49

207 18 3
                                    

🍨 Jinah

Bum, bum, bum, así sonaban sus latidos del corazón.

Es del tamaño de un caramelo, como un dulce.

Ahí están sus manitas y sus piernitas, tan pequeñitas.

Había ignorado las náuseas que me apremiaban después de saber que aquella pequeña personita empezaba a crecer en mí. De sólo saber que había un ser desarrollándose en mi cuerpo, alimentándose de mí, había dispuesto todo mi amor en ese bebé de nueve semanas.

¿Cómo podías enamorarte de alguien con tanta rapidez?

Ahora entendía el amor de una madre, quien iba a luchar contra todo para proteger al ser indefenso que llevaba consigo, con quien compartía las veinticuatro horas del día. Era la persona más importante para mí.

Intentaba no llorar a pesar de que mis hormonas estaban descontroladas, porque sabía que todo iba a reflejarlo en el bebé. Prefería contarle de mi día a día, platicarle sobre dónde caminábamos o con quién hablaba. En la oscuridad de la noche le hablaba sobre su futura familia, sobre sus abuelos y su tía, que sabía que pronto volvería a ver.

Se había convertido en mi compañero matutino y nocturno. Había vuelto a depositar todo mi ser en alguien, sin embargo sabía que ese alguien iba a permanecer siempre conmigo.

Todo estaba bien, todo salvo mi relación con Jimin. Después de lo ocurrido anunció que se quedaría en casa de Hyejung. Llevaba un mes fuera y no le había visto ni la sombra. Claro que me entristecía, no obstante sabía que necesitábamos tiempo a solas.

Realmente necesitaba de mi hermana para lanzarle la bomba a mis padres.

Luchaba contra mí misma cuando estaba tan cerca y tan lejos de la otra persona que había inundado mis pensamientos de la peor forma. Y es que en nada ayudaba ver a Beomgyu cada mañana por los pasillos, ni mucho menos que Baekbeom me hablase como si nada hubiese sucedido. Algo debía agradecerle, permitir que le siguiera dando clases a su sobrino.

―Tu primo está creciendo casi tan rápido como tú ―le expliqué tan pronto salíamos de la escuela rumbo a la parada de autobuses.

Sé que no se notaba el embarazo pero desde que me dieron la noticia, mi mano colocada sobre mi vientre se convirtió en un movimiento instintivo.

Aprovechaba que camináramos desde la parada del autobús hacia la casa, me sentía un poco más segura que en el metro y aprovechando que el clima se enfriaba podía cubrirnos como un costal de papas, evitando así que nadie me reconociera o molestase.

Mi única fuente de información sobre el grupo se había largado y no estaba dispuesta a revisar los encabezados de las noticias. Por ende tomaba mis precauciones. Lo peor que podría pasarme es que los medios me acribillaran en pleno embarazo.

Cuando llegábamos a la habitación que debería estar compartiendo con mi hermana, mis ojos siempre viajaban a aquellas imágenes que pintaban las paredes. Y en la noche nos sucumbía en un sueño donde su voz nos arrullaba.

Sin embargo esperaba que esa noche fuese distinta, puesto que no esperaba ver a Jimin buscando cosas dentro del ropero.

―Mi mamá dijo que tardarías más en llegar.

Era lo usual, recorríamos el parque cercano durante las tardes pero el frío calaba y ese día sólo deseaba beber una taza de té en el calor de casa.

Jimin ni siquiera se dignó a mirarme, seguía enfrascada en su objetivo. Probablemente quería llevarse más pertenencias suyas pero no la dejaría, no ahora que la necesitaba tanto.

Candy » BaekhyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora