Capítulo 17

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Sabela

Estos últimos días cuidando de Jacobo han logrado que nos hayamos acercado mucho el uno al otro. Casi sin darme cuenta ha pasado un mes, por lo que a mi hermano le falta muy poco para recuperarse totalmente de la paliza que le dieron.

Le han retirado el cabestrillo del brazo y sus costillas están soldando con rapidez según la última radiografía de la semana pasada.

Esta tarde Nerea ha venido a verle.

Están sentados en el sofá jugando una partida de cartas. Como no quiero entrometerme mucho entre ellos ya que parecen muy a gusto juntos, estoy ordenando el armario de mi hermano. Le hacía falta una buena limpieza y lo cierto es que no es nada curioso con sus cosas.

Unos incesantes golpes en la puerta del garaje me detienen. Jacobo me mira extrañado al igual que yo a él. Parece que alguien tiene prisa por entrar. Mi hermano se levanta del sofá y se dirige a ver de quién se trata. Cuando está cerca de la puerta, lo detengo y le digo:

—Pregunta primero quién es, por favor. No quiero que te vaya a pasar nada malo.

—Tranquila, Sabela. No te preocupes.

Jacobo abre la puerta y los dos nos sorprendemos al ver a Brais ¿Qué hace aquí? Está enfadado y no me quita los ojos de encima.

—Vengo a buscar a mi novia —dice él.

Sin que Jacobo le conceda permiso, cruza la puerta y entra en el taller con chulería. Nunca había visto en él una actitud tan posesiva. ¿Qué es lo que le sucede?

—¿Qué coño estás haciendo tú aquí? —le recrimina mi hermano.

—Estoy hasta las narices de que te pases aquí todos los puñeteros días —Se dirige hacia donde estoy y se coloca enfrente de mí—. Lo mejor será que te vengas conmigo.

—¿Se puede saber qué te pasa? —le reprocho a Brais muy decepcionada con él.

—Vámonos. Tengo que hablar contigo.

—Está bien —asiento.

En realidad no me voy porque me lo diga, sino para no ocasionarle un problema a mi hermano. Cojo mis cosas y me dirijo a despedirme de Jacobo.

—¿De verdad te vas a largar sólo porque este gilipollas te lo pide? —me pregunta cuando me acerco a él.

—El único gilipollas que hay aquí, eres tú, capullo —suelta Brais

Me interpongo entre ellos cuando Jacobo se acerca a mi novio con furia.

—Por favor, no —le ruego a mi hermano.

—¿Cómo puedes ser tan hijo de puta? —nos interrumpe una voz.

—Vámonos de una vez —Brais se muestra cada vez más nervioso.

Me arrastra hacia la salida de muy malas formas. Antes de que lleguemos a la puerta, Jacobo se interpone en nuestro camino. Me aparta suavemente de Brais y le da un empujón que lo aleja de mí.

—Como vuelvas a tratarla de esa manera, te rompo los dientes uno a uno, ¿está claro?

—¡Qué asco me das! —Nerea se acerca a nosotros y continúa insultando a Brais—. No solo te portaste como un cabrón conmigo, sino que también lo eres con esta mujer a la que no te mereces en absoluto —me señala.

—No sé de que coño hablas —le dice a ella—. Me estás confundiendo con otra persona. Vámonos, por favor —me susurra con cada vez más miedo.

—¡Puede que se me olviden muchas caras pero nunca la del padre de mi hija! —grita Nerea a pleno pulmón con lágrimas en los ojos.

Me llevo una mano a los labios debido al grito que se me escapa. Seguro que Brais tiene razón y Nerea lo está confundiendo con otra persona. Tiene que haber una explicación a toda esta locura.

ALGO NUESTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora