Capítulo 27

1.1K 67 9
                                    

Sabela

Las palabras que me dijo mi hermano sobre Brais en casa de nuestro padre, no dejan de perseguirme.

Reflexiono en ellas una y otra vez y finalmente, llego a la conclusión de que tengo que poner fin a la relación que mantengo en la actualidad.

Ya no estoy enamorada de Brais, si es que algún día lo estuve. Tampoco puedo seguir permitiendo sus constantes faltas de respeto y control emocional hacia mi persona. Debo terminar cuanto antes con esta situación.

Puede que Jacobo haya tenido mucho que ver en mi decisión, aún así, debo que reconocer que Brais y yo ya teníamos problemas, incluso antes de llegar a este pueblo.

Nunca me apoyó en mi decisión de buscar a mi verdadera familia. Ahora comprendo que lo más probable es que lo hiciese para que no tuviera más gente que me quisiera a mi lado, y que él fuese el único en quién yo pudiera apoyarme.

Una forma más de ejercer control sobre mí.

Esta noche, me preparo una cena ligera, me desmaquillo y me pongo el pijama. Me dirijo al salón y observo a Brais viendo un partido de fútbol. Bebe una cerveza tras otra. Y aunque tal vez debería dejar esta conversación para otro día que estuviera más sobrio, lo cierto es que no puedo posponerla por mucho más tiempo.

—¿Podemos hablar un minuto, por favor? —Me siento a su lado en el sofá.

—Ahora no, Sabela. Estoy viendo el partido.

—Es importante, por favor.

—No me toques los cojones y déjame en paz.

—Brais, estoy hablando en serio —continúo insistiendo.

—¡Que te calles, joder!

—¡A mi tú no me mandas callar!

Cojo el mando de la televisión y la apago.

—¿Qué coño haces? —Me mira con furia.

—No te voy a dejar en paz hasta que me escuches.

—Está bien —resopla—. Di lo que tengas que decir de una maldita vez.

Estoy harta de sus malas formas y de su comportamiento. He intentado ser amable con él, pero ya no puedo más.

—Quiero que rompamos —le suelto sin más.

Me mira con incredulidad. Después de la sorpresa inicial, sonríe con burla, se acerca a mí y me coge de las manos.

—Seguro que hoy has tenido un mal día en el trabajo, cariño. ¿Por qué no nos vamos a dormir?

—No. Lo nuestro hace tiempo que no funciona. Te has convertido en una persona muy distinta a la que conocí.

—Déjate de decir estupideces —Se levanta y se acerca a mí de nuevo.

Retrocedo asqueada por su proximidad. Nunca pensé que pudiera sentirme así en cuanto a él.

—Mira —prosigo—, no te voy a pedir que te vayas de mi casa ahora mismo. Puedes quedarte el tiempo que necesites hasta que encuentres otro lugar. Sé que esas cosas llevan su tiempo, pero tú y yo no podemos continuar juntos.

—Si me dejas, no reconoceré a la hija de esa zorra. Y dejaré de pasarle la manutención mensual. ¿No me habías dicho que gracias a mis acciones considerarían la posibilidad de devolverle a su hija? ¿Qué pasaría si dejo de ser tan generoso?

Mis ojos se abren de par en par ante lo que dice. Tiene que estar bromeando. No puede jugar con algo tan serio. ¿Sería capaz de algo tan bajo tan solo para que no lo abandone?

ALGO NUESTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora