Capítulo 24

1K 65 11
                                        

Jacobo

Después de contarnos toda la historia, el malnacido ese, quiso que nos quedásemos sentados a la mesa con él para compartir los postres.

La intención de Sabela era hacerlo, pero yo me negué en rotundo. Se vino conmigo en cuanto me puse de pie y le dio las buenas noches a ese cabrón.

Si por mí fuera nos largaríamos ya a Ribadavia de vuelta, no obstante, mi medio hermana, aún quiere hacerle algunas preguntas a ese tipo. Así que nos toca pasar aquí la noche.

Llegamos a la habitación y ambos nos sorprendemos ante lo que nuestros ojos ven. Encima de la cama hay un camisón femenino que no deja nada a la imaginación y un pijama masculino. Ambas prendas pulcramente estiradas y colocadas. También observamos unas velas aromáticas encendidas, una botella de champán dentro de una cubitera y un par de bandejas con alimentos que parecen afrodisíacos.

Ricardo pretende poner todos los medios a nuestro alcance para que disfrutemos de una noche de pareja.

Por mi no tendría problema ya que deseo a Sabela con toda mi alma, pero todo lo que ha preparado me parece demasiado para alguien que prácticamente no nos conoce. Estoy seguro de que ella opina lo mismo.

—¿Qué coño significa esto? —protesto en voz alta.

—Creo que está muy claro, ¿no? —responde Sabela

—Ya lo veo —digo con sarcasmo.

—Me voy a dormir. Estoy muy cansada.

—Sí, lo mejor será que intentemos descansar un poco.

—Voy al cuarto de baño a cambiarme —Sabela coge el camisón y se encierra en el mismo.

Me siento encima de la cama y reflexiono acerca de todo lo que nos ha contado Ricardo.

Hay cosas que no me cuadran.

Puedo llegar a entender que todo lo que vivió con nuestra madre haya sido duro, sin embargo, no entiendo porqué nunca volvió a buscarnos.

Si dice que con el narcotráfico se hizo muy rico, bien pudo interesarse por nosotros hace muchos años.

Al menos por Sabela que es su hija biológica.

Eso solo me demuestra que ha sido y es un puto egoísta durante toda su vida.

La única pena que me queda es no haber podido ayudar a nuestra madre. Me entristece en lo más profundo de mi corazón saber cómo fue su vida y como terminó. Ojalá yo hubiera sido un poco más mayor cuando sucedió todo eso. Habría sido todo muy diferente.

Sabela sale del baño con el camisón rojo puesto. Mis ojos se abren de par en par. Joder, que preciosa está.

Mi escrutinio no dura demasiado ya que no quiero que se sienta incómoda. Lucho fervientemente para apartar mis ojos de ella.

Ella deshace la cama y se mete en ella. Cuando se acomoda, cojo mi cazadora, le doy las buenas noches y me dispongo a irme. Me mira extrañada.

—¿Te vas? —me pregunta.

—Si. Voy a pedirle a Ricardo una habitación para mí. Supongo que querrás dormir sola.

Veo decepción en sus ojos ante mi respuesta. Por un momento me permito soñar que no quiere que me vaya, pero esa es una idea totalmente impensable.

—Buenas noches, Sabela —Le doy un beso en la frente y me dispongo a marcharme de nuevo.

Sin embargo, antes de hacerlo, me agarra por una mano y me detiene.

ALGO NUESTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora