Sabela
Los días posteriores al descubrimiento sobre el pasado de mi familia, intento que la normalidad vuelva a mi vida lo antes posible. ¿Pero cómo poder hacerlo ante una verdad tan grande?
Cuando le conté a Brais acerca de lo que nos habíamos enterado Jacobo y yo, apenas podía creérselo. Lo primero que me dijo fue que debería olvidarme de todo lo que he descubierto y hacer como si nada hubiera existido.
En cierta manera me gustaría, pero no como si mi padre, Jacobo o mi propio pasado, no me persiguieran a cada lugar al que voy. No es tan fácil. Es casi imposible.
Y todavía no he pensado la forma de explicarles a mis padres acerca de todo este asunto. Si ya de por sí les resultaba bastante difícil, sobre todo a mi madre, aceptar la presencia de Jacobo, no sé cómo van a asimilar lo demás.
Tampoco me he puesto en contacto con mi hermano. No debo hacerlo ya que me conozco y soy débil. Si vuelvo a verle, estoy segura de que no podré controlarme.
Supongo que seguirá con su rutina. Trabajando en su taller y tratando de mantener a flote su negocio.
No me reconozco, lo admito. Yo que siempre he sido prudente y me he pensado tanto las cosas antes de hacerlas, no puedo creer que haya sido capaz de comportarme de forma tan inapropiada. Demasiadas veces he estado a punto de follar con Jacobo.
En cualquier momento me acuerdo de él. Cuando estoy en el trabajo, al hacer la compra, cuando veo la televisión, al ir al gimnasio o a dar un paseo...
Sin ir más lejos, el otro día tuve que darme placer a mi misma mientras me duchaba debido a lo cachonda que me sentía. Lo peor de todo es que Brais está empezando a darse cuenta de que algo me pasa. Hace bastante tiempo que no hacemos el amor.
Y la excusa de que me siento muy impresionada por todo lo que he descubierto, no me va a durar eternamente. Por no añadir la vergüenza que siento cada vez que lo miro y recuerdo a Jacobo.
Debo ser valiente y hablar con Brais. Esta relación no da ya más de sí.
—Creo que lo mejor sería que nos fuésemos de esta ciudad y volviésemos a Cambados —me suelta una noche.
Aparto la vista del ordenador y lo miro bastante sorprendida, pues no puedo creer que me pida una cosa así.
Me llama mucho la atención que últimamente bebe mucho alcohol. Como ahora que está tomándose una copa de whisky. Y creo que es la tercera.
-¿Cómo dices? —le reclamo.
-Es que tú no te has visto últimamente, Sabela. ¡Joder! —Levanta la voz—. ¡No eres la misma!
—¿Qué quieres decir?
—¿Es qué no te das cuenta?
—¿Darme cuenta de qué?
—Todo el día estás en tu puto mundo. Apenas duermes. No comes bien. Te llevas el trabajo a casa. No me escuchas cuando conversamos. Por no mencionar que hace tiempo que no me dejas tocarte...
—No estoy en mi mejor momento... —le interrumpo.
—¡No me jodas! —exclama muy enfadado—. ¡Esa es la excusa que utilizas para no follar conmigo! ¿Es qué acaso ya no me quieres? ¿Es eso?
—Mejor dejamos aquí esta conversación. —Me levanto del sofá, sintiendo una fuerte opresión en mi pecho.
Intento marcharme, pero Brais me coge por un brazo y me lo impide. Me lastima.
—¡Estoy a punto de reconocer a la hija de la furcia de Nerea como mía e incluso le estoy pasando una muy buena cantidad de dinero para ayudarla con su manutención! ¡Mucho más grande de lo que establece la ley! Y ni así, todo lo que hago es suficiente para ti. ¡Esto no viene a raíz de que descubrieras mi infidelidad, sino desde que nos mudamos a este pueblo de mierda y apareció tu hermano en nuestras vidas!
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ALGO NUESTRO
RomantikSabela Ulloa viaja desde Pontevedra hasta Ribadavia, un pueblo situado en la comarca del ribeiro ourensano, para buscar a su verdadera familia. Sin embargo, solo encuentra a Jacobo Quiroga, su hermano mayor. Un hombre taciturno, de fuerte carácter...