Jacobo
Frunzo el ceño, pues no pretendía asustar a mi hermana.
No deseo que me tenga miedo. Y tampoco sé que coño estoy haciendo aquí. Creo que he cometido un error al venir a verla.
¿Qué le voy a decir cuándo me pregunte? ¿Qué llevo quince malditos días pensando en ella?
Va a pensar que estoy taladrado de la cabeza y con razón. No la traté con delicadeza cuando vino a verme al taller. ¿Qué esperaba? ¿Qué le diera la bienvenida después de tantos años sin vernos?
Me observa con cautela, como si estuviera esperando a que yo empezase a hablar. Creo que voy a tener que hacerlo, pero no sé que excusa me voy a inventar.
Me juré a mí mismo que no iba a venir a verla.
Tiré la tarjeta que me dio con sus direcciones, no obstante, antes me aseguré de memorizar en donde vivía.
—Hola, Jacobo —comienza diciendo ella—. Me has asustado. No esperaba verte aquí.
Guardo silencio. Parezco gilipollas, lo sé. Siento una enorme curiosidad por saber más de ella.
Es mi hermana y se supone que mi instinto familiar está comenzando a salir a la luz.
Vaya mierda.
—¿Qué tal, hermana? —le pregunto.
Hago especial énfasis en la palabra hermana con cierto tono de socarronería.
Mi boca se curva en una sonrisa ladeada y creo que ella lo nota, pero está esforzándose por ser educada.
—Estaba a punto de irme a trabajar. Podemos quedar otro día y vernos para conversar —me dice.
—No creo que otro día tenga tiempo. Te acompaño al trabajo si quieres.
—De acuerdo. Charlemos mientras caminamos hacia el centro de salud.
Me enciendo un cigarrillo.
Compruebo que a mi hermana le gusta vestir bien. El abrigo que lleva puesto se nota que es de calidad, por no hablar de su perfume.
Parece caro. Aunque es un poco empalagoso, pues se introduce por mis fosas nasales y me inunda el cerebro.
Comenzamos a andar.
Me subo el cuello de la cazadora.
Hace demasiado frío en este pueblo de mierda.Ninguno de los dos dice nada. Ella está nerviosa, porque sus grandes ojos verdes bailan de un lado hacia otro como si estuviera buscando a algo o a alguien.
Lo sé porque yo hago lo mismo.
Decido que no voy a ser yo el que inicie la conversación. Sigo caminando sin decir ni una palabra, esperando a que sea ella quién comience a hablar.
Sabela
Todavía me siento en estado de shock. Jacobo es la última persona que esperaba ver esta mañana en el portal de mi casa.
Si alguien me hubiera dicho hace unos días que iba a recibir su visita, no me lo hubiera creído. Yo ya había perdido toda esperanza de que estableciera contacto conmigo.
Y ahora, como si de dos verdaderos hermanos se tratase, me está acompañando al trabajo esta mañana.
Llevamos un buen rato caminando en silencio. No sé qué decirle. De verdad que no lo sé. Hay algo en él que me intimida profundamente.
Supongo que es debido a que no parece que vaya a decir mucho durante los siguientes minutos.
Durante estos quince días, no he dejado de imaginarme todo tipo de conversaciones entre nosotros, y todas las preguntas que quería formularle.
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ALGO NUESTRO
RomanceSabela Ulloa viaja desde Pontevedra hasta Ribadavia, un pueblo situado en la comarca del ribeiro ourensano, para buscar a su verdadera familia. Sin embargo, solo encuentra a Jacobo Quiroga, su hermano mayor. Un hombre taciturno, de fuerte carácter...