4. Oscuro—Parte II
Los zapatos me están matando. El vestido es muy corto y me lo tengo que bajar a cada paso para que mi trasero no sea parte de un video gracioso en Facebook. No soy de usar vestidos cortos, pero luego de la insistencia de Lola, accedí sabiendo que esto ocurriría.
—Deja de tirarte el vestido.
—Por tu culpa estoy así—me quejo— ¿Es aquí? Parece un lugar donde nos van a robar los órganos, Lola.
—Primero, no podía permitir que te pongas ese vestido blanco de muerte con unas bragas, se te notaria y quedarías como una zorra, y segundo, deja de ser tan amargada—me contesta entrando al restaurante topándome con la recibidora—. Buenas noches, tenemos reservación al nombre de: Frida.
— ¿Frida?—pregunto mientras la muchacha busca en su cuaderno el nombre. Lola me mira y sonríe, antes de que la muchacha joven nos empiece a guiar por el local a oscuras —. No veo nada, Lola.
—Yo tampoco, y no me digas Lola, dime Frida, ese es mi nombre en la aplicación de citas.
— ¿Qué? ¡Ay!—grito por lo bajo cuando mi cuerpo impacta con otro. Debe de ser de un hombre, porque el aroma a colonia varonil invade mis fosas nasales.
— ¿Estas bien?—me pregunta el hombre. Tiene un vos que me resulta familiar. Me debe parecer.
—Sí, sí, perdón, pero es que no veo una mierda.
— ¡Elisabeth!—reprocha Lola. La risa ronca del hombre a mi lado me fascina. Eso delata muchas cosas—. Lo sentimos, solo vamos de…
— ¿Ustedes son las chicas de nuestra mesa?—pregunta otra hombre—. Reservación a nombre de Frida.
— ¡Esa soy yo!—grita Lola—. Entonces tú eres Thomas.
—Claro—contesta este—. Por favor, permíteme—escucha una silla correrse y sé que se ha sentado. Siento una mano en mi espalda baja y sé que el hombre a mi lado, el cual no veo, copia el gesto de su amigo.
—El menú de la noche es...
Comienza a decirnos una camarera luego que la recepcionista se marchara. Pedimos lo que nos ofrece más un vino caro. Intercambiamos un par de palabras, hasta que mi amiga establece una charla más privada con Thomas.
—Elizabeth ¿Verdad?
Me pregunta el hombre a mi lado. Esa vos, se me hace conocida, pero ¿De dónde la tengo? No soy experta en voces, aparte esta todo oscura pasa saber de quién es la vos.
—Sí, y tu nombre es…—dejo de hablar cuando la camarera se hace presente dejando nuestros platos y el vino. Pruebo la comida y largo un gemido de placer al sentir los sabores bailar en mi paladar. Exquisito.
— ¿Estas comiendo o teniendo un orgasmo Elizabeth?—dice Lola y casi me ahogo con el pedazo de carne. Ríe. —No te veo, pero eso sonó a que te tragaste con otra cosa. Puerca.
—Un pedazo de carne, Lo…Frida—me corrijo sola, y ella vuelve a reír. Tomo un poco de vino para aclarar la garganta y volver a hablar con el sujeto a mi lado: —No me dijiste tu nombre.
—Qué te parece si lo dejamos para el final, cuando salgamos y podremos vernos.
—Pero me deja en desventaja, tú ya sabes el mío.
—Eso es verdad—murmura con vos ronca, estremeciéndome al sentir su barba insípida en mi mejilla, como su aliento en mi oreja—. Qué tal si jugamos un juego.
— ¿Un...juego?—murmuro con un hilo de vos al sentir su mano en mi pierna desnuda. Respiro hondo ante el extraño color que me invade, cuando su mano se desliza con lentitud entre mis piernas, deteniéndose en la cara interna de mi muslo.
— ¿Te gusta el juego, Elizabeth?
—Es un juego algo caluroso ¿No lo crees?
—Pero aquí nadie puede verte—me vuelve a susurrar— ¿Juegas igual?
Hace mucho no tengo sexo, así que cualquier toque de ese tipo me humedece demasiado. Digamos que la opción de que me toque en este lugar oscuras, con personas comiendo a nuestro alrededor y mi amiga y su amigo enfrente, me éxito demasiado.
Retiro su mano con delicadeza, sin que mal interprete el gesto, para levantarme el vestido a la altura de las caderas, para abrirme más fácilmente de piernas. Me acerco, y cuando encuentro su cuello lo beso (gracias a dios el labial no se corre) dejando un camino de besos hasta que muerdo y chupo el glóbulo de su oreja susurrándole:
—Juego.
Largar una risita ronca antes de besarme muy lentamente. La posición es algo incomoda, pero estoy tan caliente que me importa muy poco cuando me está besando de una manera desespera, sensual y caliente. ¡Dios, si besa de este modo, imagínate lo que le debe hacer a unos pechos! Me muerdo el labio para no gemir al sentir sus besos descender por mi cuello.
—Deliciosa—me susurra al oído para que nadie escuche, mientras una de sus manos masajea mi muslo desnudo—. Hay calor por aquí y…está muy húmeda. No tenes bragas—dice sorprendido al rosarme sin querer mi grieta.
—Y me late…—le digo y se aparta.
¿Qué he dicho? Pensé que esas cosas calentaban a los hombres. Escucho un ruido metálico muy sutil, como el de una silla. Puede ser cualquiera de los comensales, pero algo me dice que es el. Lo espante.
Ahogo un gritito cuando me toma de la cintura, terminando sobre su regazo, en realidad…sobre la cabeza de su miembro muy viril. Me muerdo el labio inferior con fuerza para no gemir, mientras muy lentamente él se hunde en mí, en su totalidad.
—El…juego… es así—me susurra contra el oído muy agitado—Una envestida, una letra de mi nombre ¿Lista, Elizabeth?
—Si.
—R—dice ayudándome a subir y bajar—O—subo y bajo dos beses haciendo trampa—. No se vale eso—me dice bajando las tiras de mi vestido y sostén.
— ¿Qué haces?
—Castigo—quiero gemir con fuerza al sentir sus labios sobre mi pezón. Succiona, muerde, lame, para luego decir: —B—subo y bajo lentamente. Yo también puedo jugar—E—gime y yo también—R—sigue—T—finaliza cuando subo y bajo más lento que antes.
—Robert—murmullo. No puede ser el. No.
—Mil veces imagine cogerte, Elizabeth—me dice con vos ronca chupándome un pezón lentamente. Tiro mi cabeza hacia atrás reteniendo las ganas de gemir—. Me masturbe tanto pensnado en ti, cuando supr que hoy te trndria asi…
Enrosco mis brazos en su cuello, y muy lentamente empiezo a moverme como antes. Arqueando la espalda, y aumento la velocidad una vez que empiezo a sentir el cosquilleo entre mis piernas en señal de un gran orgasmo, el cual no tarda en llegar en envestidas desparejas, gemidos ahogados y el calor de su deseo recorrerme. No me preocupo por el preservativo, ya que yo llevo control con inyecciones.
—Es feo no poder gemir.
—Lo sé—me dice al oído—pero…
— ¿Pero?
—Si te despedirte de Lola ahora, podemos ir a mi departamento. Ahí podemos sacarnos toda la ropa, gemir y hacerlo una y otra vez—murmura.
— ¿Y si lo hacemos una vez más aquí? Digo, antes de irnos.
—Chica sucia.
—Muy sucia—es lo último que digo antes de empezar moverme de nuevo.
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#FINDELRELATO #OSCURO
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LAS MEDIAS DE RED [+18]
Cerita PendekHola lectora. Si llegaste a este libro, he de ser por alguna razón: ¿Acaso fue la portada? ¿Acaso fueron las piernas? O ¿Simple la curiosidad de lo perverso y la necesidad de más? "LAS MEDIAS DE RED" es más que un título, son recopilaciones de pequ...