él.

—Esa sería una buena opción, pero en todo caso nos los usaría, ya no hay nieve en Florencia ahora— le dijo ella

—No, pero ahí lugares techados dónde puedes ir a patinar, podrías ir a alguno de ellos — le dijo él. Ella sonrió encantada con la idea, Aaron sintió en su cuerpo y no perdidamente en su corazón, si no más abajo.

—Eso sería estupendo, podría ir los días que tenga libre — comentó ella feliz, Aaron solo asintió, fascinado por cómo se iluminaba su rostro cuando sonreía.

—Asi será, te podría llevar sin problemas — aseguro él.

Momentos después él se despidió de ella para ir al hotel donde, esperaba que Tomas ya tuviera todo los papeles del contrato listo, porque antes de ir a hablar con Marika, había hablado con su amigo para que estuviera todo listo, no cometería él mismo error y le dejaría oportunidad para que ellos la hicieran cambiar de opinión de nuevo.

—¿La convenciste de nuevo?— preguntó le preguntó Tomas en cuanto lo vio.

—Si — contestó sirviéndose un trago.

—¿Por qué no te vez feliz?— preguntó su amigo confundido con su actitud.

—No es que no esté feliz con convencerla de nuevo, es que no sé si resistiré trabajar con ella y no hacerla mi mujer….

Mi MusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora