Capítulo 4

1.2K 66 13
                                        

Sabela

Una estridente música se escucha desde afuera. Llevo poco más de un par de minutos en la acera, y todavía no me decido a entrar.

Hubiera preferido que Jacobo y yo quedásemos a solas y no con sus amigos, pero me imagino que esta es la manera que tiene él de intentar acercarse a mí.

El tipo de ambiente que percibo desde el exterior no tiene pinta de pegar mucho conmigo. Música demasiado alta, mucho griterío...y parece que la gente lleva más de un par de cervezas encima, puesto que por su tono de voz, están formando bastante jolgorio.

Empujo la puerta corredera del taller. Una vez que estoy dentro del local, el sonido del rap inunda mis oídos, y el humo del tabaco me irrita los ojos.

Cierro la entrada y doy unos cuantos pasos hasta que me encuentro con varios pares de ojos que me observan con curiosidad.

Vale, ahora sí sé que estoy totalmente fuera de lugar.

No me esperaba tanta gente. Aunque Jacobo no mencionó exactamente cuántos seríamos, aquí hay por lo menos veinte personas.

En lugar de los coches que vi la primera vez que estuve en este taller, un par de sofás viejos y desgastados, ocupan el centro del lugar. Observo también una mesa con todo tipo de cosas encima: barajas de cartas, tabaco, mecheros, marihuana y otras sustancias que no logro identificar a simple vista.

Seis personas están sentadas en los sofás. Una pareja que se está metiendo mano sin que les importe mucho el resto del grupo, un par de chicos jugando a las cartas y dos chicas liándose un porro.

El resto de la gente está de pie y bebiendo.

—¡Hola! —les saludo alzando un poco la voz—. Estoy buscando a Jacobo.

Supongo que debería presentarme como su hermana, sin embargo, tengo la sensación de que a mi hermano no le gusta que se hable de su vida privada sin haberle consultado antes, por lo que me abstengo de identificarme como parte de su familia.

—Está arriba con Nerea —me dice una de las chicas que se está liando un porro.

—Yo que tú esperaba un rato, preciosidad —añade otro de los chicos que juega al póker, dirigiéndome una sonrisa torcida—. No creo que hayan terminado de follar todavía. Cógete una cerveza mientras le esperas.

Vale, genial. ¿Y ahora qué hago? No me apetece en absoluto quedarme con esta gente porque no me gusta nada el ambiente en el que estoy.

Lo que quiero es largarme enseguida de aquí y no volver. No obstante, me prometí a mí misma que intentaría acercarme a mi hermano como fuese, por lo que si quiero que Jacobo forme parte de mi vida, tengo que al menos interesarme por lo que a él parece importarle.

—Acércate y siéntate con nosotros —me invita un chico de melena larga y barba de varios días.

—No, gracias. Prefiero esperar a que Jacobo termine.

Varias carcajadas se escuchan a mi alrededor. Me pego mentalmente un puntapié cuando percibo lo que acabo de decir.

¿Será que es cierto que mi hermano va a tardar mucho en hacer acto de presencia?

Jacobo

—¿Follamos otra vez?

Le doy una calada a mi cigarrillo y sonrío. Se lo paso a Nerea que está tumbada boca arriba en mi cama, con sus pechos apuntando hacia arriba.

Amo a esta chica. Llevamos un par de polvos seguidos y todavía tiene ganas de juerga.

La adoro.

ALGO NUESTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora