Capítulo 8

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Sabela

Observo la maleta que tengo encima de la cama y me pregunto sino llevaré demasiada ropa para un fin de semana.

Cuando el detective García contactó conmigo, me dijo que debería viajar a Cambados, el pueblo costero de las Rías Baixas en el que me crié, y del que son procedentes mis padres adoptivos.

No entiendo el motivo por el cuál el investigador no ha querido facilitarme la información que tiene acerca de nuestra madre. Lo más probable es que se trate de algo muy importante que no me puede explicar por teléfono.

Sé que debería avisar a mis padres de que voy a viajar con mi hermano, sin embargo, como conozco a mi madre, precisamente por eso no lo hago.

Es capaz de prepararme una fiesta de bienvenida con todo el vecindario y eso es lo último que deseo. Quiero total y absoluta discreción con este tema.

No me imagino como van a reaccionar en cuanto vean a Jacobo. Tampoco sé que planes tiene él, si se va a quedar en el pueblo, o si solo viajará conmigo para escuchar lo que el detective García tiene que decirnos y luego marcharse.

A pesar de que aún no he olvidado que me robó una joya de mucho valor, no me arrepiento de haberle dicho lo de nuestra madre. Él también es parte de la familia y tiene derecho a estar informado de lo que averigüe.

Cuando le pregunté si me iba a acompañar, no se negó al instante.  Simplemente se limitó a decirme:

—Iría contigo, pero tengo un pequeño problema. No dispongo de la suficiente pasta para pagar el viaje.

En ese momento sentí deseos de matarlo. ¿Cómo fue capaz de decirme una cosa así? Aunque no me lo haya confesado, estoy casi segura de que habrá ganado bastante dinero con mi pulsera.

También sigo sin comprender como fue capaz de hablarme de esa manera tan despreocupada en mi despacho después de lo que hizo.

Mi hermano me confunde. Es capaz de lo peor y de lo mejor, provocando en mí reacciones totalmente distintas.

Puedo sentir hacia él desde la ternura y el cariño más infinitos, hasta el enojo y la irritación tan solo en cuestión de segundos.

Sin embargo, si quiero contar con su apoyo en este descubrimiento, tengo que aparcar todas nuestras diferencias y ser yo la que deje de lado su orgullo.

Así que como muestra de mi buena voluntad, me ofrezco a costearle el viaje de vuelta a Ribadavia. Él volverá al pueblo cuando tengamos noticias de nuestra madre y yo me quedaré en casa de mis padres un par de días.

Necesito que mi hermano esté a mi lado ante lo que tenemos por delante.

—No deberías ir con él, Sabela. No me fío. Tendría que ser yo el que te acompañase —me dice Brais. 

Cuando lo puse al corriente de lo que me había dicho el detective García, enseguida se ofreció a viajar conmigo. No quiere que vaya con Jacobo.

Puedo entender que esté preocupado por mi, pero tiene que aceptar que no soy una niña pequeña y que sé cuidar perfectamente de mí misma.

—Escúchame, cariño —le digo mientras nos sentamos encima de nuestra cama—.  Entiendo tu preocupación, pero tengo que hacer esto con mi hermano. También tiene derecho a saber lo que le sucedió a nuestra madre.

—Eso lo entiendo. Lo que no me entra en la cabeza es que tengas que estar a solas con él tanto tiempo por si dice o hace algo que te pueda molestar.

—A ver, Brais —continúo, al mismo tiempo que cojo sus manos entre las mías—.  No vamos a estar solos. Además, él volverá a Ribadavia y yo me quedaré con mis padres. Puedes quedarte tranquilo porque nada malo va a suceder, ¿de acuerdo?

ALGO NUESTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora