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—Bu...bueno, no es una pregunta...muy...fácil de..con...testar — murmuró ella mientras él dejaba besos por todo cuello y le sacaba las bragas también.

—Yo creo que sí lo es — susurró él en su oído mordiendo lo gentilmente — ¿Mucho o nada?— preguntó presionando su clítoris.

—Ahhh — jadeo ella para después cubrir su boca con sus manos.

—Eso me suena a un sí, pero no lo quieres decir en voz alta, ¿Por qué?— le pregunto haciendo círculos en su intimidad.

—Deja...d..e hacer eso — le pidió ella.

—¿Por qué?, ¿No te gusta?— preguntó con interés, sabía que le gustaba, solo quería que ella lo dijera, quería que fuera más expresiva con el.

—Si, si me gusta, pero...—

—Pero...— le quitó la falda.

—¿Podemos hablar después mejor?— le pregunto ella.

—Esta bien, pero después no te vas a librar de nuestra conversación — le abvirtio el y después besarla de manera apasionada y ardiente, la rusa por su parte solo se dejaba hacer encantada por todas las sensaciones que le provocaba cada una de sus caricias y sus besos.

Poco a poco la ropa fue escaseando entre ellos y la necesidad de sentir sus cuerpos, su sabor, su calor se volvían más demandantes, Marika estaba delirando de placer, pero cuando sintió que algo más grueso y grande presionaba en su entrada no pudo evitar tensarse.

—Aun puedes decir que no si no quieres Marika — le dijo Aaron con voz pesada, rogando que no dijera que no, pero si lo hacía, aún así se detendría no la obligaría a nada de lo que ella no se sintiera segura.

Marika no se sentía con la suficiente fuerza para hablar y escucharse convincente de su decisión, así que, en su lugar levantó sus caderas presionando más el miembro del italiano para que esté entrará. Aaron reprimió la enorme sonrisa que partiría su cara al ver cuál era su decisión para después continuar el mismo, entrando de manera pausada en su interior, dándole la oportunidad a que se acostumbre poco a poco  a él.

La rusa se tensó un poco al principio, algo que mantenía muy apretado a Aarón y le costaba mucho que pudiera contenerse, pero nada que unos delicados besos y suaves caricias no ayudarán a que se relajara lo suficiente para que poco a poco se empezará a mover con más velocidad.

Con una mano, Marika intento callar sus gemidos, pero Aaron no se lo permitió, quería escucharla, quería escucharla gemir su nombre, quería escucharla llegar al clímax.

—mmm A...aron…mmm — la rusa se sentía llena, además de lo literalmente hablando, de intensas sensaciones que arropan su cuerpo como una fuerte ola que la arropaba una y otra vez, pero la mayor estaba por llegar, sentía como todo ese placer se acumulaba en la parte baja de su vientre, sentía esa gran necesidad de gritar, de expresar todo ese placer que sentía, pero aún en ese momento sentía demasiado vergüenza para hacerlo, así que sin nada más que se le ocurriera se soltó del agarre de Aaron y sujetándolo por estar de su cuello lo pego a ella para besarlo al mismo tiempo que se corría gimiendo en su boca y segundos después el italiano también lo hizo cayendo a su lado completamente cansados, tanto que se quedaron dormidos sin darse cuenta.



*****

Al día siguiente Marika despertó envuelta en los brazos del italiano, aunque eso era un poco normal para ella, los últimos días que también había dormido con él había despertado de la misma manera.

Aún no podía creer lo que había hecho, lo que habían hecho más bien, tuvo su primera vez con Aaron, solo recordarlo hacía que su cara ardiera.

Mi MusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora