Hola lectora.
Si llegaste a este libro, he de ser por alguna razón:
¿Acaso fue la portada?
¿Acaso fueron las piernas? O ¿Simple la curiosidad de lo perverso y la necesidad de más?
"LAS MEDIAS DE RED" es más que un título, son recopilaciones de pequ...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Okey.
Hay dos tipos de personas en la vida: los cobardes y los no cobardes.
Evidentemente yo no soy de las cobardes, y ahora me estoy por quemar (la palabra quemar es muy literal) porque en menos de lo que canta un gallo estoy recostada en el mesón de la cocina medio desnuda, ya que solo tengo mis pobres bragas rosas infantiles de lunares negros. Y eso parece divertirlo puesto que acaricia con la yema de sus dedos el inicio de mis bragas, provocándome en mí una reacción espectacular cuando mi espalda se arquea ¡Dios en pijama! Este hombre me va a dejar hecha agua de gelatina. Me muerdo el labio inferior cuando él toma el pequeño pomo de picante, y en esos minutos aprovecho a mirar el cuerpo de John.
Al igual que yo está desnudo, bueno, salvo por el bóxer blanco con franjas negras que no deja nada a la imaginación, y saben que, la imaginación se quedó muy corta con todo respeto a John. Acaricio con ambas manos su abdomen no tan marcado pero ideal para chupar, mientras mis piernas se enroscan en su cintura y una sonrisa picarona se le dibuja cuando termina de destapar la pequeña botellita de salsa picante.
—No sabes las veces que imagine hacerte esto…
—Yo nunca imagine esto—suelto una pequeña risa nerviosa—, pero aquí estoy… dejando que me llenes de salsa el cuerpo.
— ¿Lo quieres hacer?
— ¿Estas de broma? Estoy desnuda, vos también y es evidente que los dos estamos excitados.
—Entonces es un sí.
—Es más que un visto bueno—le guiño un ojo que lo hace sonreír con plenitud.
—Cierra los ojos, Emilia—ordena en un susurro. Lo hago sin pensarlo.
—Vos siempre tan mandón.
Es lo último que digo antes de percibir como la piel de mi pecho izquierdo empieza a arder producto de la salsa, disminuyendo con lentitud el ardor cuando la boca hábil de John empieza retirar cada rastro de picor, haciendo que la humedad de su boca apague el ardor funcionando la mescla en algo completamente esquisto.
Me retuerzo, jadeo, y digo incoherencias cuando ahora el picante es tirado sobre mi pezón rígido, y otra vez su boca hace maravillas cuando se trata de chupar, morder y estirar la piel sensible y ardiente. ¡Dios en algún estado de ebriedad! ¿Porque me enciende cuando menciona en susurros que mis pechos son como una masa ideal para amasar? Cuando su otra mano se encarga de estimular mi otro pecho sin dejar en paz el otro con su boca.
Arqueo la espalda porque sé que en cualquier momento visitare un paraíso hermoso de placer, y una punzada de culpa me invade, ya que su dureza contra mí me indica que él está listo para adentrarse, pero por algún motivo extraño le encantan mis pechos, los cuales no deja de estimular. No sería gusto tener dos orgasmos y él ni siquiera uno cuando esta tan erguido, caliente y…
— ¡Ay! ¡John… házmelo!
—No… me gustan… tus… pechos—balbuce sin dejar de golpear con la punta de su lengua mi pezón—. No puedo hacer… todo… a la vez.
Lo aparto de un empujón, y al hacerlo abro mis ojos encontrándome con su ceño fruncido y algo desorientado por mi actitud, pero eso pronto queda en el olvido cuando sonríe con maldad y picardía. Intenta volver a mí, pero lo detengo poniendo mi pie en su pecho y como si fuera una mujer poderosa niego con la cabeza, empezando a deslizar mi pie por su pecho firme arrancándole un gemido profundo, un gemido que se vuelve a repetir cuando con la punta de mi pie acaricie su pene.
Sonrió con placer al ver que tira su cabeza hacia atrás largando una serie de gemidos, insultos y palabras sin sentidos que me hacen a mi también calentarme, a tal punto que mi mano derecha empieza a acariciar mi zona sensible, sobre la tela sumamente empapada de mi bragas.
—Es ahora de que me entregues el paquete John.
Con algo de torpeza intento bajar su bóxer con mi pie, pero al no poder, él gruñe retirando de un empujón mi pierna y sin muchas vueltas se baja el bóxer dejando completamente al descubierto su miembro venosos, brillante, grueso y (no es largo, pero lo recompensa con lo grueso) que parece apuntarme. Me hiperventilo sola y cierro los ojos cuando siento sus manos viajar desde mis muslos hasta mis caderas, donde pausadamente me quita las bragas.
— ¿Con protección o sin protección?
— ¿Qué?—pregunto confundida ante la pregunta. Sacudo la cabeza tratando de pensar y como puedo logro decir: —Con protección.
— ¿Con textura o simple?
—Ehm… ¿Textura?
—Gracias a dios, solo tengo de textura en la billetera.
Rio antes de abrir los ojos y ver que abra el paquetito metálico y se lo coloque, no es que me excite tal acción, en realidad un poco sí, pero por motivos de seguridad me fijo ya que una vez un desgraciado me dijo así y me mintió. Sonrió al ver que término de colocárselo como dios manda y vuelvo a cerrar los ojos antes de que… entre con brusquedad en mí.
No me quejo. Ya tuvimos demasiado juego previo y estoy lo sufrientemente mojada para que entre sin problema alguno. Me remuevo un poco acostumbrándome al impacto y a lo grueso de su paquete, pero cuando siento que me estoy adaptando a él, percibo como lentamente lo va retirando de mí y…