4. Oscuro - Parte I

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4. Oscuro—Parte I

—No lo sé.

—Vamos, no quiero ir sola, es una cena para cuatro personas, aunque la idea de un trio no está mal—parece pensarlo.

—Corrección, una cena a oscuras—aclaro— ¿Y si me clavo el tenedor en el ojo? Aparte… ¿De verdad estás pensando en tríos?—se encoge de hombros— ¿Y si son locos, Lola?

—No nos va a pasar nada, aparte, estamos en un restaurante.

—A oscuras—añado y rueda los ojos —. Y luego, te iras con el chico que quede de tu lado y apuesto cien dólares a que me dejas con el amigo psicópata.

—De acuerdo, de acuerdo—se levanta del sillón donde estamos sentadas—. No me marcharé con nadie, nadie se marchara con nadie ¿De acuerdo?
—Eso es mejor.

Me sonría ampliamente. Aquí viene.

—Ahora ponte bien perra.

— ¿Para qué? Estará todo oscuro, él ni siquiera va a ver lo que tengo puesto, si quisiera podría ir con una bolsa del supermercado y decirle que tengo el vestido rojo que usa la chica en la policía Yo Antes De Ti.

—Solo ponte un vestido.

Rio al ver cual enfadada se pone marchándose al baño luego de decir que se orina. Mi amiga es algo...distinta a mí, sí se puede decir de ese modo. Lola Gonzales, es una España carismática que decidió venir a Nueva York para ampliar su trabajo como periodista una temporada, pero esa temporada que se suponía tenía que ser de nueve meses se aplazó a cuatro años y medio.

Es muy loco la forma que nos conocimos. Ella me insulto en inglés y en Español cuando sin querer (en realidad no porque me distraje viendo el torso perfecto del conductor principal) apuñale su pobre ojo con el deliñados enrojeciéndolo. ¡Soy una mujer débil! Como pretenden que no me distraiga cuando él muy desgraciado, se pasea solamente con un pantalón apretado por todo el estudio, haciendo alarde de su perfecto cuerpo.

— ¿Estás pensando en él, verdad?—dice Lola sacándome del trance— ¿Por qué no lo hablas? Es fácil, vas decís: “Quiero comerme tu coño en chupadas lentas, y luego montarte, como nunca te han montado antes.”

Trato de evitar la risa, pero esta me gana cuando veo a Lola tomar una almohada del sillón contrario y lo tirar al suelo, para montarla teatralmente comenzar a gemir con desenfreno.

—Para, para…—digo entre risas—…me voy a… mear…

— ¡Tírame del pelo y entiérramelo más hondo!—dice gritando en gemidos muy sobreactuados, hasta que cae de costado y comienza reír. Nos detenemos luego de unos minutos—. No fue tan bueno, hice yo todo el maldito trabajo.

—Eso no ocurrirá, sería muy poco profesional, aparte de que me dirían trepadera.

—Y serias una zorra—añade. Asiento con la cabeza lentamente— ¿Y qué importa? Todos siempre dicen algo, Elizabeth. Mira si es reciproco el deseo, ya más de una vez lo vi mirándote—sube y baja las cejas.

—Me mira como me mira cualquiera—me encojo de hombros—Robert Finche, no es ese tipo de hombre, aparte, dicen que está en una relación hace tiempo. 

—Idioteces—se incorpora—, si está en una relación estable ¿Por qué te mira el trasero con ganas de meter su pene ahí? ¡Vamos, Elizabeth! el tipo te tiene ganas, es hora de que muevas tu culo y lo coloques lo más cerca de su pene posible.

—Extrañaba tus modos extraños de motivación—rio—. Tengo que prepararme, dentro de media hora trabajo. Trabajamos.

—Qué lindo modo de sacarme de tu casa, Elizabeth Connor.

—Lo siento Lola Gonzales—digo del mismo modo que me llama—, pero tengo que bañarme y tu también. Recuerda, tenemos cita a ciegas.

— ¡Sabía que te convencería zorra!

Grita saliendo de departamento. Me apuro a ducharme, arreglarme un poco y tomar mi bolso, para luego salir con los minutos contados de mi hogar tomando mi moto. Miro la hora en mi reloj pulsera y ¡CARAJO! Ya es tarde. Saludos a todos mientras entro al edificio y me encargo de maquillar a velocidad luz a todas las mujeres, para luego ocuparme de los hombres, no es que los maquille, solo me ocupo de que su cabello no salgo como el carajo delante de las cámaras.

—Esto es un chiste, estamos hablando de…

—Lo se amigó…—interfiere su colega en una discusión sobre algún informa cuando entro al camerino de Robert y como siempre, no tiene camisa. Que vista deliciosa—. Te dejo con el gruñón Finche, hoy está peor que la cosa verde que arruina la navidad.

— ¿Me comparas con El Grinch?

—Ves Elizabeth—me dice Thomas Arlt, colega y amigo de Robert Finche. Sonrió aguantándome la risa—. Si te portas bien luego te doy un dulce, Grinch

Lo escucho mascullar algo sentándose frente el espejo de su camerino. Saludo a Thomas cruzando un par de palabras antes de comenzar a peinarlo, cuando:

—Tengo una cita—lo miro por el reflejo del espejo—. No es como una cita, es más bien una salida que organizo Thomas con una mujer de un chat.

— ¿Con que desea que lo ayude?

—No me hables como si fuera tu jefe o un hombre mayor, tengo veintinueve y tu veintiséis, cuatro años nos separa, no un siglo, Elizabeth.

—Entonces ¿Solo Robert?

— ¿Solo Elizabeth? 

—Me llamas por mi nombre desde que llegue, sos mucho más cortes que el jefe, el solo me dice “maquilladora”—su mandíbula se tensa antes mi pablas, como si le molestara. Me gusta, una reacción—. Tu problema con la cita cual es.

— ¿Flores? ¿Chocolates? No sé qué arma usar que le guste.

—Es mejor que no lleves nada, no sabes si es alérgica, solo lleva perserva…—me muerdo la lengua y el enmarca un de sus ceja—…perserva la boca con aroma a mente, las mujeres aman ese gusto en la…boca.

—Interesante—dice sonriéndome por el reflejo del espejo. Desvió la mirada a su cabello dándole los últimos retoques con el peine. Listo. —Doble gracias, Elizabeth.

—Fue un placer y suerte con tu cita o salida…Robert.

LAS MEDIAS DE RED [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora