𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐕

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EL PERRO, EL GATO Y LA RATA

Parte 1.

Escrito a partir del capítulo OCHO de Harry Potter y el prisionero de Azkaban.

''La curiosidad no matará a este gato''

Ningún estudiante de Hogwarts quería perderse las clases del profesor Remus Lupin; el único competente que habían tenido en aquella asignatura. Era divertido y asombroso, motivo de admiración. Casi tan buenas como las de Hagrid, pensaba Harry, aunque estas tuvieron aprietos cuando Draco Malfoy sufrió un terrible accidente (nótese el sarcasmo) que podría costarle mucho a Hagrid.

Sin embargo, lo que más emocionaba a Harry con la llegada de octubre era el Quidditch. Eso lo alentó por demás, haciéndolo olvidarse de sus problemas por un rato, al menos lo hacía cuando estaba en la cancha o los entrenamientos. Los días se le pasaban lentos, y eran bastante ordinarios. Sobre todo cuando la primera salida a Hogsmeade llegó. No tenía ganas de levantarse de la cama ni nada más.

La jornada escolar del día había acabado, muchos Gryffindor, se encontraban en su sala común, descansando, entre otras cosas.

Harry, Hermione y Ron estaban junto a la chimenea.

Ron miraba fijo a Hermione, que le daba de comer a su gato canela en la boca, haciéndole gestos y riendo sin enterarse de su alrededor. En cambio, Crookshanks sí estaba atento. Atento a Ron, o más bien, a su bolsillo.

— Por favor, no vayas a soltarlo —pidió con serenidad, algo temeroso. Hermione lo miró sin levantar la cabeza—. Es que Scabbers está durmiendo en mi mochila.

Creerían que estaba loco, pero él juraría -o juró- que el gato buscó la mochila por TODA la sala común, sin moverse, el muy haragán. Hasta que la vio y saltó. Clavó sus garras en la mochila, maullando feroz y con su pelaje erizado. Ron largó gran cantidad de insultos, tratando de defender a su mascota, llevándose arañazos.

— ¡Suelta! ¡Suéltalo, animal estúpido! —para aquel momento, todos estaban prestándole atención a la pelea de Ron, pero nadie ayudaba.

GATO 1 | RON 0

Scabbers logró escapar, corriendo por toda la sala común en busca de un escondite, sin dejar de chillar. Crookshanks fue detrás, llevándose todo por delante. Los gemelos Weasley decidieron ayudar a Ron, ahora eran tres Weasley contra un gato.

— ¡QUE ALGUIEN SUJETE AL GATO! —pedían, pero nadie se animaba, o nadie le interesaba realmente.

GATO 2 | WEASLEYs 0

¡Claro que solo el gato de Hermione podía ser tan astuto para escapar de todas esas personas! E ileso, que no es un detalle menor. Además, ella fue la única que lo pudo atrapar, o más bien... llamar. Porque sí, el gato le hizo caso. Lo subió hasta su pecho, apretándolo con fuerza, mientras lo acariciaba y le pedía muy tranquila que se relajara. Miró a Ron.

— Es un gato, pobrecito, no sabe lo que hace. Está en su naturaleza.

— ¡Ese gato escuchó que dije que estaba en mi mochila!

— Eso es una tontería, Ron.

— La tiene con Scabbers —afirmó, enfadado.

Ron subió las escaleras hasta su cuarto, escondiendo a su rata debajo de la cama, revisando que no estuviera realmente lastimada, y después bajó. Era hora de cenar.

El mismo fin de semana de Halloween, los alumnos de Hogwarts, visitaron Hogsmeade. Los alumnos de Hogwarts menos Harry, aunque no hubiera pensado de que en realidad la pasaría tan bien.

Estuvo toda la tarde charlando con el profesor Lupin; sobre las clases y los dementores.

Luego, en la noche, llegó lo mejor de las festividades en el castillo. EL GRAN BANQUETE; en Hogwarts, nunca sabes lo que el banquete de Halloween puede traerte, como comida a montones, dulces para cada gusto y, a veces, hasta un troll que invade el castillo.

El banquete terminó tarde, luego de una obra presentada por los fantasmas del castillo. Todos los alumnos volvían a sus salas comunes con fatiga y los estómagos a punto de reventar, pero en la entrada a la sala común de Gryffindor, había un gran amontonamiento de gente. El murmullo se escuchaba casi hasta el final de la gran escalera.

La Dama Gorda había huido de su retrato, que ahora se encontraba rasguñado de punta a punta.

Peeves, el poltergeist, apareció flotando sobre sus cabezas.

— Está avergonzada, es un desastre de mujer. No quiere que la vean.

— ¿Te dijo quién lo hizo? —le preguntó Dumbledore, la única persona del castillo a quien el Poltergeist respetaba.

— Si, él se enojó porque no lo dejó entrar... Ese Sirius Black tiene un genio insoportable —respondió, y todos los alumnos palidecieron, gritaron y se alteraron.

Peeves disfrutó demasiado de aquel caos, mientras Dumbledore y los profesores presentes intentaban calmarlos.

La Dama Gorda fue encontrada rato después en otro de los cuadros de la galería, pero se negaba a volver al de la entrada de la sala común de Gryffindor, así que tuvieron que resolverlo de otra manera. Solo había un cuadro con la suficiente valentía para tomar el cargo como guardián de la entrada. Sir Cadogan. Sin embargo, era un dolor de cabeza para los alumnos que intentaban entrar a la sala común; si no era que los retaba a un duelo, cambiaba la contraseña muy seguido y siempre se trataba de una muy difícil de recordar.

Los días seguían pasando, tranquilos y muy aburridos, sobre todo para Harry que cada vez parecía encontrarse con una nueva restricción impuesta ante su situación. Realmente estaba agotado, le respiraban en la nuca, ni siquiera podía salir al patio de la torre del reloj. Lo que más le preocupaba era el partido que se aproximaba.

Hufflepuff VS Gryffindor. Tenían que ganar, no les quedaba otra opción o perderían el año. Solo podía entrenar junto a sus compañeros con los ojos de halcón de Hooch, realmente hubiera sido mejor si ella no estaba. Lo ponía nervioso, y eso sin contar a los Dementores que rodeaban el castillo.

Solo faltaba un día para el partido cuando una tormenta comenzaba azotar el colegio. Entrenaron igual, muy temprano y bajo ese clima terrorífico. Wood NECESITABA ganar.

Todo empeoró cuando la clase de DCAO llegó. En lugar de Lupin, estaba Snape; el profesor pálido y de cabellos negros lo reemplazaría porque Remus Lupin no se sentía bien ese día. Les mandó tarea sobre los hombres lobo, ¡dos pergaminos sobre ellos! Cómo reconocerlos y cómo matarlos.

Al día siguiente, Harry se despertó muy temprano gracias a Peeves, que sopló en su oreja. Se sentó en la cama y lo miró mal, cansado.

— ¿Por qué has hecho eso? —le preguntó. Peeves solo se rio y se alejó volando de espaldas.

Harry tanteó en busca de su despertador y lo miró: eran las cuatro y media de la mañana. Intentó volver a dormir durante un buen rato, pero se le hizo imposible. Aún más con los truenos y la lluvia golpeteando. Solo faltaban unas pocas horas para el partido.

Agarró su Nimbus 2000 y salió del dormitorio. En la puerta, se encontró con Crookshanks queriendo pasar, lo agarró por la cola y lo arrastró escaleras abajo.

— Comienzo a pensar que Ron tiene razón sobre ti —le dijo—. Seguro hay otros ratones por aquí, vamos.

El gato se quejó y luego se dejó caer relajado en los brazos de Harry. Le parecía el gato más dramático que había visto nunca.

— Entiendo que Scabbers sea fea, pero no por eso merece morir —murmuró riendo por lo bajo. El gato ronroneó. Se sentó en uno de los sillones frente a la chimenea, con Crooks en su regazo y Diggory en la mente, el buscador rival que parecía tener muchas ventajas sobre él.






El diario de J. Potter » Sirius & Regulus BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora