Capítulo 25: Wanna Play?

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 ''11 de diciembre de 1977: son las siete de la mañana, no puedo dormir. Hace no más de media hora que volví de mi paseo con Sirius, me sacó del castillo, me llevó a Hogsmeade. Sí, Hogsmeade. No me dijo cómo es que lo supo, pero aquí en el castillo parece haber pasadizos que comunican el colegio con el pueblo.

Lamento decir que me tapó los ojos y no me enteré de nada, más allá de que era un pasillo angosto y desnivelado. Pero eso no es nada...''

|FLASHBACK|

Desde los tres últimos escalones lo vio. Sirius estaba apoyado contra la pared, esperándola. Al verla, le sonrió de costado, logrando que Julie se encogiera de hombros avergonzada. Entre sus piernas, en el suelo, tenía una mochila que parecía estar bastante cargada.

— ¿Y bien? —preguntó en voz baja. Sirius le hizo señas de que espere y se sacó la corbata.

— Voy a tener que hacer esto porque lo que estamos por hacer es un súper secreto —respondió parándose frente a ella y subiendo los brazos hacia la cabeza de Julieth, con la corbata estirada.

— ¿Qué vas a...? —dejó de hablar cuando la pregunta no tuvo más sentido, la corbata cubría sus ojos.

— Ahora sí. Te dije que confíes en mí, porque ahora seré tus ojos.

— Ay, no —murmuró tanteando con sus manos, hasta que lo tocó, y un escalofrío le recorrió todo el cuerpo.

— Creo que no hay nadie por aquí, así que mejor nos vamos.

La abrazó por la espalda, apretando sus brazos para poder guiarla hasta la estatua de la bruja tuerta.

— Dissendio —dijo, y la estatua se movió, sobresaltando a Julie por el ruido—. Tranquila, cuidado ahora, hay una resbala...

— ¡Aaah!

— Uy.

Llegaron a tierra y Sirius la ayudó a ponerse de pie. Julieth se aferraba con fuerza a él para no caer, aunque un par de veces, la hizo tropezar a propósito. Interrogó muchísimo sobre adónde iban, pero no le soltó ni siquiera una pista.

Y ella se lo devolvió cuando Sirius preguntó sobre más temprano, curioso de saber lo que Regulus y Snape le habían hecho. Julie no dijo nada, no traicionaría a Regulus, porque a diferencia de lo que aquella serpiente decía, ella no era una traidora. Sabía que si llegaba a soltar una mínima parte, el futuro del menor de los Black se oscurecería por completo.

La caminata era larga, llena de subidas y bajadas. Julie ya no aguantaba, quiso parar en varias oportunidades para descansar, pero Sirius no la dejó.

La corbata desprendía el perfume de Sirius, y la embriagaba, podría estar llevándola a un sitio horrendo o peligroso, pero no le importaba. En ese momento, deseaba quedarse para siempre a solas con Sirius. Sin embargo, los ojos verdes y venenosos se le aparecían en la mente; intimidantes, juiciosos y deseables.

Nunca miró el reloj, pero le pareció que habían caminado por una hora, al menos, seguro fue por más, hasta que llegaron a lo que reconoció como una escalera de piedra y Sirius al fin dijo 'falta poco'. Pero era una mentira, porque contó 100 escalones y perdió la cuenta, seguían subiendo. Julie jadeaba mientras Sirius se burlaba de su mal estado físico.

— Okey. Ya llegamos, pero...

— ¿Hay más? —bufó. Sirius rio.

— Siempre hay más.

— ¿No vas a meterme en problemas, verdad, Sirius? —él volvió a reír.

— Siempre puedo meterte en problemas. Pero no, hoy no. No hagas ruidos, en serio —susurraba. Ella asintió. Sirius la soltó con cuidado, despacio para que no se altere y buscó algo en su mochila. Dos capas; se puso una y a ella la otra—. Hará frío.

El diario de J. Potter » Sirius & Regulus BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora