Jacobo
Odio los lunes.
Me cuesta horrores madrugar tras el fin de semana.
Esta mañana se me han pegado las sábanas por lo que ya voy tarde al trabajo. Tuve que hacer la compra antes de abrir el taller porque después me resulta muy tarde para preparar la comida.
Voy tan acelerado que me doy de bruces con alguien al salir del supermercado.
—¡Lo siento muchísimo! —se disculpa una voz femenina—. —Hola... —me saluda con timidez.
Está nerviosa, lo noto. No puede evitar ponerse en alerta con mi presencia.
—Buenos días, Sabela.
—Parece que vas muy cargado.
—Un poco.
—Te puedo acercar en mi coche a tu taller, si quieres. Lo tengo aparcado muy cerca.
—¿Estás segura? ¿No tienes que comprar tú también?
—Si, pero no serán más de diez minutos.
—Vale. Te lo agradezco.
Llegamos a mi taller y Sabela me ayuda a bajar las bolsas del coche.
No hemos dicho una sola palabra durante el trayecto.
Me estuve mordiendo la lengua todo el rato para no preguntarle por Brais.
Al final, no puedo aguantarme.
—Así que has vuelto con tu novio, ¿no?
—¿Cómo dices? —Mi pregunta la sorprende—. ¿Cómo lo has sabido?
—Es verdad, ¿o no?
—Si —admite—. He vuelto con Brais.
—Que tonta eres. Deberías esperar un poco más después de lo que has descubierto sobre él. ¿Cuánto ha pasado? ¿Menos de un mes?
—Puede ser, pero eso no es asunto tuyo —Me duele que me diga eso.
—¿Ah, no?
—Pues no.
—Yo creo que si.
—¿Y eso por qué?
—Pues porque nos hemos besado dos veces. Y sino llegamos a detenernos, habríamos follado en tu sofá o incluso contra un coche en mi taller.
—Vete a la mierda.
Me río y ella se dispone a marcharse del taller. Antes de que lo haga, hablo desde la distancia:
—No he podido olvidar lo que pasó entre nosotros. Me muero por volver a sentirte.
—Yo también.
Sabela
Me acerco a Jacobo y rodeo su cuello con ambos brazos. Colisionamos en un desesperado beso.
Jacobo enreda sus manos en mi pelo y continuamos devorándonos hasta la saciedad.
Nuestras lenguas se revuelven, explorando cada rincón de nuestras bocas sin decencia alguna. Noto los labios cada vez más hinchados debido a que nos besamos casi hiriéndonos.
Las manos de Jacobo bajan hasta mi culo y lo aprietan entre ellas. Mi sexo se acerca al bulto que tiene entre las piernas y gimo contra sus labios. Siento que me derrito entre sus brazos. No puedo describir la sensación tan increíble que me envuelve.
—No lo niegues, Sabela —susurra de nuevo en mi oído cuando nos separamos, lamiendo el lóbulo de mi oreja—. Te gusta esto...
—Si... —reconozco por primera vez—. Pero no podemos. No está bien...

ESTÁS LEYENDO
ALGO NUESTRO
RomanceSabela Ulloa viaja desde Pontevedra hasta Ribadavia, un pueblo situado en la comarca del ribeiro ourensano, para buscar a su verdadera familia. Sin embargo, solo encuentra a Jacobo Quiroga, su hermano mayor. Un hombre taciturno, de fuerte carácter...