𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐈

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Escrito a partir de los capítulos seis y siete de Harry Potter y el prisionero de Azkaban.

J. Potter

''¿Me perdonarías si un día desaparezco sin decir adiós?''

No llevaban más de una semana en el colegio, pero Hermione estudiaba como si ya estuvieran en época de los exámenes finales. Se la pasaba en la sala común o la biblioteca, sin importar dónde, siempre tenía un libro nuevo con ella. Esa tarde, había pasado por la biblioteca y llevó una pila de libros viejos a la sala común de Gryffindor. Ella creía que aunque pareciera que no los habían tocado en años, por lo sucios y descuidados que se veían, también podían valer oro en información. Hermione estaba segura de que encontraría algo que valiera la pena.

No obstante a que no encontró lo que esperaba, sí algo que valió realmente la pena. No se trataba de un libro, más bien era un viejo diario color índigo con inscripciones y detalles en plateado, cerrado un pequeño candado.

Aunque se notaba algo desgastado en la tapa podía distinguir un nombre ya conocido por la joven bruja: ''J. Potter''.

Se trataría de su diario, dedujo. El diario del papá de Harry, James Potter.

«¿Podía ser?» se preguntaba con emoción. Bajó la mirada hacia sus piernas, donde Crookshanks acababa de ronronear, dormía sobre estas. A pesar de que le daba pena despertar a su mascota, estaba ansiosa de ver la cara que pondría Harry al entregarle el diario. Bajó al gato canela y lo dejó en el suelo, este se quejó con maullidos, se molestó más de lo que ella hubiera pensado. Le gruñó.

— Ahora vuelvo. Es que tengo que mostrarle algo importante a Harry, Crooks —explicó, pero el gato seguía maullándole, ahora, con el pelaje erizado.

Hermione no le prestó más atención al drama que armaba Crookshanks y dejó atrás la sala común para ir directo hacia el gran comedor, donde los alumnos de todo el colegio estaban cenando. Obviamente, Harry estaba junto a Ron en la mesa que le correspondía a los Gryffindor, como a la mitad de esta, charlando con otros de sus compañeros. Hermione, muy sonriente, se sentó frente a Harry, junto a Ron. Los dos la miraron curiosos, compartiendo miradas entre ellos, mientras que Hermione mostraba más dientes en lo que agrandaba la mueca contenta.

— Tengo una sorpresa para ti —le dijo a Harry, apretando el diario contra su pecho—. ¿Tu padre se llamaba James, cierto? ¿J. Potter?

— Si... —respondió inseguro, y Hermione rio, pasándole el diario.

— Lo encontré en la biblioteca. Quizás puedas conocerlo mejor, leer historias desde su puño y letra —habló soñadora, sin quitar la sonrisa genuina de su rostro.

Harry lo observó de arriba abajo, de costados y al reverso. Aplastándolo al notar que algo dentro impedía que se cerrara correctamente.

— ¡Ábrelo!

— Pero es que tiene este extraño...

— Si tan solo existiera un hechizo...

Harry la miró vacilante, entre muecas, sacando su varita para desbloquear el candado.

— ¡Alohomora! —dijo, y el candado cayó al suelo, junto al objeto que había dentro del diario. Se inclinó y levantó ambas cosas.

Ron dudó.

— ¿Están seguros de que quieren jugar con otro diario? Digo... el año pasado las cosas no salieron muy bien.

— ¡Pero es de mi padre!

El diario de J. Potter » Sirius & Regulus BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora