5. San Sexo-Parte 2

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5. San Sexo—Parte 2

—Mucho—susurro gimiendo y apretando con fuerza su camisa empapada entre mis manos que pican por tocarlo. Me muerdo el labio inferior cuando me besa el cuello, el hombro y un poco de mi espalda descubierta por el vestido.

»Osmond... esto... esto está mal.

Antes mis palabras el rápidamente se detiene. Se aleja. Carraspeo, respiro hondo, y trato de cobrar la compostura lo más rápido que puedo para enfrentarlo al dame la vuelta y... trago con fuerza al ver como se chupa los dedos como si fuera el mejor manjar que probo en su vida.

—Sabes rico.

—Okey—digo en vos alta y algo nerviosa. —Sabes que no podemos, tú... ¡Tú eres el mejor amigo de mi ex! Se supone que exenten códigos y que esto sería como clavarle un puñal en el corazón.

—Él no puede decir nada ahora—se aproxima acorralándome contra la bacha de lavado. —Tú me gustas desde el día que te conocí y ¿Sabes algo? Lo que viste ese día fue una jugada de su parte para terminar esa noche con tigo. Lo logro, hasta ahora que conoció a esa española. De seguro va estar un año con ella y luego la votara por otra.

Mi cabeza empieza a atar cabos y a pensar que... tal vez no fui la única en su vida este tiempo junto. ¡Dios que ciega fui! Unas fuertes ganas de vomitar me invaden y el me recoge el cabello cuando me doy la vuelta metiendo mi cabeza en la bacha. Jesús, que asco, pienso al ver el desastre que he hecho.

—No es la forma en la que me imagine que te sostendría el cabello, pero cuanta como un gran paso ¿No?

—Ja, ja—articulo limpiándome la boca y tomando un poco de agua para sacarme el mal gusto. Respiro hondo pensando y pensando en solo una cosa. Gozar este San Valentín como se debe, y también, portarme muy mal. —Al demonio ¿No?

—Depende lo que quieres tirar al cuerno ¿No?—pregunta con el ceño fruncido y una leve mueca en su rostro. — ¿Qué... haces?—pregunta sorprendido cuando rasguño su abdomen y juego con el borde su pantalón.

— ¿Tu qué crees?

Su mandíbula se tensa, los músculos de sus brazos se contraen al aferrarse con fuerza del borde del lavado, sintiendo, como su miembro se endurece lentamente al tocarlo sin ninguna barrera de tela. Respira hondo y exhala cuando lo aprieto, bajando con mi otra mano libre lentamente su pantalón gris deportivo.

No entiendo mucho eso estilo de ropa, pero de algo estoy segura, y es de que a Osmond le queda de infierno ese estilo, y más si no lo tiene puesto.

Subo y bajo mi mano estimulándolo, y como soy una pervertida y sucia chica caliente en busca de venganza, me tomo la libertad de verlo como se va irguiendo, engrosando y lubricando con su propio pre deseo. Sin quitarle los ojos de encima me arrodillo y me lo meto completo en la boca, saboreando espaciosamente en cada chupada su sabor salado y raramente dulce.

— ¡Oh! ¡DEMINOS, SIENNA!

Despacio, sin apuro lo voy saboreando, acelero los movimientos en los momentos adecuados y menguando cuando creo que está a punto de venirse. Lo recorro entero con mi lengua, y la verdad, no es un mal pene. No es tan grueso, pero si largo, venoso—como me gustan— y rosita.

—Me gusta tu sabor.

—Para Sienna, me vas a matar... ¡Ay!

Su gritito gemido me hace verlo sin dejar de succionar su miembro. Boca entreabierta, respiración temblorosa y ojos apretados. Se está conteniendo. Me incorporo de inmediato, quitándome las bragas y subiéndome el vestido hasta la cintura, para al final, darle la espalda e inclinarme.

—Estoy húmeda.

—Eso lo diré yo, Sienna—articula con vos ronca tomándome de la cintura. —Mmm ¿Qué tenemos por aquí?

Ahogo un gritito cuando me separa la piernas quedando en "A", para luego comenzar a gemir como una loca al sentir su lengua juguetear con mi clítoris y labios internos ¿Cómo demonios hace eso? No tengo idea, pero que me importa saber cómo lo hace, cuando siento que con solo eso me puedo hacer venir como nunca nadie lo logro. Ni mi ex novio me hacía esto.

— ¡Dime que tienes un preservativo!—grito en exigencia.

—Eh... yo... espera—lo escucho decir. — ¡Demonios! No tengo. Va, si tengo, pero no tengo.

— ¿Cómo que tienes, pero no tienes?

—Tengo uno extrafino. Estas cosas se rompen fácil con mucha fricción.

—Tomo pastillas y no creo que se rompa, si te preocupan las enfermedades—lo tranquilizo. —Solo póntelo y penétrame. No aguanto... ¡Ah!

Mi gemido creo que resonó en todo el departamento, cuando me penetro de una sola envestida precisa, tomándome de la cintura y del cabello. Una, tras otra envestida, rápidas, precisas, deliciosas, llevándome a una nube de placer infinito.

Gemido tras gemido. Maldicen tras maldición. Tirones de cabello tras tirones de cabello. Placer tras placer.

Me aferro con fuerza del borde la bacha de mi lavado, al sentir que Osmond, comienza a jugar a las envestidas lentas combinadas con rápidas, que nos hace gemir a los dos como locos, como si fuéramos los únicos en el edificio.

— ¡Sienna!—gime deteniéndose en una envestida lenta cuando llega a su clímax.

— ¡Osmond, Osmond, Osmond!—grito tres veces su nombre, moviéndome yo contra su viril miembro quieto encontrando mi liberación. Nunca me paso que con el chico que tengo sexo se quede quieto luego de terminar, para que yo me moviera sobre él, hasta ahora. ¿Y saben qué? Me gustó mucho.

»Quiero una cita—me encuentro diciendo en conjunto con él. Reímos.

—Feliz Sn Valentín, Sienna—me susurra al oído sin aun salir de mí.

—Feliz San Sexo, digo, San Valentín, Osmond.

Reímos ante mi picardía. No me puedo quejar de lo que paso en este día, porque hoy, gracias a todos los sucesos inesperados, un nuevo camino se me está revelando. Un camino quizás con Osmond. Con mi San Sexo.

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FIN DEL RELATO. FELIZ SAN VALENTIN ATRASADO

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