1. EL JEFE-PARTE IV

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Nunca pensé que me sentiría tan sexy, poderosa, segura y… húmeda

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Nunca pensé que me sentiría tan sexy, poderosa, segura y… húmeda.
Hacia tanto no saboreaba esas palabras en mi mente, pero ahora, me sentaban de maravilla, como todo la situación. De secretaria a modelo, obligada pero, quien se quejaría si el que observa es el mismísimo Jacob Stewart, amo y señor de la lencería. 

—Perfecto, la red se ajusta al cuerpo a la perfección—. dice dando vueltas a mi alrededor—. Sí, perfecta ¿Se te es cómoda Alicia? Digo, no te molesta en la piel.

Lo miro por encima de mi hombro notando como enmarca una ceja, a la vez que se frota la barbilla examinándome y esperando una respuesta favorable. 

—No, señor Stewart.

—Perfecto—susurra levantando la comisura de su labio.

—Ya cumplí su orden, ahora...

—Shh. Anda a mi escritorio y quedarte de espalda.

— ¿Con que motivo?

—Necesito ver y saber si no te es incómodo al caminar—suelta con vos ronca—. Después de todo, este es un diseño burdo del verdadero.

Vuelvo mi mirada al frente Inflando mi pecho de aire, buscando paciencia o cordura. Quizás ambas. Acató su pedido, ya que me parece algo lógico, y para mi sorpresa la red no se sube, y no me molesta en lo más mínimo cuando mis muslos rozan, es más, parece ser parte de mi cuerpo, me atrevería a decir que no se siente nada. Es como andar desnuda prácticamente.

Apoyo mis manos cuando llego al escritorio inclinando mi cuerpo. No para provocarlo aunque no está mal la idea, pero en realidad necesito deshacerme de los tacones que me están matando. Suelto un suspiro al no sentir tanto peso en mis pies cansados cuando... dos manos amplias se colocan alrededor de mi cintura, exaltándome.

—Relájate—susurra contra mi oído—. Necesito evaluar si al tacto es...excitante.

— ¿Exi-Excitante?

—Es lencería erótica, primor—su nariz roza mi cuello arrancándome un suspiro—. No solo te tiene que calentar a voz, si no al que mira y toca.

Sus manos oprimen mis caderas deslizándolas a mi trasero, donde en movimientos circulares la red empieza a rasparme incitando una fascinante electricidad, que inicia en mi entrepierna, propagándose por todo mi cuerpo. Jamás experimente algo igual de…

...Un jadeo inevitable se me escapa de lo más profundo de mi garganta. Mordisqueo mi labio inferior cuando sus amplias manos comprimen mi carne. Carraspeo y cierro mis ojos inclinando la cabeza a un costado, sin ser consciente de que le doy la posibilidad de que su boca impacte en esta, mordiéndome, chupándome, haciéndome estremecer.

—Al tacto es sublime—masculla con fiereza—. Sí, sublime. 

—Y también te calienta ¿Verdad Jacob?

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