Capítulo 31: Traidor.

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Es un capítulo corto, pero DRAMA.

Las cosas entre el grupo de los estudiantes estrellas de Slughorn se veían demasiado tensas, mucho más aún que el primer día en el que estuvieron juntos. Severus Snape parecía ser el intermediario entre Julieth y Regulus, estando sentado entre ambos y hablando con cada uno, mientras trabajaban por su cuenta omitiendo al otro. Regulus parecía arder cuando levantaba su vista y veía a Julieth haciéndole ojitos y sonriéndole a Sirius, miraba de costado y las alas de su nariz se abrían gracias a la respiración incontrolable que debía estar teniendo.

— Snape los está mirando raro, con sospecha —comentó Parvati a Lavender, la rubia asintió.

— Debe estar sacando sus conclusiones —respondió, y chillaron un tanto emocionadas, acercándose a la mesa de trabajo de Julieth.

— ¿Julieth, me pasarías la sangre de salamandra? —preguntó Snape, sacándola de sus pensamientos. Ella asintió, buscándola por la mesada. Regulus la miró.

— ¿Y dónde está?

— Si la hubieses traído cuando debías... —murmuró Regulus, virando los ojos, sin dejar su parte del trabajo.

Snape suspiró, señalando con sus ojos los estantes al otro lado de la mazmorra. Julie le sonrió sin mostrar los dientes y bajó del banco con un salto.

Por su parte, el trio de oro parecía más interesado en James Potter, Remus Lupin, Peter Pettigrew y Sirius Black. Querían saber por qué Remus estaba molesto con sus amigos; no podía disimular su cara y los comentarios o respuestas secas hacia el resto de los merodeadores.

— Sirius, ¿podes concentrarte? —gruñó.

— ¿Por qué sigue con ellos?

— Porque son sus compañeros, haz tu parte o te vas por tu cuenta —respondió, a lo que Harry abrió los ojos como platos, quizás el Remus amenazante daba un poco de miedo.

Sirius se rio.

— James, nos habla —le dijo, señalando con el dedo pulgar a Remus. James intentó no reír.

— ¿Quieres que hable? Porque puedo hacerlo justo ahora —dijo entre muecas, pasando sus ojos a Julieth, que estaba bastante cerca de ellos. James, Sirius y Peter no la notaron.

— Remus... —comenzó James, ladeando su cabeza.

— Los escuché lo suficiente, cada punto de vista, uno más estúpido y desalmado que el otro. No puedo creer cómo es que se les ocurrió hacerle esto. Simplemente, déjenme afuera.

— Ella está bien así.

— James, no te engañes a ti mismo. Sabes que está mal, y tú —miró a Sirius, moviendo su cabeza negativamente— tú no tienes corazón, no aprendiste nada y van a lastimarla. Van a lastimarla mucho cuando se entere.

— Julieth no va a enterarse —interrumpió James, virando los ojos, cruzado de brazos. Sirius miraba al suelo, parecía un poco más afectado que James, tomó aire y miró a su mejor amigo.

— Julieth —remarcó Remus, sabiendo que la menor de los Potter había parado sus orejas desde el momento que llegó a las repisas— Julieth no es estúpida, y los conoce perfectamente, tarde o temprano se les acabará el juego.

— Oh, no —murmuró Hermione, tapándose la boca con las manos, imaginándose lo que hacían.

— Mientras que el resultado sea que se aleje de Snivellus, no me importa que se enoje conmigo, no me importa si este imbécil tiene que enamorarla.

— James, yo... —dijo Sirius, intentando agregar algo más, pero no lo hizo, solo mordió sus uñas.

— A mí tampoco me agrada la idea. Están jugando con sus sentimientos —dijo Peter en un tono casi inaudible, cabizbajo.

— Todo lo que dijo en el campo de Quidditch... ¿te das cuenta de que le das la razón con esto?

Remus levantó su vista, encontrándose con la angustiada Julieth, a punto de llorar, con sus labios temblando. Asintió con cautela, mirándola con pena, pero sin arrepentirse de dejarla escuchar todo. Hasta que los puños de la Ravenclaw se apretaron en los frascos, y su cara se volvió hostil.

Se paró detrás de ellos, diciéndoles: — Que bien —ambos Gryffindor giraron pálidos—. Que bien por ustedes —agregó alto.

Julieth acababa de volcarles la sangre de salamandra a ambos por la cabeza, llamando la atención de todo el salón.

— ¡POTTER! —gritó Slughorn.

— Eres repugnante, Sirius. Un Traidor —agregó alto, pateándole el banco de madera a James, que cayó de este.

— ¡POTTER! ¡POTTER, VEN AQUÍ!

Haciéndole caso omiso al profesor Slughorn, abandonó las mazmorras soltando al fin sus lágrimas.

''Tal vez sí soy muy sensible, pero nadie nunca podrá entenderlo... pasar una noche entera, llorando en el piso mugriento de un baño, sabiendo que él nunca sufrirá de la forma en que yo lo hago.

Sabía de lo que Sirius era capaz, e igual me metí en eso. Quizás es mi culpa, por ser tan tonta. ''

|FLASHBACK|

Regulus Black miraba fijo a su hermano, intrigado por lo que le habría hecho. FURIOSO por lo que le habría hecho. Por otra parte, lo había llamado Traidor, le dijo que era repugnante; y Regulus sonrió de costado.

— ¿No irás por ella? —preguntó Snape, sin mirarlo, pesando los ingredientes. Regulus se puso pálido de los nervios, preguntándose qué es lo que Snape sabía, y si había leído aquella carta que le entregó en el expreso.

— ¿Por qué lo haría? —cuestionó a la defensiva, mirando altivo. Snape solo rio irónico y siguió con lo suyo.

Regulus no dejaba de ver el asiento vacío y los libros de Julieth sobre la mesada de piedra. Severus suspiró, dejando sus cosas de lado y saliendo apurado por la puerta del salón.

— ¡SNAPE! ¿QUÉ ES ESTO, DÓNDE PIENSAN QUE ESTÁN? —gritó Slughorn.

James y Sirius se levantaron, dispuestos a salir detrás de Snape y detenerlo, pero Regulus se les puso en frente sacando su varita.

— ¿No les parece que ya hicieron mucho? —dijo, y Remus se paró a su lado.

— Déjenla en paz.

Sorprendentemente, Slughorn sonrió ante la sorpresiva actitud del menor de los Black. El plan de Dumbledore no salía tan mal.

— Par de Traidores —escupió antes de salir también de las mazmorras, pero él fue directo a los invernaderos de herbología para poner a Zaira Greengrass al tanto. 

El diario de J. Potter » Sirius & Regulus BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora