Capítulo 25

1.1K 56 5
                                        

Sabela

La claridad que entra por la ventana me despierta a la mañana siguiente. He dormido de maravilla. No recuerdo haber disfrutado de un sueño tan placentero desde hace mucho tiempo.

Me froto los ojos y bostezo. Cuando me espabilo un poco, me doy la vuelta y sonrío con dulzura. Jacobo duerme como un bebé. Hemos debido de dar varias vueltas de noche porque la ropa de la cama está toda revuelta.

Me quedo observándole por unos instantes, disfrutando a plenitud de verle tan tranquilo y relajado. Extiendo una mano para acariciar su rostro, pero el incesante sonido de mi móvil me detiene. Me levanto despacio de la cama y me dirijo a mi bolso para cogerlo.

Es Brais. Mierda. Me he olvidado por completo de él.

—¿Se puede saber dónde coño estás? —me reclama nada más descolgar la llamada.

Cuando vine a Vilagarcía de Arousa con Jacobo ayer por la tarde, le dije a mi novio que estaríamos en Ribadavia por la noche. Pero no me acordé de llamarle.

—Perdona. Debí avisarte de que nos quedaríamos en casa de mi padre a dormir.

—¿Qué lo sientes? ¡Joder, Sabela! ¡No sabes lo preocupado que estaba! He pasado la noche en vela pensando en que te podía haber pasado algo malo.

—Lo siento —murmuro—. Te ruego por favor que me perdones. Te lo explicaré cuando vuelva. Me imagino que saldremos para Ribadavia por la tarde.

—¿Por la tarde? —El tono de su voz aumenta y tengo la impresión de que va a atravesar mi móvil—. ¿Pero qué diablos tienes que hacer ahí tanto tiempo?

—Te contaré todo cuando llegue. Ahora mismo no puedo pararme mucho tiempo.

—¿Por qué? ¿Qué cojones estás haciendo? ¡Dímelo ahora mismo!

—¿Se puede saber de qué vas? —protesto—. Te estoy diciendo que te explicaré todo cuando regrese —Empiezo a estar hasta las narices de la actitud de Brais—. Tengo que dejarte.

—¡No te atrevas!

—Brais, por favor. —Trato de calmarle—. Hablamos en otro momento. Estás un poco alterado.

—¿Alterado? ¿Yo? ¡No te atrevas a colgarme!

—¿Qué no me atreva? Mira, vete a tomar por culo —le suelto y me siento de maravilla.

—¡Sabela no me...!

Cuelgo la llamada sin darle tiempo a despedirse. Que le den a él y a su manera de reaccionar tan controladora.

Miro a Jacobo. Acaba de despertarse y me observa muy serio.

—¿Te he despertado? —le pregunto—. Lo siento, pero es que Brais me ha sacado de mis casillas.

—No te preocupes, te he sentido levantarte. Casi estaba despierto —Mi hermano se incorpora en la cama—. ¿Cuándo piensas darle puerta a ese cabronazo?

—No es tan fácil darte cuenta de que ya no quieres a alguien y dejar una relación. Además... —Me detengo ante lo que acabo de decir de forma inconsciente. No me había parado a pensar hasta ahora qué era realmente lo que sentía por Brais.

—Es tan fácil como tú quieres que sea. No quiero asustarte, pero tengo la impresión de que ese tío es un maltratador.

—¿Un maltratador? —Abro los ojos de par en par—. Me parece una palabra un poco fuerte para referirte a él.

—No hace falta levantar la mano para que se considere maltrato lo que está haciendo contigo, Sabela.

—Es cierto que desde hace un tiempo ha cambiado mucho, pero insisto en que llamarle maltratador está totalmente fuera de lugar.

ALGO NUESTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora