Capítulo 14

909 53 18
                                    

Sabela

¿Qué es lo que me sucede? ¿Por qué de repente al ver a Jacobo y a Nerea besándose me invade una sensación tan extraña? ¿Son celos? ¿Tal vez debido a que me gustaría que mi relación con Brais fuese tan bonita como parece ser la suya?

Sí, es lo más probable que se trate de eso.

Jacobo me observa con una expresión muy seria. Parece incómodo al vernos a mi novio y a mí agarrados de la mano y en plan cariñoso. Seguro que no le agrada nuestra presencia. No me extraña después de lo que sucedió el día de mi cumpleaños.

Por otra parte, Nerea me sonríe con algo parecido al aprecio. Al ver lo feliz que se ve Jacobo con ella, comprendo que en un principio la juzgué mal cuando pensé que se trataba de una mujer celosa y acaparadora por haberme montado aquél numerito en el taller de mi hermano.

Al igual que él, sus ojos también se clavan en Brais y lo recorre de arriba abajo casi con asco. Es evidente que a ella tampoco le agrada su presencia.

—Hola, parejita —nos saluda Jacobo con cierta burla—. ¿Vosotros por aquí?

—Hemos salido a pasear un rato y ahora vamos a cenar antes de irnos para casa —le informo.

—No pensaba yo que eras mucho de sitios tan pequeños como esta pizzeria. No sé, te imaginaba más en un restaurante un poco más fino.

Me duele el tono que utiliza Jacobo para dirigirse a mí. Comprendo que verme con Brais pueda fastidiarle, pero no tiene motivos para ser tan desagradable conmigo.

Nerea percibe la descortesía de mi hermano y lo observa un poco seria, aunque no le dice nada.

—¿Por qué no os sentáis con nosotros? —nos invita.

—No queremos molestar —niega Brais de inmediato.

—No sé... —titubeo—. Es que aún no hemos pedido nada.

—Como queráis, pero no creo que encontréis un sitio fácilmente.

Observo a mi alrededor y ella tiene razón. Todas las mesas están ocupadas y cada vez hay más gente en la cola esperando para ser atendidos.

—Está bien —cedo finalmente—. Además, Brais tiene hablar con Jacobo, ¿verdad? —le pregunto.

—Eh...claro, cariño.

—¿Por qué no pides tú y espero sentada con ellos? ¿Te importa?

—No... —habla casi a regañadientes—. ¿Qué te pido?

—Lo que te apetezca. Me adapto.

—Muy bien. No tardo. Ahora vuelvo —Le dirige una dura mirada a mi hermano antes de ir a pedir nuestros menús.

Me siento enfrente de Jacobo y Nerea y ellos continúan con su cena. Durante los primeros minutos, Nerea trata de mantener una distendida conversación entre nosotros tres, pero Jacobo no participa. Se limita a responder con monosílabos. Solo hablamos ella y yo.

—¿Cómo va el asunto de lo de las ayudas económicas que me tramitaste? —me pregunta con un halo de tristeza en su rostro.

—Lento —Extiendo una mano a través de la mesa y acaricio la de Nerea con brevedad.

—Muchas gracias por tu ayuda, Sabela.

—Nada que agradecer. Es mi trabajo y lo hago con mucho cariño.

—Se te nota. Tienes un corazón muy grande.

—Muchas gracias, bonita.

Me da mucha pena ver que Nerea se siente tan desolada cuando habla de todo lo relacionado con su hija Es evidente que la adora por encima de todo.

ALGO NUESTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora