Capítulo 24: ¿Adónde van los corazones rotos?

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Era una noche tranquila, las chicas de tercero de Gryffindor tenían una gran cantidad de dulces y jugo de calabaza en su habitación, las cinco estaban reunidas alrededor del Diario de Julieth Potter. Lavander y Parvati se habían encargado de endulzar los oídos de Sally-Ann Perks y Alice Runcorn con la historia de amor de Julie y Regulus, ahora todas querían saber cómo terminaba o leer sobre su primer beso con él. Hermione leía en voz alta, hasta que se topó con el 10 de diciembre de 1977, que era un recuerdo.

Se miraron emocionadas.

Entraron.

El Diario las llevó al patio del colegio. Era pleno invierno así que todo estaba bañado en nieve blanca y el lago se encontraba congelado, pero como era un día soleado, se podía estar bajo el sol. Julie estaba sentada sobre una manta de color melón, con la espalda apoyada en un árbol; dibujaba en una carpeta de gran tamaño. Se dieron cuenta de que cada tanto levantaba su cabeza y observaba a sus alrededores, parecía estar buscando a alguien.

Esperaba a alguien. Se veía nerviosa, en varias oportunidades respiraba profundo, con los ojos cerrados y asentía para sí misma.

— ¡Ay, Merlín! Chicas, miren —señaló Parvati sonriendo de oreja a oreja. Las cuatro restantes giraron sus cabezas, al verlo, también sonrieron.

Era Regulus. La apuesta... era el día en el que tendrían su clase sin esconderse. Miraba fijo a Julieth, que estaba concentrada en su dibujo; aun no lo había notado. Llegó a su lado, poniendo las manos en sus bolsillos y mirando alrededor.

— ¿Te parece el lugar más adecuado, Potter?

— Sí, por qué no. Digo, sustituir mis horribles recuerdos del lago donde casi me asesinas por una...

— Si dices 'cita' me voy —advirtió con cierto tono de burla.

Ella rio.

— Cuanta confianza, Black, pero no iba a decir eso.

Regulus hizo una mueca y se sentó con las piernas estiradas, la observó, había vuelto a su dibujo.

— Llegaste tarde —comentó sin mirarlo. Regulus se apoyó sobre uno de sus codos, soltó aire y respondió:

— Pensé en recoger flores para ti, pero recordé que no tengo idea de cuales te gustan.

Se notaba que sabía que lo decía en broma, pero igual le sonrió sincera, con sus mejillas más rosadas de lo que deberían. Regulus sonrió mirando hacia otro lado, parecía orgulloso de sí mismo por tener el control de la situación.

— ¿Sabes hacer chistes? —preguntó con las cejas altas, y la teoría de Black pareció derrumbarse, no tenía nada bajo control, lo vieron nervioso.

— Bien, Potter, ¿cuáles son tus planes de tortura para mí?

— ¿Ya no soy más Julie?

— Es peor de lo que pensaba —respondió dramático.

— Pensé en rever a las Banshee. No me quedó claro el cómo de... —dejó de hablar cuando él estiró su brazo a los cuadernos.

— ¿Qué es?

— Eh... de Arte. Tuve el taller...

Regulus abrió la tapa y comenzó a ver los dibujos, sonrió mirando algo, girándolo y mostrándoselo a Julieth.

— ¿Claveles?

— Mis favoritas —respondió con una sonrisa boba, virando los ojos y se acostó boca abajo, sosteniéndose la cabeza con las manos.

El diario de J. Potter » Sirius & Regulus BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora